lunes, abril 26, 2010

Casa de citas: Manuel Rodríguez Rivero


He disfrutado este fin de semana de este artículo (El mono artístico) de Manuel Rodríguez Rivero en Babelia. Copia la primera parte; no tiene desperdicio.

"Afirma Henry de Lumley (La gran aventura de los primeros hombres europeos, Tusquets) que la adquisición de la simetría, primer indicio del sentido ("humano") de la armonía, tuvo lugar hace 1,5 millones de años, en el territorio que se extiende entre el sur de la actual Etiopía y el norte de Kenia. El protagonista de ese acontecimiento fue Homo erectus que, a diferencia de su coetáneo Australopitecus robustus, comía carne y fabricaba útiles para proveérsela y manipularla: el bifaz, esa herramienta cortante característica de las culturas achelenses, fue el primer producto de esa sensibilidad "artística" de nuestros más lejanos parientes. Lumley sostiene que algunas de las características de esos bifaces (el color de las piedras elegidas, la intencionada simetría del tallado) no hacían que la herramienta fuera más funcional, sino que servían para proporcionar el primer latido de lo que podríamos llamar satisfacción estética. Por su parte, Denis Dutton, un psicólogo evolucionista partidario de una concepción del arte "naturalista y transcultural", argumenta en su muy polémico (y legible) El instinto del arte (Paidós) que el surgimiento y desarrollo de las artes son resultado de un conjunto de adaptaciones evolutivas que se iniciaron hace miles de años, y que tanto nuestro amor a la belleza -el "instinto artístico"- como nuestros gustos y preferencias serían innatos y universales, y no resultado de construcciones sociales o culturales. Dutton llega a afirmar que si a miembros de diferentes culturas les atraen por igual las representaciones de paisajes abiertos con imágenes de agua y de árboles en la lejanía es porque, de alguna manera, les "evocan" la sabana de la que, como especie, procedemos. Y propone un itinerario darwinista para ilustrar cómo llegamos a convertirnos en "una especie obsesionada por la creación de experiencias artísticas", insistiendo (a través de diversos ejemplos) en que la comprensión de los procesos adaptativos que dieron lugar al instinto artístico puede contribuir a "realzar nuestro disfrute estético". Su libro supone un paso más en el muy contemporáneo maridaje de la filosofía del arte y el neodarwinismo. Y, desde luego, un intencionado torpedo dirigido a la línea de flotación de las interpretaciones suministradas desde la antropología y los estudios culturales."

Hace un año y cuatro días: Otro año

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1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver si lo he pillado:
1.- Lumley. Simetría, armonía, sensibilidad artística, satisfacción estética como "adquisición", producto o consecuencia de la manufactura de objetos funcionales de la vida cotidiana (es decir, de la adaptación del individuo al medio, al entorno, al hábitat... ¿al paisaje?)
2.- Dutton. Arte como resultado de adaptaciones evolutivas (presupongo la manufactura de objetos funcionales para la vida cotidiana), instinto artístico innato y universal (no como resultado de construcciones sociales o culturales), individuos de diferentes culturas compartiendo cánones estéticos comunes a causa de orígenes paisajísticos comunes.
3.- Comparando ambos enfoques, el único factor diferencial que encuentro es el instinto artístico innato que propone Dutton. De ahí, supongo, ese paso de Rodríguez Rivero al señalar un maridaje entre la filosofía del arte y el neodarwinismo.
Conclusión: las interpretaciones antropológicas de la naturaleza artística del hombre constituyen sólo la parte "técnica" del estudio sobre la misma. Y si ésta sólo puede ser abordada desde un punto de vista filosófico, nos encontramos con un dilema similar al que enfrenta darwinismo y creacionismo, para llegar, en este caso, no a un dios creador, sino a un alma individual y universal creadora. Qué interesante.
Gracias, un beso. M.

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