Anteayer acepté mi primer almanaque para el año 2008. Fue en una gasolinera, al pagar. La novedad con respecto a años anteriores es que ha sido la primera vez que me dan mi primer almanaque del año en una gasolinera; ha dado la casualidad - o no-, en otras ocasiones, que siempre era en los establecimientos para primitivizar, osease, para echar las primitivas, negocio que sigo considerando como el más rentable en el que invertir y en el que, de hecho, invierto religiosamente cada lunes.
Pues eso, que ya tengo mi primer almanaque del año que viene, y eso cuando todavía quedan más de dos meses para que termine éste. Es decir, un horror.
Y me explico.
Una de mis obsesiones es la rapidez en el paso del tiempo. No es una novedad. Ya estaba en Ovidio y en Horacio y me pregunto si algunos palotes pintados en cuevas prehístóricas no serían sino el acojone del pintor ante la fugacidad de los días, de los meses, de los años, de la vida misma. Además, cuando en el colegio te preguntaban cuál era el tema del poema que había leído el profesor, tenías un tanto por ciento muy elevado de acertar si, rápido, contestabas: el paso inexorable del tiempo (pronunciando inexorable como si algo extraño se te hubiera metido en la boca). Eso del paso inexorable del tiempo, en chicos de apenas trece años que oyen aquéllo de Garcilaso "En tanto que de rosa y azucena...", pues ni fú ni fá; pero, claro, dicho cuando uno peina canas, uffff.
Hay cosas que ayudan a que el tiempo pase mucho más rápido. Por ejemplo, el maldito almanaque que el gasolinero (no, no está en el diccionario) me ofreció tan amablemente sin saber que me daba un caramelo envenenado.
El deseo de que llegue el fin de semana, cuando todavía es martes; ese puente que tanto estamos esperando; las vacaciones de navidad, las de semana santa, sí, las del verano. Pasamos la vida anticipando un deseo futuro sin saber que esa víspera, que ese porvenir, acelera el presente, borrándolo casi.
Es más, uno se levanta deseando que llegue el mediodía, la comida, el breve descanso, o la media tarde para agrupar los papeles y dejar de trabajar, o el rato de la noche, la cena, el descanso, ese libro que nos espera, desde ayer, en la mesita de noche. Siempre lo que tenemos delante y, muchas veces, lo que sucedió, lo que estaba detrás. Somos memoria y porvenir, sólo eso.
Me paso la vida pensando: a tomar por culo (tal y como decía Karra Elejalde en el principio Año Mariano) lo de delante; hoy es hoy, ahora es ahora. Pero es inútil: lo que nos espera un poco más adelante luce, plateado, con su gesto de promesa y no sabemos, mientras esperamos, que pasará tan rápido que no quedará ni un ligero polvo entre los dedos para poder retenerlo.
Memoria y porvenir, sólo eso.
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ResponderEliminarVivo muy muy angustiada por "el paso inexorable del tiempo", y no me conformo con eso voy más allá, me torturo con la muerte ¡hala!, con la mía claro. Es un gran alivio ver que no es un trastorno si no una característica de mi especie je, je, je...
ResponderEliminarA ver si rescato unas líneas de mi diario fechadas allá por el año 80, tela...
Un beso, Miriam G.
Yo en el año 80, Miriam, además de inmortal, era un vividor y me daba igual un lunes que un domingo, el verano que el invierno. Ayyyssssss. Un beso, Miriam, y a ver si leo esas líneas de tu diario.
ResponderEliminarCuánta razón llevas. El paso inexorable del tiempo o el "tempus fugit" era un caballo ganador a la hora de acertar la temática de los poemas clásicos, seguido muy de cerca por el "carpe diem". Con quince años ambas cosas te suenan a chino cantonés; en la veintena el "carpe diem" cobra significado y se aplica religiosamente en la vida diaria, con o sin efectos secundarios (algunos hemos resultado seriamente tarados de tanto aplicarlo) y en la cuarentena, como bien dices, resurge ese "tempus fugit" con todo su sentido completamente descifrado, acompañado a ratos de algunas dosis de Manrique ("cualquier tiempo pasado fue mejor", bla, bla, bla); es entonces cuando recurrimos, de nuevo, a pequeños chutes de "carpe diem" que nos quedaban en el congelador para neutralizar las temáticas anteriores... En resumen, que la poesía de B.U.P. era la hoja de ruta de nuestra vida, y nosotros sin saberlo :)
ResponderEliminarUn beso. M.
Coño, M., no es que alucine con tu comentario, que alucino, y no es que desee leerte, que lo deseo; lo que más me alucina es esos tres puntos que le pones al BUP, sin prisa, tranquilamente, con qué claridad se sabe que es BUP.
ResponderEliminarEn otro orden, me gusta lo que dices de la poesía como hoja de ruta de nuestra vida, porque es así, es muy así. Uno de los objetivos de este blog es justo eso, demostrar cómo la poesía, que se lee poco, está presente en todo y puede llegar a todo. No sé qué estudian hoy los niños, pero sé que el estudio que hicimos de la literatura fue importante y aún hoy nos marca alguno de los caminos.
Un beso, M.
pues supongo que es parte de la naturaleza humana esta percepción del tiempo que tenemos concentrada alrededor de paraisos perdidos y paraisos que vendrán.
ResponderEliminarDe todas maneras, M. que pasa en la treintena que te la has saltado? que estoy metido en el principio y me interesaría saber que me espera...
saludos
Yo es que he pasado directamente de la veintena a la cuarentena, funes, hijo. La treintena ha sido una especie de preciosa estación de paso con el tiempo justo de bajar a tomar un café, comprar el Telva y conocer a un señor encantador con el que estoy haciendo el resto del viaje. Con tantas prisas es difícil encontrar un leit-motiv poético ;)
ResponderEliminarBesos, M.
Fíjese que yo también tengo mi primer calendario, me lo dieron en un restaurante chino, junto con un abanico. Increíble, para el verano que viene, imagino, así como no nos va a pasar rápido el tiempo...
ResponderEliminarComentario aparte, a mí mirar más allá de pasado mañana me da vértigo.
Estupenda entrada hoy, estupendo comentario de M, percepción rápida la de Funes y la treintena, estupendo todo para esta m... de día que llevo y las horas que me quedan prometen ir por el estilo, así que ya estoy pensando en mañana, que espero/deseo sea mejor que hoy ;). Un beso. CUti
ResponderEliminarQue claro y conciso me has habeis explicado el paso de tiempo tanto unos como otros.In illo tempo, la brevedad de la vida te la hacian ver en los Ejercicio Espirituales que se hacían en los Colegios,actualmente lo mas parecido son las convivencias, pero la verdad es que en las edades que teneis ahora, es cuando se empieza a pensar como corren las semanas. Yo tenía un compañero que decía que pasando el lunes ya teníamos la semana vencida, y tenía parte de razón. Creo recordar que antes de ese calendario, en el puente del Pilar, ya te regalé uno. Un beso.Mam.
ResponderEliminarQué razón tienes! El tiempo vuela. Al hilo de este tema y sobre el anhelado futuro pluscuamperfecto (por cierto, que ya no se dede de llamar así, pero es que una es un poco antigua), me viene a la memoria una frase de Eduard Punset, "la felicidad está en la antesala de la felicidad".
ResponderEliminarComenta, con muy buen criterio, que somos más felices con las expectativas que con las realidades. Que el perro está más contento cuando espera caricias, comida o simple atención, que cuando lo tiene o lo consigue. Obsérvate a tí mismo y a tus seres queridos. Verás que es así.
Hola que tal,me ha gustado tu blog, se te nota experto en esto, yo esta semana he empezado dos blogs, uno de rock español del bueno, je je y otro de actualidad en internet, videos y varias cosillas te invito a visitarlos y si puedes darme algun consejo te lo agradecere.
ResponderEliminarhttp://decarneyhuesos.blogspot.com/
http://pipepac-juegosymusica.blogspot.com/
Un día oí esto a un tipo: El tiempo come más qye la orilla del río. Fue hace ya mucho tiempo.
ResponderEliminarthanks
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