En 1995 el Comité Ciudadano Antisida de Granada, a través de un siempre generoso Gerardo Venteo, me invitaba a un proyecto que se iba a llamar Memoria Azul y que consistía en una carpeta, preciosa y enorme, donde se unían un poema y una pintura de varios poetas y artistas, y de la que se iban a sacar a la venta 100 ejemplares para recaudar fondos. (Pondré por aquí algún día el maravilloso texto introductorio de Mariano Maresca). Acepté, por supuesto, y con la suerte de que se me emparentó con Manuel Vela, que entregó un trabajo soberbio (no puedo escanearlo, es demasiado grande): una serigrafía que me sigue emocionando cuando la miro. (Alguna parecida se puede ver en su página web, en obra gráfica)
El poema no tenía por qué ser inédito. Se podía ceder un poema ya publicado. Sin embargo, en mi caso, trabajaba entonces en un poema que se llamaba Bajo la piel, en recuerdo de la canción de Cole Porter, I've got you under my skin, en la versión que hizo Neneh Cherry. Contaba una historia real, que me había sucedido hacía muy poco.
Bajo la piel era lo que en su día no había podido contestar a alguien que me había contado su historia. Pongamos que se llamaba Ana (de hecho, el poema se publicó, no recuerdo dónde, con el título Ana recoge un análisis) y que tras un diagnóstico de sida, con la intención de no volver a trabajar y vivir intensamente el resto de sus días (entonces el sida era aún más grave que hoy), decide llevar desde el sur a Madrid unos cuantos kilos de hashich. La detención, tontísima (por un piloto delantero fundido y una señal de stop de la guardia civil que puso muy nerviosos a Ana y su novio -nunca habían hecho algo parecido-) fue en la provincia de Granada y yo estaba de guardia, por lo que me hice cargo de la detención. A través de las visitas que le hice a la cárcel, tuvimos cierta cercanía a través de varias charlas donde me contó parte de su historia. Hice amistad con Ana y con sus padres. Aún conservo una cartera de piel (le tengo un cariño especial) que me regalaron, cariñosos y generosísimos. Pero perdimos el contacto. Queda el poema, que pongo hoy aquí.
Bajo la piel
Ese papel repleto de números y siglas
que me has mostrado
no dice el mundo,
no, ni siquiera lo interpreta
en ese orden férreo que imponen
esas torpes columnas que lo cubren.
No importa. Del pliego arrugado
que muestras temblorosa
debes saber que tan sólo confirma
que lo que fue del tacto, de su vasto gobierno,
a veces permanece algo bajo la piel,
y no como memoria tibia, cierta,
no como ese perfume joven
que llega y llena las estancias
que fue cerrando el tiempo, no.
Bajo la piel, a veces, es sólo el desacuerdo,
las horas astilladas y difusas,
la cerrazón penúltima, lo único que sabemos:
que al lado de cada palabra
que le arrancamos a la vida
-para escribirla sobre el alma-
existe en paralelo un precio
ajustado, implacable, triste.
Bajo tu piel navega la etiqueta
desprendida de todas tus horas y tus días
con su precio final, injusto, digno.
Bajo mi piel, tus ojos húmedos
y el autobús vacío e iluminado
-acelerando enloquecido
por las calles de esta ciudad
de la que tan sólo recuerdas
una visita con tus padres
hace más de veinte años-
que me has incrustado en el alma
como una bala necesaria,
deseada tal vez, a tiempo.
Hace un año y dos días: Viernes musical: Lcd Soundsystem, St. Germanin y Jarvis Cocker
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La historia y el poema son muy hermosos, poseen esa belleza que sólo tienen penas e infortunios, que son los lugares donde la esperanza brilla más.
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Gracias, Miriam, me alegro de que te gusten y me gusta lo que dices de la esperanza. Un beso fuerte, con la esperanza de ver esas fotos del disfraz de pino :))
ResponderEliminarSin embargo, a mí me ha entristecido la aparición repetida de la palabra "precio". Hay dias que siento como si siempre tuviéramos que estar pagando por algo.
ResponderEliminarAunque reconozco que otros días me parece que, para todo lo que tengo, he dado y doy muy poco.
Supongo que es cuestión de estado emocional, hormonas, cualquier cosa que suceda a mi alrededor...soy más permeable que una esponja, todo me afecta, leñe.
Yo también quiero ver el pino...
El poema es bellísimo, mil gracias, Enrique.
Muchas gracias, Marsu. Lo del precio es buscado. Sí, hay que pagar por todo, no necesariamente en dinerito, pero todo tiene su precio, como esa etiqueta que se desprende. Me gusta lo que dices y lo que cuentas. Es que hay días... Eso sí, lo del pino lo tiene que poner Miriam (si tarda, la presionaremos con un blog a propósito: elblogdelpinodemiriam.blogspot.com). Un beso y gracias a ti, Marsu.
ResponderEliminarNo sé muy bien, compa Enrique, si más hermoso que triste, o más triste que hermoso. En cualquier caso, ambas dos cosas, desde luego. Ah, y qué curiosidad y casualidad (y agradable sorpresa): si ahora va a resultar que hasta somos compañeros (o casi; yo me dí de baja en el 99 como ejerciente...) de gremio (porque quiero entender que la guardia a la que aludes es abogadil, claro...).
ResponderEliminarUn abrazo, y buena semana (prenavideña...)
A ver si esta vez me deja hacer el comentario, joe...q decía q me gusta cuando explicas de donde viene el poema, me lo hace más familiar aun. Preciosa historia, triste, sí, pero preciosa y mejores aun esos tiempos. Un beso. CUti
ResponderEliminarvaya, ambos hablamos del sida...
ResponderEliminarcomo el precio del alma...cuánto está uno dispuesto a pagar por la suya?
ResponderEliminarun buen texto enrique que ya había leído en este blog por cierto, me equivoco?
(offtopic: sé que se pasa usted hace tiempo por mi blog...pero por qué nunca comenta?, no digo que lo haga ni mucho menos, sólo que me tiene bastante intrigrado)
Gracias, Manuel. Jejeje, compas compas, doblemente compas, fíjate. Yo dejé de ser ejerciente en el 2001 y acabo de volver, no he podido evitarlo, me gusta demasiado. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarGracias, Cuti, ya veo cómo te peleas con el blogger que está imposible, con lo que te agradezco aun más el esfuerzo, jejeje. Un beso, enana.
Después de comentar en su blog, Pussy, me he quedado pensando lo mismo, sí, qué coincidencia tan extraña. Un beso y a ver si coincidimos en la música disco, elele.
Gracias, loco. Ahora que lo dices, creo que sí, sniiffff, creo que ya lo puse. No llevo un registro de lo que voy poniendo y lo hago de memoria, con lo cual, fiascos como éste, son muy posibles. En todo caso, mea culpa. En cuanto a tu offtopic, créeme que sí, que te visito y que no comento. El motivo es bien sencillo: falta de tiempo. Tampoco soy partidario de un simple gracias o un abrazo, pero a veces es suficiente. Me resulta muy difícil no poner un comentario en tu blog cuando pones una canción de Durrutti column (los adoro), así que entono otro mea culpa y sacaré algo más de tiempo, no sólo para leerte, sino también para ponerte unas líneas, aunque sean apresuradas. Un abrazo muy muy fuerte y gracias por el doble tirón de orejas :))
Buenas noches Enrique,
ResponderEliminarcomo bien dice Myriam, no sé si es más bonita la historia... o el poema. Preciosos los dos.
Estoooo... mira.... aterricé en tu blog un día por casualidad -¿porqué no confesar la ruta?: creo recordar qu fue con una búsqueda en google sobre FactoDelafé (un ejemplo más de que Los caminos de la red son inescrutables.
Como todo en Internet, lo miré rápido, me quedé con el enlace, volví; veía los títulos a la derecha, por un momento pensé que eran libros tuyos, y como no enlazaban (ningún dedo salvador) con nada, lo dí como "esas lecturas preferidas del Blogger", y te calatogué mentalmente como abogado (ahora veo que no andaba tan mal encaminado).
Ahora descubro (por otros caminos que no vienen a cuento) que no estaba equivocado en aquél primer momento: ¡haz caso a tus intuiciones! Ya me ha pasado algo parecido con otro amigo blogger que ha resultado ser un fotógrafo (muy) profesional. Así que... a tí y al fotógrafo, pues... mis excusas a posteriori por si en algunos comentarios he podido ser, quizás, más insolente de la cuenta. Pero, ¡que coño!, ésa es la gracias de la blogosfera, que nos deshinibe un poquito a todos sin dejar de ser nosotros mismos (y sin esconder nuestra identidad).
AM (y, por cierto, suscribía la intriga del Loco Oficial sobre los blogs ajenos...)
El comentario anterior es mío, pero no hay manera de engañar al jodido Blogger para poder dejar la Url asociada al nombre (como antes). Seguiré intentando. Saludos. Andrés
ResponderEliminarAndrés, buenos días (veo que tenemos los horarios cambiados). Gracias por tu extenso comentario, generoso como siempre. A ti llegué a través de un comentario tuyo que me gustó, mucho. Ni que decir tiene que me engaché a tu blog irremediablemente. Hablas de cosas que me vuelven loco y lo haces de una forma que me gusta: naturalmente (no, no es fácil). Lo cierto es que lo que tú mismo dices (la rapidez de este medio, la urgencia que impone) es el motivo de que no pueda recrearme con calma comentando todo lo que me gustaría, escribiendo largo o tendido sobre lo que me provoca tu blog o el del loco, por ejemplo. En todo caso, nada que no tenga remedio. Lo que tú llamas insolencia yo le llamo naturalidad y, créeme, me encanta. Un abrazo muy muy muy fuerte. Lo de blogger no lo entiendo. Creo que es general. Fíjate, la semana pasada estuvo en inglés, sin poder modificarse. Tuvimos suerte. Si llega a ser en ruso nos hubiéramos quedado en blanco... Otro abrazo.
ResponderEliminarBuenooo, el Loco y yo te perdonamos, esperando una mayor dedicación futura, y tienes escusa, por las cosas que aquí cuelgas.
ResponderEliminarLo de Blogger es una locura: post pendiente, "Google se hace con demasiado poder", más que Microsoft, o más peligroso, porque tienen miles y millones de datos personales de todos nosotros.
Hasta pronto pues, y un abrazo mañananero. ;-) AM
(Por cierto: "El Crematorio", que acabo de comenzar por recomendación tuya, es.pec.ta.cu.lar; esto es como los toreros, qué de lejos -en seguida, a la primera página- se reconoce a los buenos escrutores -y qué pocos hay, qué difícil es encontrarlos)