Decía Parreño en Las guerras civiles que el poeta no es un ser extraordinario, sino alguien al que, a lo mejor, una vez le había pasado algo, más o menos excepcional, y se pasaba el resto de su vida contándolo.
El Autodidacta, el personaje de La náusea de Sartre, señalaba: "La aventura. un acontencimiento que sale de lo ordinario sin ser forzosamente extraordinario"
(Perdón por la autocita, pero tiene su gracia), más confuso, pero indicando un camino que me interesa, recupero de un cuaderno de notas de 1992 una anotación mía a la que doy vueltas estos días: "La situación límite como acontecimiento radica en el tópico "más-difícil-todavía"; es justo cuando la vida se mejora a sí misma y nos ofrece su verdadero rostro. Sin embargo, debo inclinarme por la fuerza absoluta de lo cotidiano, donde apenas pasa casi nada (¿realismo?), pero todo, en una sola dimensión, oscila abruptamente como esa formación continua de continentes y cordilleras: invisible, pero poderosísima."
Aparte de demostrarme que voy a peor, creo que lo ordinario y lo extraordinario son la base de mucha -casi toda- la literatura. O mejor: la irrupción de lo extraordinario en lo ordinario. Si uno piensa, cuando el esquema clásico del planteamiento-nudo-desenlace (vigente, a pesar de lo que ha llovido) pide a gritos uno o varios puntos de giro narrativos para dar sentido a la propia narración, no hace sino introducir algo extraordinario en lo ordinario. Nada más. Basta pensar en cualquier peli, en cualquier novela: aparece un cadáver, se recibe una noticia, hay una ruptura, un encuentro, lo que sea.
Pero lo que a mí me interesa es cuando eso extraordinario se convierte, a su vez, en ordinario. O, mejor, ¿por qué no aspirar a una literatura que suponga la irrupción de lo ordinario en lo extraordinario?
Si nos vamos a lo vital, habría que plantearse: la muerte de un ser querido, ¿es algo extraordinario que remueve lo ordinario?, o, por el contrario, ¿es algo ordinario, una sucesión lógica e impacable?. Depende mucho del punto de vista para llegar, por ejemplo, a un poema dramático o a uno de tono reposado, acorde. La misa de réquiem de Mozart versus el Réquiem de Fauré. Hablan de lo mismo, de la muerte, pero son totalmente contrarios.
Todo esto, niños y niñas, no lleva a ningún lado. Son vueltas que le da uno a las cosas, a la literatura y a algo que me apasiona: el realismo, que está hecho, en idénticas porciones, de hechos ordinarios y extraordinarios.
Pienso, además, que la fuerza, por ejemplo, del mejor David Lynch radica justo en eso: en esa apariencia de normalidad que nos presenta, repleta de hechos ordinarios, cuando por debajo todo se está tambaleando a base de acontecimientos totalmente extraordinarios que conforman eso que llamamos realidad. Sí, es como esa calma aparente de los continentes y mares, cuando por debajo están moviéndose de una manera espeluznante.
Hace un año: ¿Cuál es la mejor novela en castellano de todos los tiempos?
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Que me gustan las entradas estas, cuando te dedicas a reflexionar, a hacernos ver lo que se te pasa por la cabeza, es como tus notas expuestas a nuestro ojos. Así haces que también piense en ello, que esté conforme con tus pensamientos o disienta y, aunque sea por un rato, cambie de tercio, haga algo extraordinario, en mi ordinaria jornada. Un beso. Cuti
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reflexión, porque al acabar de leerte haré click y aparecerá otro día nuevo.
ResponderEliminarTu si que eres extraordinario, aunque a veces te pongas ordinario;-))
Extraordinario día!
Son las dos caras de una misma moneda. Sin lo extraordinario (en su acepción de "fuera del orden, de lo ordenado y de lo común") no existiría lo ordinario ("el orden común"), de la misma forma que no habría leyes sin delitos o no habría felicidad si no existiese también desdicha. Todo está formado por contrarios, por opuestos, yin y yan, bien y mal, vida y muerte. Ordinario y extraordinario son tan complementarios y están tan intrínsicamente unidos que a veces se confunden o mutan. Puede ser tan extraordinario imaginar a un ama de casa tripulando una nave espacial como imaginar a un astronauta preparando una tortilla de patata para sus hijos en la cocina de su casa. Y ambas cosas pueden configurar lo ordinario de la vida de una misma persona. En realidad, creo que, en el caso de la literatura, lo verdaderamente extraordinario es saber contar cualquiera de estas situaciones de una forma artística (cualquiera que sea la acepción de este término), saber crear una forma de expresar la historia, la situación, la impresión, el sentimiento. Las situaciones más disparatadas, traumáticas o atroces forman parte de lo ordinario. Es la mirada sobre las cosas y la expresión (escrita, pintada, compuesta, esculpida, fotografiada) de esta mirada lo verdaderamente extraordinario. Esta reflexión me lleva a otra: lo extraordinario -en su sentido más neto- de la vida es el Arte.
ResponderEliminarA mí también me gustan estas entradas en las que reflexionas. Me hacen reflexionar sobre tu reflexión y tengo la sensación de estar musculando la mente, que falta me hace ;)
Un beso. M.
Te he entendido perfectamente aunque no sepa expresar o discernir bién lo extraordinario de lo ordinario, y más aún en el mundo literario.Un beso.Mam
ResponderEliminarSi el mundo es una campana de Gauss hoy me siento completamente outlier... Y ¿dices que eso da para escribir?
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Vengo de leer a Sergi, que también anda dándole vueltas a las cosas. Pienso que nos afecta este clima cambiante, que nos tiene mareados, y que de tanta vuelta, al final estamos revueltos. Lo aparentemente ordinario se tambalea por lo extraordinario que sucede en la sombre. Recuerdo esa sentencia conformista pero real que dice "el hombre propone y Dios dispone".
ResponderEliminarA veces conseguimos sentirnos dueños de nuestro presente y de nuestro futuro. La mayor parte del tiempo, nos sentimos engañados. Al menos yo...
P.D. Y con las letras propuestas para la verificación, me ha salido "graznas tú". Hasta blogger me hace sentir ignorada :(
Entrada filosófica muy estimulante. Más interesante es la pregunta clave que creo que te haces: "¿por qué no aspirar a una literatura que suponga la irrupción de lo ordinario en lo extraordinario?"
ResponderEliminarCreí que ibas por la senda del bueno de Millás, pero tu bucle te lleva a otro lado porque, en el fondo y como dices bien, eres un "realista"...
Yo, por mi modesta y egoísta parte, diré que estoy cansado de lo ordinario. Por eso me voy a meter otra dosis de Vila-Mata, que es una de las mejores medicinas para los amantes de esa literatura que propones...
Y gracias por el homenaje a Azcona. ¡Qué genio!
William's daddy