viernes, febrero 26, 2010

Las canciones de mi vida: Lenny Valentino, de The Auteurs


Llego siempre tarde, es así. Hace un par de semanas estuvo por aquí el gran Luke Haines y no hablé de él, así que lo hago ahora, aunque ya no venga mucho a cuento.

Haines formó, allá por los 90, los magníficos The Auteurs, una de las bandas más prometedoras de aquella época. Debutar con un disco como New Wave, de 1993, fue siempre poner el listón muy alto. Repleto de canciones enormes, uno vuelve ahora a él y se descubre disfrutando.

Lenny Valentino abría aquel disco. Ni que decir tiene que a mí me volvió enseguida loco. Con la energía justa, con ese toque épico de lo que es de verdad, Lenny Valentino tenía, además, algo que entonces me importaba (y mucho) y que buscaba en todas partes: elegancia. La música elegante, la literatura elegante, pienso en esos conceptos y enseguida me pierdo. Pero sé, aunque me equivoque muchas veces, reconocerlo en algunas canciones.

The Auteurs no fueron una de esas bandas artys al uso, en el fondo huecas. The Auteurs (y se vio luego, con la segunda formación de Haines, Black Box Recorder, otra banda deliciosa que traeré por aquí) era un grupo totalmente pegado a la tierra, carnal, en el fondo tan sudoroso como los pantanos de Nueva Orleans, un pretexto para ir desde fuera hacia el más rontundo centro del alma. Qué delicia.

Les dejo, claro, Lenny Valentino, con dos versiones (la de estudio y una en directo que me ha gustado) y otra canción del mismo disco que me encanta, Life classes, life model, rotundamente épica, y con ese final del que llevo años intentando extraer un poema: "Now I'm a cowboy, carrying a gun, life classes, life model...".









Y qué les voy a contar que ya no sepan. Pero qué jartura de lluvia, de mal tiempo, de viento y de frío, uffffff. Y ahora les ha dado por decir que mañana sábado viene la tormenta perfecta, (lo que entre nosotros, para entendernos, es una ciclogénesis explosiva) eso sí, sin el Clooney, qué cosas. Si de repente aparecieran por la calle mil muchachas en minifalda (fíjense en la aliteración con la m, de ummmmm), a lo mejor ni las veía, preocupado como voy de no volver a empaparme los calcetines, mojarme esa calva tan bonita que me está quedando, no volver a enfriarme y seguir maldiciendo para dentro, que es algo que con los años me va gustando cada vez más. Así que finde tranki (me encantaría escribir como los muchachos de ahora), que adornaremos con algún paseo entre tormenta perfecta y tormenta perfecta, y algún plato, que ya vocearé aquí. Besos y abrazos, mis queridos niños y niñas. Gracias por su paciencia, y por su tiempo. Biba ese buen tiempo, que llegará (digo yo).

Hace un año y un día: La concejala antropófaga, nuevo corto de Almodóvar

miércoles, febrero 24, 2010

Un novio de mierda, de Borja Cobeaga

Me encanta lo que he visto de Vaya semanita y no me disgustó Pagafantas, el primer largometraje de Borja Cobeaga, del que traigo hoy por aquí un corto que me ha gustado: Un novio de mierda. A ver qué les parece (como ven, ando algo liado y no pude asistir a mi cita del lunes; por eso no traigo ni paellas ni bocatas, me los he acabado yo solito, pues se iban a poner malos, y no era cosa, ¿no?)



Hace un año y seis días: The Ronettes: be my baby

Hace un año y cuatro días: Un poco de publicidad estática + Todas las cosas, de Elle Belga

Hace un año y un día: Los poemas que me hicieron (I): Un poema de José María Parreño

viernes, febrero 19, 2010

Un poema de Sonia Fides y una canción de Local natives

Siguiendo el hallazgo de un libro que compraré hoy mismo (si puedo y más abajo descubrirán por qué), me tropiezo con un poema que me arregla la semana y, seguramente, todo el fin de semana. Es de Sonia Fides, artífice de un blog que sigo (con devoción) desde hace tiempo: Mademoiselle Joue avec son revolver. Lo dejo aquí por si alguien se apunta a un fin de semana voraz, sorprendente, muy emocionante, descreído y hermoso, muy hermoso, como lo es este poema, que sigo disfrutando cuando vuelvo a él.

ESOS FUNAMBULISTAS METÁLICOS QUE SON SIEMPRE LOS DESCAPOTABLES

Es verano,
lo dicen los termómetros,
las casas vacías,
los buzones que rozan la obesidad mórbida,
el desierto en que se han convertido
los parking de la ciudad,
la inconsciencia de esos funambulistas metálicos
que son siempre los descapotables.
El mío baja a cien kilómetros por hora
por una carretera que bien podría ser descrita
como el living room de ese lugar en el que,


según la Iglesia,
sus habitantes conviven con un verano

ininterrumpido y extremo.
Mientas conduzco noto que me convierto en un asesina,
y no tiene nada que ver con que los mosquitos
acaben aplastados sobre el parabrisas.
Piso el acelerador
y una música desbanca a los cantante de moda.
Es la señal para fingir,
para soportar con estoicismo el aire en la cara,
para asumir que lo mejor para nuestra decadencia
es que se haga adulta viajando al aire libre.


Y vía Los colores de los pensamientos, de la siempre genial Viola Tricolor encuentro (gracias) un grupo que me ha vuelto loco, Local Natives y que pienso escuchar entero. Les dejo este tema, Sun Hands, repleto de encuentros, idas y venidas y mucha música. Perfecto.



Y qué les puedo contar que ya no sepan. Pero qué tiempo más malo, señor. Me da un poco igual. En unas horas marcho (cuánto se utiliza el verbo marchar en el norte de Espaggna; todavía recuerdo a una señora, en un pueblecito de Cantabria, diciéndole a un perro "marcha, marcha"; me quedé alucinado y pensé en cómo se iba a ir un perro diciéndole marcha. Eso sí, el perro se fue, qué cosas) hacia Valencia. Mi objetivo, muy sencillo: dormir algo más de lo habitual, desayunar como un rey y, claro, disfrutar de mi plato preferido: la paella. Hoy pienso tomar la ortodoxa paella valenciana, y mañana sábado un arroz de marisco o un arroz a banda. También pienso probar (para cenar y dormir bien) algo, un fenómeno ufo de ésos, de lo que he oído hablar y no me termino de creer: un bocadillo blanc i negre, que mezcla longaniza y morcilla con algo de all i oli. Si puedo hacer una foto antes de lanzarme a él, la pondré por aquí (lo prometo). Lo malo es que me conozco y sé que terminaré mandado al diablo la foto cuando vea el bocadillo. Ayyyy. Les agradezco su tiempo y su paciencia. Les mando besos y abrazos y les voy a traer un poco de paella y un poco de bocadillo, ele. Biba el blanc i negre y Biba Valencia.

miércoles, febrero 17, 2010

Autopsia, un poema de Lawrence Schimel


Me ha gustado mucho este poema de Lawrence Schimel, que leí en ABCD. Es un trallazo, un poema de amor rotundo, muy logrado. Buscaré más de este autor, que me ha encantado, y lo traeré por aquí.

Autopsia


No pienso morirme de amor.
Pero estoy convencido de que

si me abren el cuerpo ahora mismo
descubrirán algún órgano

que no tenía antes

y que ahora tanto me duele.

Igual no es nuevo para la ciencia

pero lo es para mí:

algo que el cuerpo ha producido

sólo desde que te conocí,

desde que sigo esperando alguna respuesta

tuya.



Lawrence Schimel
(Nueva York. 1971) ha publicado en España Desayuno en la cama (Desatada). Mantiene un blog (enlace) y tiene página en Myspace. Aquí se puede leer una entrevista (enlace) con él.


Hace un año y un día: Casa de citas: Thoreau y tres versos de Juan Marqués

lunes, febrero 15, 2010

Lo de vivir (otra vuelta a Parreño)


Le estoy dando vueltas a este pequeño fragmento de José María Parreño, de su libro Las guerras civiles. Ya lo traje por aquí, pero creo que no importa. Es importante.

Vivir, sólo vivir, ¿no es posible? Dormir hondamente, trabajar lo justo, aprender a cocinar, percibir el paso del tiempo, el cambio de las estaciones. Apegarse a las personas y, cuando llegue el día, padecer su pérdida inevitable con serenidad aprendida de la naturaleza...

José María Parreño (enlace + enlace + enlace)

Hace un año y dos días: Nuevos grupos de chicas: Those dancing days y Vivian girls

viernes, febrero 12, 2010

La dama y la muerte, un corto de Javier Recio y When your mind's made up

Vía Ziritione (graciasss) veo este corto de animación, dirigido por Javier Recio y nominado al Goya y al Óscar. Genial. Me ha gustado que detrás del patrocinio estuviera la Caja de Ahorros de Granada (hubo un tiempo en que se llamaba La General, así, como lo oyen, muy granadinamente; si hubieran ido algo más lejos y se hubieran denominado La Generala, yo les hubiera confiado mis ahorricos, que son algo que no existe) donde tuve una cuenta infantil que debió abrirme alguno de mis abuelos, o alguna tía soltera dadivosa. Y, claro, el corto me ha encantado.



Esta semana he visto una peli que no está mal, Once, repleta de canciones, muchas de ellas muy emocionantes. Como ésta,When your mind's made up, algo típica pero honda, muy conseguida en el crescendo, hermosa.



Y qué más les puedo contar que ya no sepan.Frío y posibilidad de algo de nieve el lunes (no está mal). Este año no voy a poner nada de San Valentín. Un amigo, Nicolini Maquiavelo quería (sigo pensando en ello, no se crean que no) que pusiera el vídeo de la canción ésa de la mochila azul y los ojitos gordinflones. Como respuesta a su sugerencia y como premio a todos los que han sido capaces de llegar hasta aquí (y miren que el post es corto) pongo un vídeo que no anuncio en el título, así que escondo al final un sorpresa, un descubrimiento (vía mi maestro El barón rojo), un hallazgo, lo nunca visto: un anuncio de cerveza protagonizado, nada más y nada menos, que por dos señoras. Aquí lo dejo. Feliz finde, besos y abrazos.

miércoles, febrero 10, 2010

La vida según Google

¿Emocionante o espeluznante? Desde luego, la única certeza que tengo al verlo es que Google lo ha bordado. (Pongo debajo la traducción de las búsquedas) Vía ChiquiAds.




“Estudiar en el extranjero… París… Cafeterías cerca del Louvre… Traducir tu es tres mignon… - eres muy mono… Impresionar a una chica francesa… Chocolaterías París Francia… Qué son trufas… Quién es Truffaut… Consejos para relaciones a distancia… Trabajos en París… AA120… Iglesias en París… Cómo montar una cuna…"


Hace un año y un día: Especial Día de San Valentín (I): publicidad

Hace un año: Especial Día de San Valentín (II): Forges

lunes, febrero 08, 2010

Una sorpresa: Maderita y su Vivir para creer


Siguiendo la pista de EP3 me encuentro con un viejo conocido, Julio Bustamante, del que tengo por aquí Sinfonía de las horas, de 1996, en el que había un tema que adoro: Hablando de Van Morrison (se lo dejo abajo: no se lo pierdan): mi amor se llama mari juana, los domingos los niños en la cocina abrazados a las piernas esperando el arroz.

A lo que iba: que Julio Bustamante, junto con Jorge Pérez, Xema Fuentes y Cayo Ballester, de un grupo que no conozco, Ciudadano, han dado forma a una formación que se llama Maderita, con un disco ya en la calle: Vivir para creer.

No lo he oído entero, pero las tres canciones que he escuchado y que dejo en vídeo, son asombrosas en su sencillez, un prodigio de naturalidad, un encanto: luminosas, tiernas, muy gratas, la primera, además, Atención encandilada, lleva letra de un poema de Carlos Marzal (un poeta muy querido en este artefacto: enlace + enlace ), Combate por la luz, del libro Metales Pesados, de 2001, que, entre otros, contiene este hallazgo (pueden leerlo entero aquí):

Conviene contemplar la luz con más paciencia,
brindarle una atención encandilada,
el sumiso homenaje con que un bárbaro
descubre reverente en su aventura
la tierra que jamás ha visto nadie.


Me gusta esa actitud de Maderita, la forma de sentir y de ver, su manera de acercarse a las cosas, cantar en la puerta de misa, tomar unas cañas en una terraza, equivocarse, sonreir. Qué delicia, mis queridos niños y niñas, para este lunes lluvioso. (Por aquí pueden leer algo más: enlace + enlace + enlace )










Hace un año y dos días: Y no hay manera de ir donde no hay nadie (Claudio Rodríguez y Giant Sand, Howe Gelb y Shiver)

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viernes, febrero 05, 2010

Polvos de talco, francesas y píldoras anticonceptivas

















Quiere mi casa, el diseño de mi cuarto de baño, que cada vez que hago pipí me encuentre de frente, en un armarito, en la balda de arriba, dos botes de polvos de talco, ese enigma. (Quede claro que los hombres, cuando hacemos pipí, miramos a cualquier lado con tal de salpicar un poquito tapa y suelo, como dios manda)

Después de muchos años viéndolos, le pregunté a María de dónde habían salido, por qué los teníamos, y, sobre todo, de dónde venía uno de ellos que gira bajo la marca Evans, un prodigio de vintage.

Ni que decir tiene que María no recordaba haberlos usado; yo tampoco, pero me gustó mucho lo que me contó.

Según ella, en el momento en que decidimos vivir juntos, hizo su listado de cosas que necesitábamos para no olvidar nada en la compra primera de cosas imprescindibles para entrar a vivir en un piso absolutamente vacío. Me contó que, al ver siempre, de niña, en su casa polvos de talco, consideró que tener un par de botes era algo absolutamente imprescindible.

Y ahí están los botes de polvos de talco, en la balda de arriba del armarito blanco de cristales que habita en el baño. Sin usar, sin abrirse siquiera, pero con ese sentido -mágico- que les dio el juzgar que lo que había en casa de nuestros padres era necesario en nuestra casa, a pesar de no tener muy claro ninguno (no tenemos hijos) para qué sirven los polvos de talco.

Que yo sepa, o que recuerde, sólo he usado polvos de talco (mezclados con ese prodigio que gira bajo el nombre de Halibut) en un momento maravilloso: siempre en verano, cuando las caminatas con el bañador mojado te producían unas horrorosas rozaduras, que el agua del mar, la arena, hacían aun más dolorosas.

Esas caminatas, en una primera época (más niño) eran para ir a pescar a La Joya (una de las playas más maravillosas del mundo), al lado de Torrenueva (uno de los pueblos más feos del mundo), cerca de Motril, en Granada.

Las caminatas con el bañador mojado para pescar se convirtieron luego en caminatas con el objeto de buscar francesas, que solían frecuentar una urbanización, Acapulco, a la que se llegaba después de recorrer los 3 kilómetros de ese rectilíneo paseo marítimo que tenía el mágico nombre de Acera del mar (así tituló Luis Muñoz uno de sus primeros libros).

Íbamos a buscar francesas, recorríamos 3 kilómetros de paseo marítimo, padecíamos de rozaduras (era algo muy común; de hecho, nos la enseñábamos, en un ejercicio comparativo entre amigotes, a ver quién la tenía más larga, por mucho que fuera sólo una rozadura). A lo que iba, que me he perdido: que íbamos a buscar francesas, el caminar con el bañador mojado nos producía rozaduras, porque un chico francés, amigo nuestro, Alain (un bicho malo), nos había contado que en Francia, a las chicas, en cuanto cumplían 14 años, las madres le echaban en las comidas pastillas anticonceptivas para que follaran lo que quisieran. Para nosotros, claro, aquello era un sueño, lo mejor que habíamos oído nunca, y padecíamos de rozaduras por ir a buscar a esas chicas de 14 años que consumían -por un tubo, según nos contaba Alain- píldoras anticonceptivas sin siquiera saberlo.

Ahora que lo pienso, quizá, hay un hilo fino de plata entre esa inocencia nuestra en pos de las francesas de 14 años totalmente pildoradas y ese momento en el que María apunta en su lista de la compra polvos de talco pensando en lo que había en casa de sus padres. Son un brindis al sol ambos, un gesto de confianza y un acto de fe en un camino. Imagino por un momento una unión imposible y atemporal de los dos momentos y vuelvo a descubrir que el mundo, muchas veces, es un mecanismo hermosísimo, y está bien hecho.

Y en esas andamos.

Y no mucho más, como ven. Gracias por su tiempo y su paciencia, disfruten del finde. Un abrazo enorme y muchos besos. Biban las francesas, biban las píldoras anticonceptivas y biban, claro, los benditos polvos de talco.

Hace un año y tres días: A6, un poema inédito

Hace un año y un día: Vaughan Williams: Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis

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lunes, febrero 01, 2010

Una canción triste: Are you satisfied?, de Tram

De Tram, una banda casi desconocida (todavía hoy), no sé si su segundo o tercer trabajo, que se llamaba Frequently asked questions y que se abría, de manera espeluznante, con este canción, Are you satisfied?, que estuve oyendo dos o tres semanas allá por el 2000.

Arrollador, tremendo, tristísimo, hermoso, con una cadencia perfecta, con ese ritmo de la tristeza que te cala meciendo una tarde en la que buscas, entre las estanterías, todos esos temas con los que alguna vez te has hundido y que te han ayudado a sentirte mucho más triste, más desolado, sí, pero también más hermoso. Lo subo, en vídeo y audio, para que puedan disfrutarlo. Preparen los pañuelos.






Hace un año y dos días: Sangre, de Shotta + Rémi Gaillard

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