MACDONALD'S
Estoy en el MacDonald’s de la Plaza de España de Zaragoza,
haciendo la cola gigantesca,
con los ojos clavados en los carteles de los precios,
el dinero justo en la mano derecha,
billetes arrugados.
Estoy sentado al lado de un niño negro que tiene en su mano
una patata amarilla untada de ketchup muy rojo:
Santísima bandera del otro mundo, el niño negro que resplandece,
mi hermano ciego.
El niño está solo, no bebe,
no le llega para la Cocacola, sólo patatas.
Sólo patatas, sólo patatas, esa desgracia,
esa soledad idéntica a la mía,
¿no lo entiendes?, sólo le llega para las patatas,
y está sentado, quieto,
en su trono, la negritud y el niño,
en el trono, allá, allá, en ese trono radiante.
Es el mejor restaurante de Zaragoza,
una alegría despedazada nos despedaza el corazón:
Por tres euros te llenan de cajas, de vasos de plástico, de bolsas,
de pajitas, de bandejas.
Es el mejor restaurante del mundo. Es un restaurante comunista.
Rumanos, negros, chilenos, polacos, cubanos, yo mismo,
aquí estamos, abajo, al lado de un muñeco,
al lado de un cartel que dice “I’m lovin’ it”. Tengo una bota encima de un charco
de un helado de nata deshecho. Miro la nata comerse el tacón de mi bota.
Una nata blanca, despedazada.
Arde el sol sin tiempo, bulle la mano sucia.
que no le importaría hacérselo con él. Con él, con él, un eco negro.
Y ríen y tragan patatas fritas.
Y yo trago patatas fritas.
Y dos maricas enfrente comiéndosela misma hamburguesa goteante,
cada boca en un extremo, y se manchan y se muerden.
Y tragan patatas fritas. Y se besan. Y se tocan. Y se despedazan.
en Moscú, en Tokio,
en Ciudad del Cabo, en Tucson, en Praga,
en Pekín, en Gijón,
somos millones, la tarde harapienta,
el dolor en el cerebro, la comida,
millones en miles de subterráneos esparcidos
por la gran tierra de los hombres.
Me siento Lenin. Soy Lenin, el marica inusitado,
el gran hereje, el loco supremo,
el hijo de la última mano miserable que tocó
el monstruoso corazón del cielo.
Si Lenin volviera, MacDonald’s sería el sitio,
el palacio sin luna,
el gueto de las reuniones clandestinas.
en este subterráneo del MacDonald’s
de la Plaza de España de Zaragoza, pero no sé qué es. No lo sé.
De un momento a otro, vamos a arañar la felicidad:
el niño negro, los novios, el muñeco, la nata del suelo, mis botas.
Botas nuevas, de piel brillante, con la punta afilada en señal de muerte.
En MacDonald’s, allí, allí estamos.
Carne abundante por tres euros.
A este poema se refiere Vicente Luis Mora en su Diario de Lecturas, o blog (como dice Alvy Singer, imprescindible) cuando hace un ajustado e inteligente análisis sobre Hamburguesas y Poesía, que podeis leer (y recomiendo con fervor hacerlo) en este enlace y en el que incluye la visión, siempre deslumbrante, de Vicente Verdú.
De esa entrada de Mora me quedan unas ganas tremendas de leer a Mercedes Cebrián, cuyo libro El malestar al alcance de todos (Caballo de Troya.2004) tengo pendiente. Pongo el trocito que pone Vicente Luis Mora. El poema de Cebrián se titula "Contra la grasa, en vano"
(...)
Escuchad el chisporroteo descarado
de las patatas al freírse en enormes cubetas
de nuevo orden mundial;
ajenas al lejano girasol, a la bíblica oliva,
sumergidas en grasas de procedencia innoble.
Grasa, a ti me dirijo: mírame
a los ojos con algo de respeto
-es mi única compensación,
las dos tenemos claro que la flecha de líneas discontinuas
acabará sin remedio en mi metabolismo,
produciendo tejidos monstruosos.
Como se puede comprobar, la poesía joven (o más o menos joven) goza de muy buena salud en nuestro país (a pesar de las grasas). Y eso, queridos niños y niñas, es una buena noticia, una magnífica noticia de la que seguiremos el rastro por aquí.
Nota: el poema de Vilas tiene unos cuantos desajustes en los versos debido a que, por muchas vueltas que le doy, no sé cómo continuar el verso debajo sin que se me vaya a otra línea. Como no creo que se resienta el poema (a pesar de no respetarlo íntegramente) lo dejo así y pido disculpas.
Technorati Tags: poesía, Manuel Vilas, Vicente Luis Mora, Mercedes Cebrián
¿Has visto como esta mucho más azul? ¿Has visto? Aún así añado que la manía malagueña de prescindir de ese gran invento, la calefacción, quizás tuvo algo que ver con mi percepción extremadamente azulada de ayer por la mañana, hoy que ya consigo sentir los dedos, lo veo un poquito más verde.
ResponderEliminarEspero no pertenecer al mundo que describe ese poema: un horror. Como decía aquella pintada: no quiero igualdad, quiero justicia ;-)
Un beso, Miriam G.
uf, sin calefacción con estos fríos; en Granada tampoco había calefacción central, sólo lo que mis padres llamaban calor negro, que no era sino placas eléctricas y brasero, mucho brasero. Echo de menos yo aquellos braseros; por aquí, mucha mesa baja, mucho fashion y eso, pero nada de braseros, con la erótica que tenían...
ResponderEliminarpues el viernes me comí una hamburguesa en el burger king despues de por lo menos 3 años; justo despues de que pusieras tu post. Parece que la publicidad subliminal funciona, ten cuidaito con lo que pones...Muy bien el nuevo diseño, aunque falta el ambiento navideño.
ResponderEliminarfunes, pues si a Trevélez le añades el ágape de tu tesis (según fotos) y lo del Burriquín, vas a llegar a las navidades menudo, es decir, as myself. Abrazos.
ResponderEliminarpues hoy tengo ágape de navidad con mi curro nuevo. En un "all you can eat" mongolés, son modernillos por aquí... Si menudo llego, a ver como salgo!!! saludos!!! Abrazos
ResponderEliminarcoño, funes, ha sido llegar y besar el santo; no le sales tú rentable a los de tu curro nuevo como se dediquen a invitar así, por tó el morro. Abrazos, sí, por ahora.
ResponderEliminarMe tiene contento el nuevo (puto) beta blogger. A ver: del post de abajo lo encuentro (casi) innecesario, suerte de las tiras (tiros) de Mauro Entrialgo. Innecesario lo digo porqué este blog tampoco se ha decantado ni pasiva o activa por una tendencia excesivamente "ego-dinamica" y no creo que haga falta otra cosa más para los lectores (me incluyo) que seguir posteando (tú, usted)por el (nuestro) bien. Pero sirve como un pequeño resumen de lo ya publicado.
ResponderEliminarje, Sr. Alvy, esa utilización de los paréntesis tan benetiana me encanta. Oirle por aquí es siempre una delicia. Un abrazo.
ResponderEliminarPuf, qué poema tan brutal!
ResponderEliminarReconozco que a veces me entra nostalgia de burger y preparamos una tarde mcdonalds en casa. Eso sí, tuneo la hamburguesa a mi gusto y pongo luz cálida para olvidar esa luz de comisaria de los burgers...
Siento repetirme, pero es que los poemas de Vilas me incitan al anecdotario: recuerdo la hamburguesa con carne de cordero en el mcdonalds de Delhi. La luz era la misma, los colores eran los mismos, pero luego estaba ese sabor a mesón castellano en la boca, tan desconcertante...
Un abrazo, Enrique.
Ana, qué envidia. Sabor a mesón castellano en Delhi; suena bien y seguramente sabrá casi mejor. Qué maravilla. Otro abrazo para ti, Ana.
ResponderEliminareeeehhh.... sabía raro. Súmale al cordero los ingredientes habituales: ketchup, pepinillo, mostaza, etc. Muy, muy raro.
ResponderEliminarcordero con ketchup y mostazo; no sé, no sé; eso sí, por probarlo que no quede. A ver si los Macdonalds estos organizan jornadas gastronómicas y puedo probarlo o me voy a Delhi, directamente.
ResponderEliminarEn Marruecos, en Fez, también había hamburguesas de corderito, pero optamos por tomarnos entre los dos un kgr de chuletillas en un kiosko de carretera, de esos en q los corderos están colgados en la calle y te lo cortan y asan allí mismo..el precio si q era estupendo: 90 dirham (9 euros, vamos). Un besote. cuti
ResponderEliminarBuena tarde
ResponderEliminarHola Enrique,
Te recibo. Cambio
Se te escucha alto y claro;-).Cambio.
Me gusta, creo que el blog ha quedado más nítido.
Apenas hay tiempo, pero me gusta pasarme por aquí aunque no me guste MacDonald's (nunca lo había visto desde el punto de vista marxista;-)jeje.
Un abrazo
cambio; fíjate, Olvido, ese propósito de igualación democrática de Vilas; es una visión maravillosa, aunque, claro, macdonald's no sea lo más adecuado. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarEl poema de Vilas me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarSaludos.