Hay que estar atentos porque la magia salta en cualquier parte y a cualquier hora. El sábado me la encontré en un texto (una crítica de una exposición) de Enrique Andrés Ruiz, poeta y crítico de arte, sobre el pintor Juan Carlos Lázaro, a propósito de la exposición de éste en Galería Luis Gurriarán de Madrid. El texto se publicaba en el suplemento ABCD las artes y las letras de Abc.
La reseña de Enrique Andrés Ruiz comienza hablando de algo prodigioso: el momento entre el día y la noche, esa huella de luz que queda en la tarde que se ha convertido ya en noche, esa huella que es casi sonora y que conforma un día aparte del día, una hora que no señalan los relojes. Escribe:
"Entre un malva cansado y un añil oscuro pero encendido, quedan las largas, inacabables tardes del verano cuando les llega la hora de irse, como paradas, como sin querer irse. Prende en los ojos entonces, cuando la noche ya debiera haber llegado con la capa de sus sombras, un reverbero de luz fosfórica que se resiste a esa llegada, en un cristal de la calle, en el paño de una cómoda, en el filo del cielo. Es el resto o el fondo casi indestructible del día que se va, diríamos que la esencia de algo que ya está ausente. Sabemos que Azorín, en su Castilla del tiempo, llamó "la fragancia del vaso" a lo que queda de algo que ya no está, una algo que sin estar, es todavía."
Difícil no quedarse con la boca abierta ante tal latigazo de verdad honda y hermosa, por cierto, marca de la casa en todas las críticas de arte de Enrique Andrés Ruiz. Nacido en Soria en 1961, ha publicado los libros de poesía Más valer (Pre-textos 1994), El reino (Pretextos 1997) y Estrella de la tarde (Mainel 2000), además de un libro muy curioso publicado en Renacimiento en 1995, y que traerá por aquí en otra ocasión: "La visión memorable", con el subtítulo "Sobre las huellas de la emoción en la tauromaquia, la poesía y la pintura, como ejemplos de transparencia en la expresión artística". Su poesía es muy original (no se parece a ningún otro poeta contemporáneo), se fija en una naturaleza que nos rodea y que viene de muy lejos, como un acento en lo legendario que es lo que nos nutre (también la pondré aquí)
El texto completo de Lo que queda en las tardes se puede leer en este enlace
El pintor Juan Carlos Lázaro, del que es el cuadro de arriba, nacido en Frenegal de la Sierra, Badajoz, en 1962, además de su trabajo, que se puede ver en este enlace, ha escrito para la exposición una reflexión teórica que me ha interesado mucho y que copio aquí:
"Soy un simple intérprete de la realidad de las cosas, al que le gusta poner de relieve la realidad misma de la pintura.
Conformando esta otra realidad, plástica, propia, cuyo fundamento está en la sencillez y neutralidad con que se utilizan los medios pictóricos: la luz, el espacio, el gesto del pincel, y sobre todo, el tono.
Poniendo estos medios al servicio de hacer que la pintura misma esté presente, visible, audible, sola.
Para que así hable únicamente la pintura. Con su propia voz, con sus colores y formas.
Este es el verdadero tema de mis cuadros: hacer hablar a la pintura con sus propios medios.
Por esto depuro los objetos de sus detalles descriptivos y circunstanciales, volviéndolos puros elementos compositivos, pintura sola.
Poniendo la pintura al servicio del fin que le es inherente a si misma: que sea sólo la pintura la que cuente cosas."
Por cierto, el final del artículo/reseña de Ruiz termina con un título que se llama Oír el silencio, que me hace pensar en aquella obsesión de Van Morrison en su Hymns to the silence (quizá su mejor disco), repetido una y otra vez en la pregunta, cantada, surrada, can you feel the silence?Hace un año y dos días: Cortometraje: "Si quieres, puedes", de Rlux
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Me temo que soy de gustos más simples Enrique, de prosa menos engalanada. ¡Que se le va a hacer!
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Como bien puedes suponer, compa Enrique, no conozco a ninguno de los autores que relacionas en tu reseña (ni al literario, ni al pictórico); pero me ha llamado, y mucho, la atención que el pintor sea paisano de mi madre, de Fregenal de la Sierra, hermosísimo pueblo al que hace la tira de años que no voy. Ha sido bonito rememorar el lugar al hilo de tu comentario. Y a los autores (aunque a mí, como a la compa Miriam, tampoco me pierda la lírica demasiado lírica), pues se te agradece que no los dés a conocer con tu buen gusto y tino habituales.
ResponderEliminarUn abrazo (y buena semana).
P.S. yo también me vuelvo locuelo con un buen atardecer de verano, de ésos que se derriten sin final...
Pues a mí me han encantado las palabras del poeta, y también las del pintor. Y cómo no, las del prescriptor....Me gusta seguir el hilo y ver cómo relacionas unas cosas con otras; hoy hemos tenido escritura, pintura, al final, música. ¿Qué más se puede pedir?
ResponderEliminarGracias, Enrique.
qué linda la metáfora de Azorín...
ResponderEliminarYo no sé que más se puede pedir, sé que más se puede decir: Marsu pelota.
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Pero, Miriam, si no es tan engalanada; fíjate como suena, léelo en voz alta. También es cierto, y en eso te doy la razón, que los poetas escribiendo prosa son peligrosos, mucho. Un beso, guapetona.
ResponderEliminarGracias, Miguel, compa. No sé si conozco Fregenal; si está en la frontera con Huelva, creo que lo he visto; eso sí, de pasada, por lo que pararé la próxima vez que pase. Gracias por tus palabras y un abrazo fuerte, Miguel.
Marsu, muchas gracias; a mí me encanta ese párrafo, llevo todo el fin de semana con él, dándole vueltas y pensando en cómo contiene mucho de lo que me gustaría apresar en un texto. Un beso fuerte,Marsu.
Sí, Pussy, me gusta también esa metáfora, sobre todo por lo que tiene de mágico: cómo permanece lo que no está y ha estado. Un beso, Pussy.
La fragancia del vaso... Creo que me voy a hacer un pequeño diccionario de sensaciones. Esta será la primera entrada :)
ResponderEliminarFíjate que creo que voy a copiar algo en mi librillo de tapas duras...me lo estoy pensando.
ResponderEliminarPues yo... pues yo...¡¡¡llevo tres días escuchando reggaeton!!! (del bueno, eso sí)
ResponderEliminarMe gusta la contradicón de Lázaro:
ResponderEliminar"Soy un simple intérprete de la realidad de las cosas..." y "Conformando esta otra realidad...", aúnque no se dio cuenta, no hay conformación. Y la critica es preciosa.
Un beso.
Lector atento y poeta tú (tu presentación también es poesía), poetas ellos, de la luz y de la galanura de las cosas. Un abrazo.
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