(Recibo el nuevo número de la revista Turia y me encuentro este nuevo y brillante poema de Manuel Vilas (Barbastro, Huesca. 1962), un poeta impecable e implacable, imprescindible, magnífico y deslumbrante)
La lluvia
Madrid, 22 de mayo de 2004
Vimos el Rolls del año 53 con las ruedas blancas
(mil kilómetros en cincuenta años)
en las teles de los bares del barrio del Actur de Zaragoza.
Sostenía en mi mano una copa de vino blanco fría
y ya hacía calor en España,
los hoteles del Mediterráneo estaban de limpieza general,
habitaciones abiertas con camareras esmeradas, esperando
la llegada de setecientos mil ingleses,
un millón de alemanes, cuatrocientos mil franceses,
cien mil suizos y cien mil belgas.
Estábamos con un vino blanco en la mano y los cuellos
levantados hacia el televisor.
No vino Isabel II de Inglaterra: Isabel II
sólo aceptaría ir a la boda del Rey de Francia
y, como en Francia no hay Rey, Isabel II
se queda en palacio para siempre, reclinada sobre el mundo.
Son los súbditos de Isabel II los que aman el sol de España
y la cerveza barata,
los que exhiben la bandera británica en las terrazas
frente al mar de sus habitaciones manchadas.
Crepusculares casas reales venidas
de los rincones más oxidados de la historia
el 22 de mayo de 2004 surgieron en la televisiones de España,
paises nórdicos, lejanos y prósperos, fríos, alejados
de este corazón inacabable.
Rouco Varela cantando la misa.
No vino el presidente de la República Francesa.
Los arzobispos, bicolores, felices.
El nombre de Dios dicho en voz alta muchas veces.
La terca obsesión en nombrar a Dios, nombrarlo
como quien nombra el poder, el dinero,
la resurrección, la guillotina, la cárcel, la exclavitud.
El emperador del mundo se quedó en América,
ajeno a los ritos menores de sus provincias.
Los enormes paraguas azules.
Levantarse a las seis de la mañana
para que te maquillen, te depilen, te hagan la manicura,
qué felicidad tan grande.
Los grandes desayunos, los cubiertos de plata, el vino
y las colonias bárbaras.
Las duchas gigantescas, las suites, los bombones suizos,
las zapatillas de oro, los eslips de platino,
el zumo de naranja con naranjas atroces.
El lujo y el servicio, siempre gente abriéndote la puertas.
La sonrisa permanente.
Los profesionales de la sonrisa permanente,
esa sonrisa representa el trabajo más inhóspito de la historia.
¿Sonreír? ¿Por qué?
Y Umbral, y Gala, y Bosé, y A., y J., y Ayala, y M.M.
entrando en la Almudena, recompensados, elegidos,
a la diestra colocados, los jefes de la inteligencia española,
de la subida española, de la gran crecida.
La gran subida, la gran ascensión.
Y los ciento noventa quemados vivos tuvieron su homenaje,
el absurdo pueblo mutilado, el goyesco pueblo
elemental y monárquico,
el Rolls pasó ante ellos.
Y el expresidente del gobierno bebió Rioja Reserva del 94,
todos los expresidentes de España, con su chaqué, y sus mujeres
en un segundo plano, protectoras, devoradas, confundidas
para siempre, pero felices de haber llegado allá,
allá lejos, allá donde el aire es de oro y la mano coge el mundo,
allá donde España entera quiso que estuviesen
y la legitimidad democrática es un fulgor definitivo.
Las pamelas iridiscentes, los yugos en la cabeza,
los yugos bajo el cielo oscuro.
Y José María Aznar y Jordi Pujol
y Felipe González, juntos de nuevo.
Y los tres se sintieron satisfechos viendo la obra bien hecha,
la sucesión de Franco, la mano europea, paternal,
sobre nuestras cabezas,
la sucesión de Franco, las mantillas del franquismo
metidas en los armarios,
chillando de envidia y respirando naftalina muy blanca.
Y Juan Carlos I cargando con España,
porque quién si no cargaría con España,
con la historia de España, el sello papal en el dedo meñique.
Y Zapatero con su Sonsoles, voluptuosa, sonriente,
su tipo le hubiera gustado a Baudelaire o a Julio Romero.
Sonsoles parecía un Delacroix:
la anatómica Libertad guiando al pueblo,
pamelas vistosas, el rito político,
la aburrida historia,
los pechos caídos.
Y socialistas y liberales y ultramontanos juntos,
la izquierda y la derecha maridadas,
las nóminas engrandecidas hasta la saciedad,
buscando lo mismo todos, un Delacroix parecía Sonsoles,
la nueva reina de España,
del reparto de los despachos, las glorias, los oros laicos.
Ateos convertidos bajo el fulgor de las pamelas,
creyentes con el billetero ateo.
El poder en todo tiempo siempre igual a sí mismo.
La historia humana en todo tiempo como ya fue hace tiempo.
El mismo tiempo siempre.
Repitiéndose la esencia de España, la esencia del mundo grande.
Y nosotros bebiendo en el Actur, al lado de las grúas y del Hipercor,
felices de que nos dejen beber este vino
frío en una copa medio limpia, felices
de poder pagar este vino y dos más.
Y la palidez privada de la reina Raina de Jordania.
Y la lluvia.
Technorati Tags:Poesía,Manuel Vilas
¡Qué buen poema! Y sí, lo bueno es poder beberse un vino y pagarlo, no que siempre lo paguen otros. Creo que se disfruta más, aunque no sea Reserva del 94.
ResponderEliminarY lo de los setecientos mil ingleses, ¡ja,ja! Trabajé en oficinas de turismo de la C.Valenciana y sé lo que es una invasión así. Además soy licenciada en Filología inglesa y sé por experiencia cómo son los ingleses.
estupendo, yo ese día estaba en una Málaga desierta. me paseé sóla por el paseo y me tomé un café en un bar minúsculo que retransmitia en una pequeña tele el evento. entonces me dí cuenta de que era la boda real...
ResponderEliminarje, gracias a las dos por el comment; yo sí me creo lo de lo setecientos mil ingleses, almeche, y cuenta, cuenta, lo de los ingleses...que quiero saber barbaridades Un saludo :)
ResponderEliminarSra. Galore, tomando café en la Málaga hispana, me la imagino perfectamente lejos de su tierras escocesas, le van más, se le ve como más relajada. Un saludo :)
Buen poema, me ha traído la sonrisa. Como él, tb hoy bajo la lluvia, pero en Barcelona.
ResponderEliminarComiéndome las uñas de los nervios que no se me van, fieles compañeros de la ansiedad. ¿Cuando llegará la tranquilidad?
Muchos saludos.
queridísima Pam, ten paciencia, ya verás como estarás tranquila enseguida. Un abrazo muy fuerte para ti y para Javi.
ResponderEliminarlos cinco estamos hoy fuera, leo tu blog desde casa de Miguel, llevo dias sin comentar, pero gracias por todo. Besos a los cuatro Ros.
ResponderEliminarInsólita anécdota para un poema, e, increíblemente, estupendo poema. ESto es casi, casi como dónde estaba usted cuando mataron a Kennedy (personalmente, no había nacido), qué hacías en el 11-S (ver la tele y recibir avisos por móvil, como todo hijo de vecino), y, a un nivel más bajo, la boda de Leti y Feli. Yo llevaba unos meses con mi novio (ahora es mi marido), y nos habíamos ido a una casa rural en Arenas de San Pedro (Ávila), con unos amigos suyos, dos parejas a las que yo no conocía. El pretendidamente bucólico fin de semana en la sierra al que yo aspiraba acabó con a)borrachera en la cabaña hasta las tantas b)mañana siguiente, bar del pueblo retransmitiendo la boda, que las novias de los amigos de mi novio no querían perderse por nada del mundoc) gran pedal mientras desfilaban los modelitos, para poder soportar el espectáculo, y afuera lloviendo, y el campo en primavera, yo cada vez más callada, etc. No sé los demás, yo odio el recuerdo de esa boda.
ResponderEliminarAbrazos.
gracias, anónimo y un beso para vosotros. Y muchas gracias, Ana, por tu extenso comentario :). A mí me encanta el poema, bueno, toda la poesía de Vilas; me parece un primer figura e interesantísimo. Aciertas cuando hablas de una insólita anécdota para un poema; creo que eso es importante, ver cómo saca poesía de algo que podríamos comentar todos; como tú nos cuentas tu fin de semana en la casa rural de Avila, él se instala, como siempre, en un bar del extrarradio de Zaragoza, tomando un vino y desde ahí observa; de todas formas, pienso en tu fin de semana, en el día de la boda, en ese bar, y no me dirás que no da para un buen poema, no?. Un abrazo y gracias de nuevo por el comentario.
ResponderEliminarfelices de que nos dejen beber este vino
ResponderEliminarfrío en una copa medio limpia, felices
de poder pagar este vino y dos más.
Yo me cuento entre los que nos hemos resignado, me temo.
-----------
Ese era mi comentario original, el que iba a poner esta mañana y que el Sr. Blooger no me dejo colocar alegando no sé que fallos técnicos.
Ahora ya no sé si esta fuera de lugar y si nadie más ha leído esos versos así.
Asesinato de Kennedy no había nacido, Once S tomando cañas en un bar, recuerdo que hasta bien tarde, todavía vivía en Madrid. La boda de los príncipes sentada en el sofá amantando a mi hija, era tan chiquita, no hacíamos otra cosa en todo el día, bueno sí mirarnos mucho y estar en Málaga como la Sra. Galore.
Un beso, Miriam G.
Parece ser que podemos lanzar las coordenadas: Málaga / Madrid / Avila y Barcelona. Esos versos que pones me gustan mucho, Miriam. Un saludo.
ResponderEliminarPuedo no saber nada de POESÍA, pero, puedo decir que a mí no me gusta mucho?
ResponderEliminarNo sé, me esperaba otra cosa cuando lo presentabas. Para mí, es sólo, una retrasmisión más de un momento concreto. Además, casi a modo telegráfico. No sé, no sé. Debe de ser que ultimamente estoy leyendo demasiado clásico.
Saluditos.
Pero, noamanda, si me parece perfecto que no te guste; es un estilo de poesía que creo que es muy actual y a mí me encanta; efectivamente, es como una retransmisión. Lo bueno de la poesía (también de la música) es que hay de todos los colores y para todos los gustes; a ver si la semana que viene pongo algo más clásico, para que disfrutemos todos. Un saludo.
ResponderEliminarColosal: para que luego digan que la poesía sólo puede ser lírica...
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, Francisco. Un abrazo.
ResponderEliminarComo siempre Manuel Vilas tremendo, tremendo, sensual y duro como un buen polvo...
ResponderEliminarSólo quería añadirle un motivo, las flores de esa boda...tiradas tras plantadas a la la basura.
En Madrid los jardineros las regalaban, casi con rabia a los transeuntes, que valga de símbolo de ese evento infecto y realizado a costa de los ciudadanos madrileños que no tuvieron fiestas del 2 de mayo por la cercanía del 11-M y si la bodita...
Muchas gracias, Nuria. Coincido con tu punto de vista. Me gusta el poema de Vilas, tiene mucha fuerza, es colosal. Ya he visto trece trenes, a partir de ahora os sigo de cerca. Un saludo.
ResponderEliminar