miércoles, diciembre 26, 2007

La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares ( I )


Para mí, uno de mis acontecimientos poéticos del año que se nos va ha sido, sin duda, la publicación del libro La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares (Ediciones Baile del sol.2007), vecina de aquí al lado, a través de su imprescindible blog El alma disponible.

Quería, a toda costa, antes de que terminara el año, comenzar a darle unas vueltas al libro de poemas de Ana, y esto por muchos motivos. El principal, claro, es porque he disfrutado de él como un enano y me gustaría, en lo posible, que los que pasan por aquí disfrutaran también de una forma de decir sencilla, muy sencilla, pero hondísima, haciendo que confluya en el poema esa magia que debe confluir cuando el poema es rotundo y logrado.

Más que un análisis conjunto del libro, he preferido detenerme en algunos poemas que me han entusiasmado y que creo muy representativos no sólo de este poemario, sino de otros poemas que he ido leyendo en el blog de Ana: El alma disponible.

Comienzo con el poema que abre el libro, sin título, para hablar de algo que me importa mucho. En un poema es importante no sólo lo que se dice, sino también lo que no se dice. El poema, por su naturaleza, calla, deja zonas en penumbra que el que lee debe estar viendo como se ve algo de reojo. Un poema es importante no sólo por lo que nombra, sino también por lo calla, por lo que dice a medias, por lo que apenas pronuncia, por lo que deja a un lado, en esos espacios en blanco que quedan alrededor de las líneas impresas del poema en la página.

Ana lo borda. A través de los tres versos de la última estrofa nos introduce, sin decir nada, en toda una historia de recuerdos, de familia, de silencios que vienen de la memoria. Además, el poema sirve de toma de temperatura del libro, de su cadencia, de su forma de decir, dura y piadosa, comprendiendo a través de los poemas las reglas del juego poético que no otras que las propias reglas de juego de la vida.

El poema está en la primera parte del libro, que se llama Tres, dedicado a poemas que hablan de la madre y de la hija, como trazando los vértices de un triángulo donde el otro vértice lo vemos también como de reojo y donde está ese yo que escribe. Verse a través de otros, formar parte invisible, pero patente, de una genealogía del corazón.

Dejo el soberbio poema.

Hija, si en algún momento
mientras estás ocupada en crecer
-dura y lícita tarea-
puedes mirarme a los ojos
hazlo.

No te dejes las preguntas
para cuando sea la misma voz
la que cuestione y la que responda.

Mira que en esta familia
tenemos la dolorosa costumbre
de conocernos mejor de muertos.


Hace un año y cuatro días: El juego de las versiones: Hallelujah (y 2) por Enrique Morente, John Cale, Rufus Wainwright, K.D. Lang y Willie Nelson

Hace un año: Aportación de Walt Disney a la especie, de Jordi Virallonga

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7 comentarios:

  1. Anónimo7:06 a. m.

    Pedazo de poema. Gracias como siempre por estos regalos que nos haces. Besos.

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  2. Anónimo7:40 a. m.

    ¡ Que bonito poema! y cuanto hay de verdad en esas pocas líneas. Un abrazo. Mam.

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  3. Anónimo10:55 a. m.

    Hondísimo. Y gran sencillez para condensar lo complejo. Un beso. M.

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  4. Anónimo12:25 p. m.

    Precioso. Apunta este libro para mi próximo regalo ;). Un beso

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  5. Anónimo1:19 p. m.

    Hola Enrique,

    me alegro de que te hayas recuperado de tu gripe (y hayas sobrevivido con salud a la primera tanda de festejos)

    El poema de Ana... Es una preciosidad, ¡directo a la diana! Cuántas (y cómo de universales) verdades; es espectacular (y escalofriante) lo de "conocernos mejor de muertos". Me paso por su blog para felicitarla.

    (Offtopic: y gracias por tu último comentario en mi página -¡no se te ocurra leerte ese libro, puede resultarte un verdadero tostón, y temo que tu aprecio sobre mi persona caiga en picado!-)

    Un fuerte fuerte abrazo para tí también, y te deseo -si no nos escribimos antes- que entres en 08 con buen pie (lo cual no dudo).

    Am

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  6. Anónimo1:52 p. m.

    A mí me encanta hasta el título del libro...

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  7. Qué poema tan difícil de roer, compa Enrique, pero qué hermoso, desde luego que sí. Está claro (es algo que tengo claro, para ser más exacto, desde que frecuento tu blog) que mi abandono absoluto de la poesía como objeto de lectura es un error, y craso, así que no cometeré la torpeza de dejarlo como uno de esos empeños-propuesta de buena voluntad para el próximo año (que ya se sabe cuándo -pronto- y cómo -en el cubo de la basura- suelen acabar...), y empezaré a la tarea desde ya. O, al menos, intentarlo.

    Por cierto, una alegría tenerte de vuelta.

    Un fuerte abrazo.

    P.S. ah, y a ver si me paso por el blog de la autora, para, como bien apunta Andrés, felicitarla personalmente (se lo merece).

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