miércoles, abril 18, 2007
Nocturno en Solivella, de Joan Margarit
Nocturno en Solivella
Vienes de recorrer las viñas en la noche.
Detuviste el tractor entre las alambradas
donde se emparran verdes y tupidas las cepas,
y escuchaste la tierra a tu alrededor.
Te va dando dinero el restaurante,
pero de madrugada, ya cerrado,
haciéndote un café en el mostrador,
piensas cuánto te gusta a solas recorrer,
de noche, los alambres de las viñas.
Este local sin nadie te recuerda
cuando era un bar de pueblo, con los viejos
que cerca de la estufa jugaban a las cartas.
En la penumbra se ocultaba un Dios
arrinconado como las botellas
de anís que nadie ya solicitaba,
o como los retratos de los muertos
del comedor, el hule, igual que una bandera
cubriendo un ataúd, sobre la mesa.
Alguno de ellos transportaba vino
- volviendo con carbón - al Pirineo.
Quizá es su soledad la que te atrae
de noche hasta las viñas. Otro fue
un jugador y terminó en la cuadra
colgado con las riendas de una viga.
Quizá apostó su vida por la tuya.
Y aquella bisabuela fusilada
al pie del cementerio: te legó
la furia de existir. Son negros mirlos
que paró en pleno vuelo la mano de la muerte.
Haber vivido un día es una chispa
brillante en una oscura eternidad
sin vuelta alguna ni resurrección.
Esto telegrafían las hileras
de alambres por las viñas en la noche.
Joan Margarit (1938. Sanaüja, Segarra, Lleida). El poema pertenece al libro Estació de França (Hiperión. 1999). Otros poemas de Joan Margarit se pueden leer en estas entradas del blog: enlace + enlace.
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Que dureza, pero el final me parece una maravilla: "Haber vivido un día es una chispa
ResponderEliminarbrillante en una oscura eternidad
sin vuelta alguna ni resurrección.". Un beso. Cuti
Buenos días Quique, tras leer la poesía, inmediatamente me he acordado que hoy viene en el Culturas de la Vanguardia un amplio e interesante artículo sobre el ‘spoken word’ quizá te podría interesar. Y mirando sobre ello, encontré estas curiosas páginas.
ResponderEliminarhttp://www.notodo.com/cultura/128/palabra_y_musica_festival_spoken_word.php
http://www.pepitoisdead.com/
Buen día
Como transmite la desolación: las alambradas comienzan y cierran el poema.
ResponderEliminarY estupenda la cita de Heine.
Un saludo
Yo venía hoy un poco así, y me me puesto mucho más así...
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
poesia rústica!
ResponderEliminarSí, Cuti; Margarit es duro, muy duro, sobre todo en lo que se refiere a él mismo: no tiene piedad en la forma de mirar, pero esos destellos son alucinantes. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Olvido; me interesa mucho lo del spoken word y conozco muy poco; mi inglés es malo, sobre todo de oído, y el hecho de que ese idioma sea el principal es un obstáculo, pero busco aquí y allí porque creo que la poesía debe ir mirando hacia lugares donde están sucediendo cosas interesates, como ése y el del hip hop. Gracias por los enlaces. Un beso muy fuerte y buen día también para ti.
Gracias Miguel; a mí me gusta mucho también esa imagen de las hileras de las viñas, las alambradas, el bar cerrado. Es un poema que me encanta de un poeta al que adoro. Un saludo y gracias.
Miriam, venga, que es sólo un poema. Hace buen día, buena temperatura, qué más queremos??. Un beso muy fuerte.
Jejeje, Pussy, sí poesía rústica y ya me gustaría a mí tener unas viñitas por donde ir conduciendo un tracto viejo. Gracias y un beso muy fuerte, Sra. Galores.
Empieza bien el día. Buen poeta Margarit.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jesús. Hacía días que tenía ganas de saludarte y darte las gracias por tus visitas y por tu blog: leer a Aníbal Nuñez y a Olvido García Valdés, además de Claudio Rodríguez es un lujazo. Un saludo y muchas gracias.
ResponderEliminarMagnífico, narrativo y tan lleno de imágenes que llena por completo. ztakhev
ResponderEliminarQué despliegue, qué maravilla.
ResponderEliminarLas alambradas telegrafiando, la furia de existir, los mirlos negros!!!
Vengo de hacer un trabajo de terapia con el pasado y la familia, y esto viene al pelo. Creo que no somos conscientes del legado y la carga que tenemos detrás. Bueno, Margarit sí lo es. Como cuando dice: quizá apostó su vida por la tuya. Escalofriante, pero suceden cosas así.
Gracias, Enrique.