Ícaro
La meta es como un túnel, se nutre de tiniebla.
Lo propio de las alas es quemarse
cinco minutos antes de llegar hasta el sol.
Toda meta es un túnel que te absorbe,
es una oscuridada que se alimenta
de tu propia sustancia y de tu olvido
y ese modo de muerte que es el conseguir.
Cuando uno logra un fin se queda triste.
La meta se lo traga.
Mejor ser el mejor sin beso de champán, sin aureola.
Y el sueño se ha quemado en su inminencia,
como sabiendo que vencer es chusco.
Tus sueños se han quemado de pura lucidez.
Álvaro García (Málaga, 1965) es uno de los poetas que leo con más gusto. El poema pertenece a su soberbio libro Para lo que no existe (Pre-textos 1999). Ya lo traje por aquí (enlace).
Hace un año y dos días: En cualquier fiesta, de La Mode
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Muy buen poema aunque nunca me he sentido así. Las metas estan bien pero creo que la vida hay que vivirla en todas sus facetas no dedicarla a un fin unicamente.
ResponderEliminarBesos.
Ay, las pequeñas muertes de la vida, compa Enrique; sí que las dibuja bien con sus palabras el poeta, desde luego. Por eso, a veces, quizá es mejor no tener metas muy concretas; para no irse muriendo poquito a poco. Aunque al final, ya se sabe. En fin, lunes, mejor lo dejamos ya...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buena semana.
Esta entrada me ha servido para leer la de hace un año y dos días. Un beso. Cuti
ResponderEliminarSi está publicado por Pre-textos no hay ninguna duda de que el autor lo merece. Es bello
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