Cuando he visto en Manzanas azules (gracias, Miriam) el enlace al vídeo de 091 tocando Tengo el corazón contento, de Palito Ortega, cantada por Marisol, me he acordado de otros tiempos, de otros años.
Recuerdo conciertos en los que 091 bordó este tema, que solían tocar como bis. No es extraño, pues, que a través de la canción se pueda oir esa época en la que quizás fuimos inmortales, muy libres, ajenos a reglas y a mapas, abiertos a las noches y los días. Por mi parte, intenté (sin conseguirlo) plasmarlo en algún poema, que se publicó después en Tormenta alrededor de una fotografía (1991). Los pongo aquí, junto al vídeo, en recuerdo de aquellos tiempos, no necesariamente mejores, pero sí más inconscientes y, sobre todo, cercanos a una cierta inmortalidad.
Inaugurábamos otoño,
pero para nosotros
no era sino otro modo de la apuesta
o las crines doradas de los días.
Se acercaba el otoño
y se le veía llegar
entre las cazadoras de la fotografía
con su gesto de viejo conocido
que no robará nada.
Inaugurábamos otoño
y seguíamos vivos.
Nada más importaba.
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En la fotografía estamos los de siempre
sentados en un banco.
Es como si se hubiera detenido el tiempo
junto a nosotros para posar su abrigo
de lentas plumas.
Allí éramos
nosotros, decididos y algo turbios,
inmortales acaso.
Creo que se ve bien claro
lo que nos une bajo estandartes
afilados como la niebla
y no hay nada tan bello
como reconocernos más allá,
habitándolo todo.
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Me ha gustado la poesía. Te leeré.
ResponderEliminarY ahora tras esto sólo me sale aquello de ..."por la adolescencia perdida".
Buen día Enrique
Carmen dijo:buenos días Enrique , retomo el blog despues de unos días sin el cacharro este al que le han hecho algunos arregillos,entre otros, ampliarle la memoria, bien podían habermela ampliado a mí que buena falta me hace.Bueno siempre me gustó y aún canto el corazón contento que le oí a Marisol innumerables veces.Preciosa poesia la tuya.Un beso.
ResponderEliminarHe sobrevivido a duras penas a estas malditas fiestas, me superan, no puedo con ellas. Y hoy que me he decido a pasar aunque solo sea a visitar a los amigos me encuentro con este precioso regalo:¡Que bellos poemas Enrique!, muchísimas gracias.
ResponderEliminarHe empezado el año escuchando viejas canciones de los cero ¡umm que raro!. Éramos inmortales sin duda, ¿más libres? No lo sé. Ahora estamos más gordos, sufrimos menos y nos creemos más sabios: ¿seguro que no fueron tiempos mejores? Ja, ja, ja Enrique eres encantador.
Un beso, Miriam G.
Gracias, Olvido; sí, la eterna adolescencia, ¿por qué no?. Buen día también para ti.
ResponderEliminarCarmen, lo mejor de la edad es ir perdiendo memoria; al menos, te va dando excusas para dejar lo accesorio. Yo, de cambiarme, me cambiaba el chasis, y me iba a poner uno... Un beso.
Miriam, qué alegría verte; las navidades, bueno, tampoco pasa nada porque son cortas; además, tú tienes una niña y a los niños les suelen gustar. Creo que lo mejor, tal vez, es lo de ahora. La tranquilidad de los años, la independencia, el poder pensar, leer, pasear. Antes tenías que salir, emborracharte, tirar tejos a las tías, no sé, mucho curro. Es broma. Cada edad tiene lo suyo. Lo importante es que no pasen en balde. Un beso muy fuerte y no me pongas coloradoooo. :))
Que me hubiera gustado asistir a uno de esos primeros conciertos de los cero, lo q daría por volver a verlos. Me conformaré con el video, q no es poco. Gracias. Un beso. Cuti
ResponderEliminarY los poemas preciosos, q eso si pude disfrutarlo a tiempo...el primer libro, en el 91. Justo en primero de carrera. Tanto ya!! Hasta yo soy mayor...Un beso de cuti, de nuevo.
ResponderEliminarMe encanta ese otoño que viene con gesto de viejo conocido que no nos robará nada...
ResponderEliminar!La adolescencia, nada menos! !Me cachi en los mengues!
¿Sabes que publiqué un libro de relatos sobre -y en contra, y a favor- de la adolescencia? Se llamaba En días idénticos a nubes, como un verso del poema que Cernuda le dedica a la adolescencia.
Y no quiero hablar más del tema que me pongo nerviosa y me salen granos...
Un abrazo
El vídeo está fenomenal, pero más tarde bordaban esa canción; el pitos subía el brazo cuando canta "sólo le pido a dios que no me faltes nunca". Una delicia, Cuti.
ResponderEliminarAna, ya tengo yo ganas de leer algún relato tuyo. Buscaré los libros que pones en el blog; es un gustazo tenerte cerca. Y no sigo para que no salgan granos :)) Otro abrazo para ti.
Versos siempre acertados. Nostalgia feroz. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Francisco; era versos inexpertos, torpes...y seguramente, sí, acertados, por la falta de miedo. Un abrazo.
ResponderEliminarLo mismo te digo, Enrique. Me he puesto colorá...
ResponderEliminarLos libros que he colgado en el blog son todos antologías en las que hay algún cuento de mi cosecha, menos este libro que te nombré, que son todo relatos míos dedicados al temita. Creo que todavía se puede encontrar en la Casa del Libro. Agotarse no se ha agotado, te lo aseguro.