A las seis de la mañana, con Mus, se adivina el día al fondo, hacia el este. Es un indicio, una promesa, un atisbo. Las centellas de lo que será.
A las once de la noche, con Mus, queda al oeste un rastro del incendio del día. Es una mueca, un adiós, también un indicio. Las ascuas remotas de lo que ha sido.
Pienso en mí y me pregunto qué hora interior del día marco yo, si soy un indicio, un atisbo, o un cúmulo de ascuas que ya están diciendo adiós.
Tal vez todo eso a la vez.
No sé.
Hace un año y dos días: Forges, cervezas y Jason Lyte
Pues eres un poeta jugando a no serlo. ¿Quién si no podría escribir algo así? Gracias y un beso, M.
ResponderEliminarMi enhorabuena Enrique. Es un texto precioso. Probablemente nos sentímos muchas veces como ascuas de lo que ha sido o hemos sido peor al final siempre tenemos que confiar en el amanecer. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Mentha. No, nada de poeta, si acaso el del chiste, el que fue a confesarse. Eso sí. Un beso :))
ResponderEliminarMil gracias, Marcos. Sí, claro, hay que confiar, ya lo decía Parreño: no se cansa el que confía. Un abrazo bien fuerte.
Me encantan estas reflexiones breves.
ResponderEliminarBreves en palabras pero enormes en significado.
Tengo esto abandonado desde el miércoles pasado, pero ahora me pongo con fanclub. Un beso. Cuti
ResponderEliminarLa hora que marcas, compa Enrique, no la sé; lo único que sé, y que disfruto, es lo bien que, sin saberla, nos la cuentas, pillastre...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buena semana.
Yo admiro tu saber de decir tanto con tan poco, con lo que me gustan a mi estos días me ha encantado tu manera de describirlos.
ResponderEliminarAl toby no le sacas a las 6am ni loco, un día se fue conmigo de paseo a las 8, pero fue porque se despistó, nunca más. Lo de las noches si que le encanta, yo pensaba que era por el calor del verano pero que va, en burgos a bajo cero igual, que tío.
un beso.
Y porqué no puede que seas... ¿una cosa después de la otra?
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