jueves, octubre 05, 2006
Manual de infractores, de Caballero Bonald, Premio Nacional de Poesía
El libro Manual de infractores (Seix Barral.2005), de José Manuel Caballero Bonald, ha conseguido el Premio Nacional de Poesía de este año.
Caballero Bonald (Jerez de la Frontera,1926) lo definió en su día como una poesía "hija de la indignación inicial que me hace conducir la pluma sobre el papel, pero también de la melancolía, la incertidumbre, la recuperación de un pasado nebuloso y de rastreos en temas prohibidos de la experiencia".
El punto de partida de este libro, que se iba a llamar "La desobediencia", fue la ira y más concretamente: "...la irritación que me produjo la guerra de Irak, esas ignominias consuetudinarias que produjo la política de ese señor que al parecer ahora dirige la FAES. Aznar creo que se llama".
Personalmente creo que es un lujazo contar con este libro, escrito por un poeta de trayectoria ejemplar y que está a punto de cumplir 80 años. Como escribía ayer Luis Muñoz en El País, en un artículo titulado "Una sabiduría serena y alerta": "Manual de infractores es el libro de alguien que ha alcanzado la sabiduría de mantenerse sereno y alerta al mismo tiempo. Esa clase de estado que cualquiera desearía no sólo para la literatura sino también para la vida y que supone haber pasado por numerosas fases previas, haberse sabido desprender de lo accesorio y tener un interés genuino por lo que sucede delante de los ojos".
En este enlace se puede leer la entrevista que Javier Rodríguez Marcos hizo al autor cuando se publicó Manual de infractores, y que creo que es el mejor manera de ilustrar esta entrada.
Del libro, me quedo con estos dos poemas que representan dos líneas del libro: una directa, hija de esa ira que anunciaba Caballero Bonald; y otra, hija del paso del tiempo, de la madurez, de la reflexión, de la pasión.
Secta
Me asomo a un mundo numerado y veo
la secta envilecida de los hijos
de quienes ya eran hijos del oprobio.
Solapan sus linajes con cosméticos,
pero aun así no pueden
encubrir esa abyecta condición de gregarios
que sustentan su fe. Se llaman
como sus gentes se llamaron,
nombres trucados de homicidas, nombres
hereditarios de secuaces
de soldadescas y de clerecías. Son los mismos
que siguen solazándose
con las soflamas de los patriotas
y empuñan de continuo estandartes y cruces
con que emular a sus mayores,
mientras avanza por las avenidas
un cortejo triunfal de bienpensantes.
Líbrate, compañero,
de esas iglesias y esos mentecatos.
Un carrusel vacío
El cansancio colinda con los números
pares, se parece a un penacho
de pétalos y espumas, de sucias algas glaucas
flotando en las orillas
tornadizas del tedio. El cansancio es un pozo
de lana y tafetán, un vestido de fiesta
colgado de la percha de la noche,
un pájaro cautivo, un libro vano,
el desenlace hostil de algunos sueños.
Todo concuerda ya con el cansancio
mientras llega la hora
de enumerar los desperfectos
del crepúsculo, sus esquinas opacas,
la lenta ineptitud de la flores marchitas.
El cansancio es también un carrusel vacío.
Caballero Bonald es autor de varios libros de poemas: Las adivinaciones (1952), Las horas muertas (1959), Descrédito del héroe (1977) y Diario de Argónida (1997), libros que, junto a otros, aparecieron reunidos en "Somos el tiempo que nos queda" (Seix Barral.2004). Ha escrito también varias novelas imprescindibles: Dos días de septiembre (1962), Agata ojo de gato (1974) y Campo de Agramante (1992) y dos tomos de sus memorias: Tiempo de guerras perdidas (1995) y La costumbre de vivir (2001), que no tardaré mucho en leer.
Descrédito del héroe siempre me ha parecido un título precioso.
ResponderEliminarA mí siempre me ha llamdo la atención en la poesía de Caballero Bonald, de la que no me gusta todo, que abusando de los adjetivos suene directo y fresco. ¿Por qué? Yo creo que es porque suele tener claro lo que quiere decir, y no se pierde en florituras estéticas, como ocurre con otros poetas del mismo estilo de escritura.
ResponderEliminarCaballero Bonald es un gran poeta. Maravilloso post.
ResponderEliminarSí, India, sereno y alerta; a ver si son esas cosas que van dando los años (espero). Pussy, a mí también me gusta mucho el título y lod de sus novelas me parecen fantásticos. Agrimensor, la poesía de Caballero Bonald ha pasado de un barroco riquísimo y entendido como forma de inmersión en su realidad a una línea clara, directa y, eso sí, siempre muy rica en el lenguaje. Gracias, Alvy, me alegra de que te guste. Un saludo a todos y gracias por los comments.
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