A estas alturas, presentar a Quim Monzó (Barcelona.1954) resulta casi innecesario, pero diré que es uno de los mejores escritores de relatos de nuestro país. Poseedor de un mundo propio, de una forma de narrar inconfundible y de una postura envidiable hacia el relato y la literatura, cada entrega de Monzó es una fiesta (al menos para mí).
Mil cretinos (Anagrama.2008) presenta un paso adelante en la obra de Quim Monzó, un más allá de la narrativa corta y me explico. El libro se divide en dos partes. La primera está compuesta por siete relatos que podríamos catalogar (aunque no es así) como tradicionales, mientras que la segunda son pequeños relatos y, sobre todo, estampas, líneas sobre algo que el autor ha observado, algo que se plantea.
Los relatos, claro, son soberbios. Llama la atención que dos de ellos (quizá los mejores), El señor Beneset y La llegada de la primavera -el más largo del conjunto- están dedicados a la vejez, a ese deterioro implacable que los hijos ven en los padres cuando avanza la edad. Son tan geniales, que me dan ganas de mandar un ejemplar a cada lector de este blog para que no se los pierda. Hay un elemento común en ambos; se trata de esa frase que alguna vez, estoy seguro, todos hemos oído decir a alguien (a nuestros padres, a nuestros abuelos, a unos parientes). "Si pudiera me tomaría una de esas pastillas que hay, que te duermen y una vez que te has dormido ya no te despiertas, porque no es sólo que te duerman, sino que mientras te duermen te matan sin ningún dolor." Es algo mágico, que funciona como elemento aglutinador de estos pasos de Monzó en la vejez, en el alzheimer, la demencia senil, las residencias para la tercera edad, las casas de nuestros padres, que se quedan solas. Con humor -como dios manda- pero con una infinita piedad, con una mirada lúcida y muy inteligente.
El paso adelante del que hablaba son esas estampas, que son algo que se ve, que se piensa, todo en un instante privilegiado, no por él, en sí mismo, sino por la revelación profunda del absurdo en el que estamos metidos todos (lo queramos o no). Así, El tenedor nos cuenta algo muy sencillo: un tenedor que cae mientras una pareja va a sentarse a comer. No hace falta más para que Monzó diseñe un universo, un tratado sobre cómo somos, sobre los que nos pasa. Shiatsu es como una cámara que pasa por el interior de un bar donde un grupo de estudiantes se va haciendo cada vez más grande. La plenitud del verano, con un grupo de familiares que se encuentran, es humorada plena, una delicia que asegura varias carcajadas.
Quim Monzó en estado puro. No se me ocurre nada más y eso, niños y niñas, es mucho, mucho, mucho. Corran a por este tomito de relatos de Monzó. Creo que me lo van a agradecer.
Dejo un par de enlaces a unas reseñas que han gustado, esperando la disección fina de Miguel Ángel Muñoz (un abrazo):
Crítica de Angel Basanta en El Mundo (enlace)
Reseña en el blog Huracanes en papel (enlace)
Copio directamente (espero que Anagrama y Monzó perdonen la infracción de la propiedad intelectual) el relato La sangre del mes que viene
La sangre del mes que viene
Durante el reinado del buen rey Herodes vive en el áspero pueblo de Nazaret una mujer llamada María, casada con un carpintero afable, José.
Una magnífica mañana de primavera, el arcángel Gabriel visita a la mujer y le dice: "Dios te ha concedido su gracia, María; el señor está contigo."
Las palabras del alado la aturullan. ¿Por qué saluda con tanto protocolo? El arcángel habla: "Dios ha decidido que tendrás un hijo; lo llamarás Jesús."
A María le cuesta entender qué quiere decir y por eso el arcángel se lo repite: "Ningún miedo, María. Dios te ha concedido la gracia de un hijo; lo llamarás Jesús."
Pero María se niega en redondo. "¿Cómo que no?", se desconcierta el arcángel. María no se vuelve atrás: "Ni hablar. No estoy de acuerdo. No tendré ese hijo."
Hace un año: No es de mayo este aire impuro (I)
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Te cojo la palabra cuando has dicho que te gustaría regalar un ejemplar del libro de Monzó a cada lector del blog. Bueno pues uno para mi de la librería de tu amiga. Creo que habrá veces que me sentiré retratada. Un beso.Mam
ResponderEliminarComo me gusta Quim Monzo. Anotado queda para cuando pueda vovler a leer.
ResponderEliminarUn beso, Miriam G.
Salud!
ResponderEliminarEnrique, que alegría encontrar esta entrada. Quim Monzó es de mis autores preferidos... ¿Cuántas veces habré puesto un relato de Monzó en mis exámenes? Una barbaridad... Además, hace dos años era lectura obligatoria para la asignatura de Llengua catalana en 2º de Bachillarato (Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury) y siempre ha sido una gozada explicar esos relatos en clase. Monzó bebe muchísimo de otro de mis autores preferidos: Pere Calders, otro maestro de los relatos cortos en el que la ironía y el humor es una firma marca de la casa. Me alegro muchísimo de que seas un seguidor de la obra de Monzó. Yo también recomiendo a todo el mundo "Mil cretins" (en versión original... jeje).
Un abrazo grande.
Jordi Vadell.
Quim Monzó tiene sobre todo una puntería maravillosa; escriba lo que escriba, acierta. Hace unos días puso Sergi un fragmento de su columna en La Vanguardia, dándole vueltas al Día del Libro; genial, como siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias por la información, tomo nota, y por el amable ofrecimiento presentístico (me acabo de inventar una palabra, jejeje).
Me ha encantado el libre albedrío de María. Se acabó la sumisión, ea. Cambió la historia.
Sigue en los pendientes, amigo, aunque me has puesto los dientes más largos de los que ya los tenía. Me gusta Monzó, y mucho, pero reconozco que últimamente se me van los ojos, quizás demasiado , hacia las editoriales independientes, y me aparto, indebidamente, reconozco, de eso que los cursis y las revistas de música han dado en llamar el "mainstream". Un abrazo fuerte.
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