Tenía ganas de hablar un rato, de escribir aquí esa sensación -casi clara- de cansancio y felicidad de estos últimos días, cuando el otoño nos ha dado esta tregua dorado a base de bonanza, sol dorado y un sorbo dulce de casa y calle.
Quería remontar dobleces, apurar la tarde que cae, explicar cómo todo lo que es de la sencillez y la alegría se va amontonando a los lados, como esos postes -a franjas negras y amarillas- que, en las carreteras de montaña, evitan que te pierdas en la niebla.
Hubiera querido hablar de todo lo que es claro, de lo que es franco y abierto, de lo que pertenece a la sonrisa y a la piel que pronuncia o balbucea, de eso que nos acerca y hace que, sin esfuerzo alguno, podamos entender esas razones diferentes de las que hablaba Espriu. No sé exactamente de lo que quería hablar aquí, pero quería contar que uno, a lo mejor, muchas veces, se siente bien y pareciera que el loco mecanismo que hace girar todo esto estuviera, por una vez, ajustado.
Quería hablar de un poema de José Luis Gallero, que dejo aquí:
a veces
pierdes
la facultad de reunirte contigo:
la facultad de no estar solo
la facultad de hacer milagros
la facultad de distinguir
tu propia aventura
de ver
de oír:
el grillo está en el verde
la brisa está en las hojas
la luna está en el cielo
Quería hablar del gesto de una rebeca vieja que cubre unos hombros, de su milagro a base de fuego y sencillez, iba a explicar cómo he visto salir el sol, pronunciando una especie de abrazo, estos últimos días de la semana y cómo he pensado en vueltas, en trayectos, en lo extrañamente sencillo que es, en el fondo, todo, el mecanismo de una caminata, el brillo del barro, la dulcísima quietud de los bosques, el prodigio del sueño, la arritmia de lo que es cercano y nos es extraño.
Pero no, claro. Comienzo a escuchar el último disco de Baaba Maal, Television, y me quedo a vivir en la canción, con el mismo título, que abre el disco. Encuentro ahí todo lo que hubiera podido traer aquí, con mi torpeza. Tiene ese brillo de inocencia y esperanza, cansancio y alegría, amor y miedo, camino atrás y adelante, el gesto de rebeca desgastada que quería contarles, sí, y tiene, sobre todo, como todo lo que es grande y alto y ha cruzado los surcos arrugados del alma, sí, tiene ese extraño y hermosísimo abordaje en que consiste todo esto.
Feliz fin de semana.
Hace un año y un día: La condena, un poema de Felipe Benítez Reyes
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Te entiendo perfectamente aunque yo no pueda transmitir con esa claridad las sensaciones de apreciar esos tonos dorados de este mes de octubre y esa tranquilidad de sentirse uno agusto con uno mismo y con lo que nos rodea. Un beso. Mam.
ResponderEliminarQúe post tan bonito Enrique y que gracia que escribas algo así estos días, este Octubre está siendo todo un regalo para mi.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Besos.
Estimado Enrique:
ResponderEliminarHe pasado por tu blog y me parece interesante.
Mi enhorabuena.
Un saludo
http://jesusapariciogonzalez.blogspot.com/
Emocionante y letal tu texto y el poema. Gracias.
ResponderEliminarGerardo V.
Al leer una entrada como éste el mundo virtual se siente más cercano, humano y cargado de emociones sencillas. Gracias.
ResponderEliminarLa canción me ha encantado