Fotografía de Yuri Bonder
A la hora de ir componiendo y estructurando los poemas de Extraño abordaje, uno de los retos más excitantes que tenía ante mí era el de incluir poemas en los que iba hablar de situaciones ignoradas, de personas desconocidas.
En la primera parte, Variaciones sobre la sombra, hay dos poemas muy representativos de lo que esto significó. Sobre una imagen vista durante unos segundos en la calle, traté de ir algo más lejos y construir una historia que desconocía por completo.
Creo que es algo muy común que al caminar, pasear, por la calle, nos detengamos unos segundos en alguien que llama nuestra atención por algo: por su belleza, por su gesto, por su forma de caminar, por su indumentaria o justamente por lo contrario, por no tener nada de particular. La reacción de imaginar cómo será su vida, quién es realmente, es inevitable, al menos para mí.
Estos dos poemas intentan construir la historia de dos personas, hombre y mujer, vistas en los alrededores de la catedral de Granada, en invierno, a esa hora de la noche, sobre las diez, en la que ya no queda casi nadie caminando en esa zona de la ciudad. Lo insólito en ambos casos, lo que me llamó la atención, fue el gesto de soledad, de desamparo, el paso lentísimo (a pesar de un tiempo de perros), algo, al fin y al cabo, que permitía entrever qué historia escondían.
Aquí les dejo los poemas, sabiendo que esta historia imaginada sobre ellos pudo ser justamente la contraria.
El abrigo que te acoraza
hasta la médula
alza un país lejano de fronteras
sin tierra
donde caminas
y tejes
la distancia que impone el miedo
terrible hermano
eterna arruga hombre desgastado
que vaciaste bolsillos frente al mar
doliente
de la herida primera triste cumbre
sin nombres que te cerca la mirada
de escombros.
_______
Mujer desalojada
caminas
un invierno que cruje como el fuego
y masticas las plazas escondidas
que vieron tus ojos antiguos
aquéllos de racimos y de mantas
que aprendieron a dar un nombre
a las montañas solas y sencillas
más tarde sólo medias y cajones
donde nunca nevó y una casa sola
que te encontrarás ordenada
e invariable.
Despojada por fin uno a uno
de los sueños que susurraste
al peluche impregnado en colonia
al día tan sólo le resta
la nevera vacía
y el tímido vaso de leche
que te descubrirá una mujer
ya para siempre
deshabitada.
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hasta ahora, mi favorito es "El abrigo que te acoraza..."
ResponderEliminarGracias, Sra. Galore, por su opinión; ese poema no está mal del todo desde el punto de vista de su sonoridad y le va bien el tema de no tener puntuación. No sabe cuánto me alegra que le guste. Un saludo.
ResponderEliminarComparto contigo esa curiosidad por imaginar la vida de los demás...
ResponderEliminarEn algunas ocasiones en que ese alguien me llama la atención, (por esas razones que cita y por otras que el instante genera) me es inevitable reflexionar sobre la impropable posibilidad de que nuestras existencias se crucen de nuevo y me asaltan deseos de acercarme, saludar y romper esa improbabilidad...
De su vena poeta escaso comentario, tan sólo disfrutar de ella como lo hago, ya lo dice todo.
Un saludo y gracias por tu agradable huella.
me encanta tu comentario, Aylandara. Creo, como dije, que es algo común a todos esa curiosidad por los demás; para mí, además, es muy importante desde el punto de vista poético por muchas razones, pero la más evidente es que es más razonable que hablar de uno mismo, cosa ya demasiado explotada, investigada, escrita. Ese acercamiento al colectivo es importante, a pesar de que ahora trabaje en poemas que van sólo de mí. Saludos. Creo que no he sabido explicarme bien, pero, bueno...
ResponderEliminarMalaje, me has emocionaoooo. ¿Que no sabes que estoy blandita últimamente?
ResponderEliminarSoy experta en apreciar cosas pequeñas mientras camino por la calle, quedarme anonadada cn algo...quizá ínfimo.
Gracias.
Es necesario ver sin ser visto, pues si no rozas la impertinencia. Conozco a quien hace fotos a los desconocidos y a quien persigue a alguien sin tregua impulsado por esa curiosidad.
ResponderEliminarEmpáticamente pienso también lo que pensará de mí aquel que me mira.
Somos peces en un acuario que miramos un acuario de peces.
eeee, pam, qué gusto verte por aquí; cómo me ha gustado lo de malaje. Un beso doble: a javi y a ti.
ResponderEliminarVolando, qué maravilla: "somos peces en un acuario que miramos un acuario de peces".
Cuti, otro beso para ti; tampoco es tan triste, no?
SABES?, HACE YA MUCHO TAMBIEN ME ASALTA ESA CURIOSIDAD POR LA GENTE QUE ANTE NOSOTROS PASA INDIFERENTE. VIVO EN LA CIUDAD DE MEXICO, Y VIAJO EN METRO TODOS LOS DIAS, AHI OBSERVO UNA CANTIDAD IMPRESIONANTE DE PERSONAS DE TODO TIPO Y ME PREGUNTO CUAL ES LA HISTORIA QUE ARRASTRAN. NO HE ESCRITO NADA SOBRE ESO, PERO LO PIENSO A DIARIO, ME HACE PENSAR EN AQUELLA CANCION DE ISMAEL SERRANO "RECUERDO", QUE HABLA DE UN TIPO QUE CREE HABER ENCONTRADO EN UNA COMPAÑERA DE VIAJE EN EL METRO AL AMOR PERDIDO HACE YA MUCHO TIEMPO.
ResponderEliminarTUS POEMAS ME RESULTAN INSPIRADORES, QUIZA ME ANIME A ESCRIBIR LAS HISTORIAS LATENTES DE UN DIA EN EL METRO.
OJALA PUDIERAS COMPARTIRME OTROS POEMAS, MI CORREO ES:
santiago-almena@hotmail.com
UN SALUDO DESDE LA GRAN CIUDAD DE MEXICO.
SANTIAGO
Calidad, calidad, mucha calidad, amigo. Me alegra que compartas esos poemas y, sobre todo, reveles las entretelas. Va siendo hora de conseguir leerte en papel.
ResponderEliminarmuchas gracias, Francisco; aunque no sé yo. Un abrazo.
ResponderEliminarLa soledad va rodeando a la mujer,
ResponderEliminara su circunstancia, su entorno.
A esa mujer desalojada, desolada.
A esa mujer despojada, deshabitada.
Me gustó el ritmo que acelera, cayendo en una espiral de desolación que atrapa a la soledad de aquella mujer. Este vértigo que se exaspera en forma estilística al no utilizar puntuación.
Un saludo desde Santiago de Chile