Además de esos blogs que leo a diario y que pueden encontrar a la derecha bajo el título de Blogs que leo, tener un rato para mirar por ahí a ver qué se cuece en la blogocosa, depara no sólo sorpresas, sino momentos mágicos.
Uno. En el blog Royal Jelly, que escribe desde Buenos Aires Betty Carol, salta, de repente, la poesía, la alta literatura. Bajo el título de Kit básico para la superación del amor perdido, me encuentro con este primer párrafo, que me ha parecido magnífico:
"Tuvo que pasar un poco más de un año, 15 días de vacaciones con mis amigas, dos novios, 4 amantes, 3 peces, 900 horas de estudio, 100 horas cátedra de docencia, 460 horas de danza, dos funciones a fin de año, miles de cajas de pañuelos, un par de borracheras vergonzosas, un manojo de amigos nuevos, 14 libros, dos recitales memorables, varios pares de zapatos, unos 50 discos, una mudanza, un montón de cartas que nunca mandé, un ascenso, una computadora y un reproductor de mp3 nuevos y vaya uno a saber cuantas cosas más para que lo olvide. Bueno, para que no me duela tanto".
El resto del post describe los componentes del set: messenger, música, té, estudios universitarios y blogs. Se puede leer aquí.
Royal Jelly es un ejemplo de blog fresco, divertido, inteligente y donde, de repente, te asaltan latigazos de poesía como ésta:
"Fashion Victim II
Ni la enfermerita , ni la azafata, ni la caperucita roja; mi nueva fantasía sexual es:
Quiero que me besen en una plaza. Y que haya sol y olor a verano.Y que se sienta de fondo el murmullo de los nenes y los autos y los perros.
Y que el beso dure mucho y sea con los ojos cerrados.Y sentir esa cosa de alosquince, de querer y no poder o en caso de poder no tener dónde.
Yo no sé si es la edad, la maratón cotidiana o Buenos Aires, pero creo que los buenos besos (con todo y sus consecuencias) están subvaluados".
Gracias, Betty Carol.
Dos. Me gusta mucho, muchísimo, el blog de Pierre Nodoyuna. Ya he ido poniendo por aquí trozos de sus entradas, siempre inteligentes, lúcidas, divertidas, irónicas... Guardo para siguientes ocasiones su Manual para la supervivencia en bodorrios, sin desperdicio y que hacen de su autor un fino, pero que muy fino, observador de la realidad.
De todo lo que ha ido escribiendo últimamente, me ha encantado su entrada Lovely. Recuerdo otra entrada que copie aquí mismo, en la que Pam, de Tras los pasos de Atreyu, analizaba Sexo en Nueva York de forma magistral y femenina. Pierre Nodoyuna, lúcida y masculinamente, aporta su grano de arena (gigante) para analizar la serie de marras. Inteligente, divertido, mordaz, ¿qué más se le puede pedir? Les copio la entrada entera.
"Lovely"
Sarah Jessica Parker ha presentado un perfume que se llama Lovely. “Una delicada fragancia en la que se combinan notas de lavanda, ámbar, orquídea y almizcle, y cuya comercialización en España aún no está prevista”, dicen en la página web de Hola. La verdad es que después de leer esto me quedo mucho más tranquilo.
Tiene gracia. Lovely. Los dueños de un gran puticlub que hay en la carretera de Madrid a Burgos (aunque en el telediario digan ‘la carretera de Burgos’, asumiendo que cualquier camino digno de tal nombre tiene que empezar o acabar en Madrid) tuvieron la misma y feliz idea. El Lovely está un poco más allá de la fábrica de El Águila, y por lo visto es muy, muy tocho. No, no es que diga que las de Sexo en Nueva York sean unas putas. Lo que me hace gracia es que el nivel de sofisticación de la supuestamente sofisticada Sarah Jessica Parker es parejo al de los proxenetas de los alrededores de Madrid.
Lo que me descuadra de Sexo en Nueva York no es la estupidez y chabacanería de la serie en sí. Total, si algo sobra en la tele es morralla. No me parece mejor ni peor que Maracaná 06. Ni que tenga éxito, que lo tiene (no como Maracaná). Lo alucinante es que sea presuntamente una serie moderna cuando, objetivamente, es una versión cara del rijoso teatrillo de matrimonios metidos en cama con el que José Luis Moreno amenizaba las noches de los sábados cuando España era España. Uno de los personajes masculinos que aparece más veces (bueno, apareció las tres veces que he visto algo de esta serie) se llama ‘big’ o ‘mister big’ o algo así porque tiene la polla grande. Por lo visto, la liberación de la mujer en el cambio de siglo consiste en que pueda decir en la tele y antes de la una de la mañana, que un tío tiene una gran butifarra. En que sea soltera y tenga amigas solteras con las que cotorrear y hablar de los tíos que se han ido tirando. O de los bolsos y zapatos que se han comprado. En que vayan a sitios fashion con camareros que están buenos y les monten pollos, a éstos o a los de las tiendas pijas. En que gaten millonadas de dinero pero no trabajen, y vayan a fiestas superexclusivas. En que adornen todo eso con un sonrojante rollo seudofilosófico que suelta la protagonista con voz en off, sentada en cuclillas sobre la cama, escribiendo en un Mac con una taza en la mano.
Porque, ay, una serie supercoolmoderna no puede ser superficial, carajo. Así que entre polvo y polvo, o entre compra y compra, escuchamos dilemas de complejo planteamiento tales como ‘está casado, pero no es feliz en su matrimonio, ¿acaso hago un favor al mundo privándome de su néctar?’ o ‘ Quizá se parezca más que ninguno al tío que yo quiero, pero tiene pelos en la espalda y viste ropa del año pasado’. La cosa es más o menos la misma, supongo que transmitiendo el mensaje “somos nosotras las que elegimos a quién metemos en la piltra, por muy superguays que sean todos los que van pasando por el pilón”.
Imaginen una serie llamada “Sexo en Londres” en la que cuatro tíos se pasasen el día en el pub hablando de las tías que se han cepillado, se pasasen por la piedra de forma más o menos regular a una llamada ‘la ubres’, fuesen al fútbol y planteasen a los teleespectadores las dudas, si no angustias, que genera tan compleja existencia. Supongo que les parecería bastante poco cool, no muy moderna y más bien cutre. A mí también. Pero no. Por lo visto Sarah Jessica Parker, que a mi me parece la típica pija sin estilo, fea incluso después de operada y que se compra la ropa más cara para ver si así va elegante (con resultados escalofriantes), es un ejemplo de la modernidad y la sofisticación neoyorquinas. Paris Hilton no. Las dos hacen lo mismo, pero como Paris no habla en una serie con la voz en off ni se plantea aspectos como “desde pequeña me dijeron que tenía que tener cuidado con los hombres, pero nunca me advirtieron que tuviese cuidado conmigo. ¿Alguien avisó a los hombres?”, pues sólo es una guarra".
Gracias, Pierre.
Techonorati Tags:Royal Jelly, Pierre Nodoyuna, Sexo en Nueva York
"Por lo visto, la liberación de la mujer en el cambio de siglo consiste en que pueda decir en la tele y antes de la una de la mañana, que un tío tiene una gran butifarra."
ResponderEliminarjajajaja!!
la lástima, sra.pussy, es que retiraran la nueva serie de la obregón, que según decía ella, era un sexo en ny a la española; cuánto nos hemos perdido, qué enorme pérdida. Hubiera estado bien porque habría salido, sin duda, lo de la butifarra, estoy seguro. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, amigo, por nombrarme de nuevo entre tus líneas...
ResponderEliminarPor cierto, me quedo con Royal Jelly... me encantó porque todos nos hemos abocado a "ese tipo de vicios" (jajajajaja) para olvidar...
gracias, cuti y pam. Cómo no te iba a nombrar, Pam, con lo que me gustó aquello y me siguen gustando tantísimas cosas de lo que escribes. Cuidadito con los vicios, que son lo mejor que tenemos. Un beso a las dos.
ResponderEliminarY más allá de “sex and the city” están las malas imitaciones: ¿Que me decís del anuncio ese del refresco de Nestle?
ResponderEliminarEs un anuncio horroroso, y encima no consigue acercarse ni por el forro al aire de sexo en Nueva York, vamos no cumple objetivos. No lo puedo resistir. Nos deja a las tías como unas necias envidiosas.
No venía muy a cuento, pero bueno, me he desahogado.
Salud.
je, tú desahógate, miriam, que eso está bien; en cuanto algo destaca lo más mínimo, mínimo, mínimo, enseguida surgen las imitaciones. Un beso, miriam.
ResponderEliminarA mi sexo en NY nunca me ha gustado ni me gustará pero entiendo que haya creado un estilo. Es el equivalente televisivo al cosmopolitan.
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