La semana pasada, cuando pensaba en las entradas de Luz de Agosto, sabía que en el libro Extraño abordaje (que se publicó en Madrid en 1993) había escrito un par de poemas que podían aclarar algo, no lo que sentía yo, sino lo que se siente o lo que se puede sentir ante una pérdida.
Un poema, además de otras cosas, es un artefacto que se escribe para saber más, para descubrir qué hay detrás, para arrojar luz.
Sabía que había escrito sobre todo eso antes, pero no encontraba el libro para poner el poema aquí. Lo encontré (gracias a la vuelta al orden al que obliga septiembre) detrás de un sofá que está pegado a la estantería de la prosa, casi en el suelo.
Lo curioso es que el poema dice algo que intentaba explicar; lo más curioso es que cuando lo escribí, en 1992, no había vivido o hablado con alguien que atravesara esa situación de pérdida, pero, a pesar de eso, me había obligado a vivirlo, imaginando en el poema a alguien que lo está viviendo y contándole qué está sintiendo. (En otra entrada intentaré explicar el proceso del libro entero, ese hablar de otros, el porqué de la falta de puntuación gráfica y otras cosas).
Este es el poema:
Tiernos postigos de febrero
que estrecharon su cuerpo
en la cerradísima tarde
de piedra de hace un año
y tú sin decir muerte todavía
pero sí su hueco el abandono
justo al final
y ahora
el despacioso desatino
de días que te abren y se mezclan
como ese círculo
sin café y sin vino desolada
mesa sin él
y tú
que no te acostumbrarás nunca
y ahora la camilla
te lo recuerda
con su huella dorada y el rastro
definitivo y justo en el final
cuando la tierra ya lo ha dicho todo.
Me acuerdo de este libro, pero me pasa lo que a tí, no lo encuentro. Precioso poema que expresa lo que en estos momentos sentimos. Os echo de menos. Besos Ros.
ResponderEliminarUn buen poema. Lo que no es poco. Se lee con gusto, se aprecian sus versos. Para que luego digan.
ResponderEliminarGracias a los tres, sois muy generosos. Un abrazo
ResponderEliminarMmmm, ausencias. Sé de eso. Perdí a mi padre cuando sólo tenía 10 años. Su ausencia ha marcado el transcurso de mi vida, pero aún más la de mis hermanos, mayores que yo, que le rozaron más.
ResponderEliminarPrecioso poema.
Me gusta el poema. Personalísimo. Hondo. Interrogador. Un diálogo sin posible respuesta. La ausencia es un duro mal.
ResponderEliminarPrecioso poema Quique.Expresa lo que todos estamos sintiendo desde hace un mes y dos días.Besos
ResponderEliminarPam, Francisco y Carmen, muchas gracias. No siempre es fácil que un poema pueda llegar. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarA la hora que leo el blog creo que ya está todo dicho.Sentimos su ausencia día tras día,parece que no haya transcurrido un año y dos días.Precioso poema Enrique,gracias por seguir con el blog.Ah y ya he comprado el libro.Besos.C
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