viernes, marzo 26, 2010

La última voluntad, de Javier Fesser + (Uno de los) primos, de Sánchez Arévalo y Tus amigos, de Los Punsetes


Pues eso, que casi no llego ni a comulgar, como decía el guardia civil (Saza) en Amanece que no es poco. Una semana jaleosa me ha impedido acudir a mi cita de los miércoles en la que tenía en la recámara la esquela de este año de Cassaus a Elena Lupiáñez (lo dejo para el lunes después de semana santa) por lo que intento hoy dejarles esto con un poquito de contenido por si tienen tiempo en estos días feriados que se avecinan.

Quería comentar cómo anda el patio por aquí, con la incombustible Aguirre reduciendo el gasto a través de la supresión de 48 coches oficiales (no quiero pensar en los que habrá) o los universitarios y universitarias de los colegios mayores de Madrid protestando porque van a hacerlos mixtos. Estos niños están locos. Que tengo yo 20 años, que estoy en un colegio mayor, y que me dicen que se va a llenar de muchachas, no ya en minifalda, no señor, sino en braguitas, corriendo por los pasillos, haciendo guerra de almohadas, fiestas de pijamas y esas cosas que por lo visto hacen las niñas de 20 años, no sólo no me niego, sino que, en agradecimiento a la divinidad, me hago yo el camino a Santiago o a Lourdes a la pata coja y sin fumar. Qué niños, no sé en qué están pensando. Además, por lo que he podido leer, la mayoría invoca la tradición para que los colegios mayores sigan sin ser mixtos. Pero habrá mayor tradición que las piernas de las muchachas, sus braguitas, sus pijamas, ayyyyyy, qué tropa, señor, vaya tropa, que decía Unamuno (creo).

Pues aquí van los cortos, para disfrute del respetable (y yo me callo).

Javier Fesser: La última voluntad.


Daniel Sánchez Arévalo: (Uno de los) primos

Y el grupo sensación de este año por aquí, son Los Punsetes. A mí me ha gustado este tema, no ya por la canción en sí, sino por los recuerdos que me trae. Me acuerdo de una época (bendita) en la que todas las novias que uno se echaba, en un momento dado, siempre te planteaban la disyuntiva: o tus amigos o yo. Qué tiempos, señor, qué disyuntivas más inocentes, qué vida aquella en la que todo consistía entre elegir a la novia (que te llevaba al cine, a tomar un café, a hacer manitas, y tú a intentar darle un muerdo -que era como se decía- e intentar tocarle las tetas) o tus amigos (con los que te reías, te emborrachabas, procurabas echarte otra novia y hablabas de muchachas, de piernas y de tetas). De ahí aquella frase del Pícaro que ya traje por aquí y que vuelvo a recordar (sepan, queridas niñas, que los hombres, a partir de los 40, solemos contar un millón de veces las mismas 3 batallitas): Hemos salido a no follar y, sin embargo, no hemos follado. Qué maravilla.

Los Punsetes: Tus amigos.



Y no mucho más, mis queridos niños y niñas. Viernes de Dolores, qué dolor, qué dolor, y no viene mal tiempo para la semana santa. Luego ya veremos. Y ojito, que cambian la hora el domingo y vendrán los días más largos, ummmm. Mi plan es perfecto: no ir a ninguna parte. Quedarme en casa, ordenar mi habitación (sí, como lo oyen, ordenar mi habitación) en la que hay que entrar ya con un machete, dormir, comer algo más de la cuenta, hacer algo de ejercicio, disfrutar de ese ángel que se llama Mus y de otro ángel que me suelo encontrar por los pasillos, en la cocina, trabajar un poco, ver alguna película larga, tomar un par de cañas en una terraza y seguir pensando en qué extraño y qué sencillo es esto de estar terminando ya el primer trimestre del año, tener ya 43 años y no tener todavía claro nada, salvo lo mucho que me gusta todo esto. Mil gracias por su tiempo, su paciencia, su generosidad. Les mando un abrazo y un beso y me repito, qué dolor, qué dolor, dentro de un armario.

Hace un año y tres días: A propósito de una esquela de El País

Hace un año y un día: Más sobre las esquelas de Elena Lupiáñez Salanova

lunes, marzo 22, 2010

Alex Chilton, in memoriam


Se nos va otro de los grandes. Alex Chilton (Memphis, 1950) moría el pasado miércoles, con 59 años. Lideró aquella banda (bueno, esta banda, porque se habían reunido y seguían tocando en directo) que se llamó Big Star, uno de mis grupos de cabecera, y autores de una de mis canciones de siempre: September gurls, que ya traje por aquí (enlace) y que hace llorar a José Montalvá.

En Jenesaispop se puede leer algo más sobre Chilton y Big Star (enlace).

Big Star, como Teenage FanClub y tantos otros, son artífices de uno de los conjuntos más logrados de canciones perfectas. Buscando siempre la eternidad en esos tres minutos redondos de una canción, Alex Chilton se la ganado. Gracias, Mr. Chilton.






Hace un años y dos días: Un corto de Álvaro Vega Rico + Magnesia, de La buena vida + Una historia del Tanned Tin

viernes, marzo 19, 2010

Un poco de nieba y Axl Rose



Cuando lean esto, mis queridos niños y niñas, y si todo va bien, estaré todavía en la cama, durmiendo el festivo que nos concede Espe (la hora de publicación está progamada, no te asustes, compa Manuel; eso sí, me levanto, de lunes a viernes, a las cinco, como dios manda).

También hay muchas posibilidades de que esté ya levantado, viendo si me ha tocado la primitiva, consultando el pronóstico del tiempo y echando un vistazo a los blogs de la derecha, que no leo cuanto quisiera.

Nosotros y nuestras rutinas, el discurrir -muchas veces exacto- de los días, laborables y festivos, feriados o no. Los horarios, las citas, los trayectos, ese ir para venir, venir para ir en el que -más de lo que quisiéramos- consiste nuestra vida.

A mí me apetece hoy dar un paseo por cualquier de los dos sitios de las fotografías que he dejado arriba. Me apetece un poco de niebla, un pueblo vacío, un camino por el campo, una chimenea, un libro de Faulkner y un poema de Mario Luzi, unas campanas lejanas cuando sea de noche, una manta y un sueño muy largo.

Pero también me gustaría ser hoy Axl Rose, el Rose que me dejaba alucinado cuando, en el concierto de homenaje a Freddie Mercury, el 20 de abril de 1992, en Wembley, aparecía de esta guisa y me deslumbraba: por su chifladura, por su falta absoluta de pudor, por su capacidad de transgredir. Escribir poemas como Axl Rose aparece en este inicio del concierto, buscar un poema que se mueva como él. También pueden ver a Rose terminar Bohemian Rapsody (enlace), junto a Elton John. Feliz fin de semana.





Hace un año y tres días: Memoria, un poema de Josep María Nogueras

Hace un año y un día: Los padres antes de los padres (Luis Muñoz y Alice Munro)

lunes, marzo 15, 2010

Un poema de Javier Yagüe Bosch



Hace falta un verano,

no vayan a creer,
un verano indecible, atesorado.

Que piensen lo que es eso:
toda una vida acaso,
escondiendo el verano más bello entre la ropa.


Javier Yagüe Bosch
(Madrid.1963). El poema pertene al libro Memorial de los pájaros (1990) y yo extraigo de En extraño lugar (Calambur.2004) que reúne su poesía entre 1980 y 2000.


Hace un año y dos días: Regresos: The boy least likely to y Camera obscura

viernes, marzo 12, 2010

Unas fotos y dos canciones de Micah P. Hinson

Como ven, no traigo mucho para este viernes, tan sólo unas fotos que me han gustado (cada una por varios motivos) y dos canciones que hace ya tres años y medio que traje por aquí (enlace).

A lo mejor, me digo, la misma desolación y grandeza que desprenden las fotos de abajo, se emparentan, a base de hilos finos, con los dos trallazos tremendos de Micah P. Hinson.

Ha querido esta semana que, al cruzarme con uno de estos temas en la banda sonora de una peli, volviera a darme cuenta de lo grandísimo que es Hinson, de lo mucho que me gusta, de lo que necesito esa épica desolada de lo que es de verdad y llega y te hace daño y te consuela. Qué lujazo, mis queridos niños y niñas. No se lo pierdan. Beneath the rose y You're only lonely. Y, como les dije con Umbert, preparen los pañuelos.











Y no mucho más, queridos niños y niñas. Viene bueno y, la semana que viene, subirán un poquito las temperaturas. Que se vea el cielo azul y que luzca el sol me ponen, irremediablemente, de buen humor. Las ganas de ver muchachas en minifalda no voy a repetirla. Tengo cuerpo de siesta y de paella, de vaso de vino, de caña y calamares en una terraza . Habrá que buscar esas cosas. Les agradezco su paciencia, su tiempo y su generosidad con este, cada vez más, torpísimo artefacto. Les mando besos y abrazos. Biba Brigitte Bardot y Biba el Hinson. Qué cosas.


Hace un año y un día: Los discos de mi vida: David Bowie (1967)

miércoles, marzo 10, 2010

De los toros: (I): La memoria del llanto, de Francisco González Ledesma


Me ha encantado un artículo de González Ledesma (un autor muy querido en esta casa: enlace) en El País. Lo copio entero y dejo el enlace para el que lo quiera leer en el original. Me ha parecido una lección de sencillez, de maestría, de saber mirar. Tenía previsto una serie de entradas a propósito de la propuesta de la abolición de las corridas de toros en Cataluña, y no se me ocurre mejor forma de empezar esta serie que con este brillantísimo artículo.

La memoria del llanto

Perdonen si empiezo con una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros. Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante, Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes de empezar.

Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor? Pero, claro, el torero, es decir, el
artista necesita protegerse. La pica le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte.

Me di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.


Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo.


El que acude a la plaza debería hacer uso de ese sentido de la igualdad que todos tenemos y darse cuenta de que va a ver un juego de muerte y tortura con un solo perdedor: el animal. El peligro del toreo, además de inmoral como espectáculo, es efectista, y si no lo fuera, si encima pagáramos para ver morir a un hombre, faltarían manos y leyes para prohibir la
fiesta.

Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?

Perdonen a este viejo periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la memoria del llanto.

Francisco González Ledesma es periodista y escritor.

Hace un año y un día: Casa de citas: Daniel Clowes (a través de Homo sampler, de Eloy Fernández Porta)

lunes, marzo 08, 2010

Nacho Umbert y La compañía: Ay...

Sigo con este acercamiento a uno de los discos más espectacularmente bellos de este año: Ay... de Nacho Umbert y La compañía, editado por Acuarela y que acaba de salir a la venta.

Umbert formó parte de un grupo que no he escuchado, pero que tengo en el disparadero gracias a Viola Tricolor: Paperhouse, que sólo editó un disco, Adiós, en el año 1996.

Por tanto, son 14 años en silencio. Me gustan los grupos, los escritores, los poetas, que sólo publican cuando tienen algo que decir, cuando se alejan de la inercia de un mercado que te obliga a estar ahí y tener que entregar algo nuevo cada cierto tiempo. Ya contaba Juan Benet que su ventaja, como ingeniero y no depender de la literatura para vivir, era que no tenía que entregar una novela cada año. Eso es importante.

Y regresa Nacho Umbert con una formación de lujo, La compañía, y con un productor lujosísimo, Raül Fernández, Refree (una formación muy querida por mí: enlace) y con mucho, muchísimo que contar.

Ay..., de hecho, son 10 cuentos cortos, diez pinceladas, diez historias contadas sencillamente, repletas de huecos por donde se cuela una música quue sugiere, avanza y retrocede, se te va colando y, cuando quieres darte cuenta, se te ha metido hasta dentro, te ha empapado como una lluvia fina que, lejos de darte frío, te humede la piel, te empapa, te nutre, te da vida.

Cien hombres ni uno más es espectacular, hermosísima. Cuenta la historia de un pueblo marinero, a través de Sebastián. Como dice Juan Cervera en el último Rockdelux, habla de hombres quemados, putas, contrabadistas, pijas, calamares y turistas, con una naturalidad asombrosa. La he subido en vídeo, con unas imágenes de Bruno Mercier, que encontré en el blog Cosecha del 66.

Colorete y quitasueño es la crónica de un viaje de ida y vuelta, la del que, en la noche, se transforma a través del disfraz y la pintura para vivir una vida. El arranque, seco, a través de unos versos radicales y exactos (Niño marica / solían llamarte las ratas del pueblo./ Mierda de infancia / esquivando pedradas, paletos, animales.) se diluye en el desarrollo del tema, repleto de colorido y repetición de estribillo como un baile en el que uno girara una y otra vez. La dejo en audio (también puede oírse en Myspace)

Confidencias en el palomar ya estuvo por aquí el viernes (enlace). La verdad es que me da igual enlaza, milagrosamente, una retahíla de historias en las que se refleja el alejamiento, la distancia y la indiferencia, signo del derrumbe de la pareja, del amor. Lo mejor es la naturalidad, la forma de ir uniendo un millón de historias de todos los días.

O puede que no es una especie de recreo (apenas dura un minuto) en la que Umbert, canta, habla y susurra. La gata soprano, con dos tempos, el del miedo de un niño, con un piano y un pizzicato hermosísimos, y el de la voz tranquilizadora del padre, que cuenta la historia de una gata soprano y la de la gata Grace Jones.

Prét à porter, el tema de mayor duración, es prodigioso: es una descripción de una procesión, la de San Juan. En este caso, la voz de Umbert, queda aupada por una sección de viento bellísima. El tema va creciendo, ardiendo por dentro, como si fuera una hoguera de San Juan. Casi obligatorio oír con auriculares, el tema tiene un millón de matices, hay que volver a él un millón de veces para poder apreciar ese prodigio de un fuego que, desde la primera chispa, se convierte en incendio en que también ardemos nosotros, hasta extinguirnos, como la canción: Ay, ayy, mamá, ay que emoción, ya sale la banda municipal, suenan redobles, son los tambores y las trompetas de San Juan.

Ensayo general
es la crónica de un fracaso: la del ensayo de una función de teatro. Me ha encantado la descripción de los tipos humanos, lo que tiene de costumbrismo, desde la piedad con la que Umbert se acerca con la música. Red eyes es la historia de un jugador, con un relato más a través de sugerencias, de destellos, de varios elementos que se van uniendo, mágicamente, a través de la música (una simple guitarra, unas cuerdas al final, un susurro del viento en medio)

Y el disco se cierra con una canción hermosísima, un tema de amor: Rizos sin domesticar, paradigma, tal vez, del denominador común de este disco enorme: la sencillez rotunda, la fortuna en la forma de decir y en el milagro que obra el disco: presentarnos un mundo, que conocemos, a través de varios fragmentos, rellenos, como la lechada que queda entre la solería -la misma que la de la bella portada del disco- con una música también sencilla, muy hermosa, perfecta en su ejecución y en sus arreglos, que queda flotando -quizá para siempre- en el aire.

Además, como ya se ha escrito por ahí, la voz en primer plano de Nacho Umbert subraya la confidencia y acierta de pleno en el deseo del productor, Raül Fernández, cuando hablaba de un disco que pareciera que tuvieras a alguien cantando en el salón de tu casa. A lo mejor, me digo, ese es el secreto de la forma en la que te llega y te impregna este Ay...

No me importaría tener que esperar otros 14 años para volver a encontrareme a Nacho Umbert, a la Compañía, para volver a oír otro disco tan hermoso como este Ay...




Colorete y quitasueño






Hace un año y dos días: Fitness forever y Holiday + Christina Rosenvinge

viernes, marzo 05, 2010

Un adelanto: una canción de Nacho Umbert y la Compañía


Tenía previsto hoy viernes dejarles una entrada (completita) sobre un disco que me tiene absolutamente emocionado: Ay... de Nacho Umbert y la Compañía (Acuarela.2010) y que creo que es un verdadero acontecimiento a la hora de celebrar la música que tenemos por aquí.

Por las cosas que nos pasan (jaleos, prisas, lío, semanas complicadas...) no he podido terminar el post. Sin embargo, no he podido resistirme a dejarles, como aperitivo al post del lunes, una canción deliciosa de este soberbio disco, que repasaré, d.m., porque merece la pena detenerse un poco en sus historias, en la riqueza -casi de orfebrería- de su música.

La canción se llama Confidencias en el palomar y nos cuenta la historia de dos viejecitos que, algo cansados, se dedican a contarse ese tipo de hazañas o guerras de las que sólo son capaces los viejecitos. Atención, porque, además de arrancarles alguna sonrisa, les partirá el corazón ese momento de ternura -casi asfixiante- cuando arrancan las proezas en el minuto 2 segundo 13, tras el despliegue -a modo de edredón íntimo puesto a ventilar- de un piano que se estira y las cuerdas. Preparen los pañuelos.




Y no mucho más. En los foros de meteorología se discute -con fervor- sobre una entrada fría para el fin de semana, así que estaremos pendientes. Como estamos con Umbert, les pongo debajo el meteograma para Barcelona. Con este invierno tan tremendo, vamos a terminar escribiendo una elegía a las muchachas en minifalda, que siguiendo el magisterio del bueno de Manrique, pregunte: ¿Y las muchachas en minifalda /qué se ficieron?/ ¿Qué fue dellas?/ ¿Qué fue de aquellas piernas bronceadas/ y tantos pies descalzos que trajeron?. Como ven, a pesar del tiempo (meteorológico y cronológico), las fijaciones siguen siendo las mismas, y como decía LeCarré (y ya tantas veces he repetido por aquí), el secreto de la vida es hacerse viejo sin hacerse mejor. En fin, en fin. Qué cosas. Agradézcosles su tiempo y su infinita paciencia con este marrdito artefacto. Besos y abrazos y varios gritos: Biba Umbert, Biba La compañía, Biba Ay... y biban los viejecitos que cuentan historias.



Hace un año y un día: Homo Sampler, de Eloy Fernández Porta.

miércoles, marzo 03, 2010

The Budos Band: Hidden Hand

Me voy manteniendo gracias al tema final de la película New York, I love you. Se entitula Hidden Hand y lo firma The Budos Band. La peli, ni fú ni fá, pero se deja ver y participa mi muy querido Fatih Akin. Aquí pueden ver un traíler (enlace)

Hipnótica, extraña, el tema de The Budos Band tiene ese toque mágico que hace que nadie pueda adivinar si se trata de una canción triste o alegre. En mitad de todo, sostenida, con mucha fuerza. A ver si les gusta.




Hace un año y un día: Los poemas que me hicieron (II): un poema de Luis Rosales

lunes, marzo 01, 2010

Elogio de la embriaguez, de José María Álvarez


Elogio de la embriaguez

Yo no deseo la felicidad. La vida es más noble.
- George Bernard Shaw-

El destino baraja las cartas, pero somos nosotros quienes jugamos
- Arthur Schopenhauer-

Contempla tu rostro en el espejo
- Brias de Priene-

¿Quién soy yo para quejarme de mi suerte?
¿Acaso esta tierra no ha humillado otros sueños
más altos que los míos? ¿Estas arenas
no empaparon lágrimas
de más nobles desterrados?
Y ni sus nombres recordamos.
También nosotros seremos olvidados
y el sentido de nuestros versos
mil veces modificado. Dónde, cuándo
y en qué idioma será por fin reconocido
aquello que dijimos...
Pero ay de aquel cuya palabra
no permanezca clara, a través de los cambios,
aquel cuya vida y cuya obra
no pueda contarse un día
con la frescura de los cuentos
que narran los marinos.
Escribe. Y bebe. Bajo la clara noche,
brinda por las estrellas, bebe
en la memoria nobilísima
de quienes ya, antes que tú, recorrieron
este camino. Brinda por ellos
y por el mundo que de la destrucción salvaron.
Que en el vino contemples la alta hora
en que se funden sueño y desencanto.
Acepta tu destino como el precio
de su palabra. Escribe.


José María Álvarez
(Cartagena.1940) es ya un viejo conocido en este artefacto: (enlace + enlace +enlace). El poema lo extraigo de su monumental Museo de Cera (Murcia.1984), que pueden encontrar, actualizado, en Visor.


Hace un año y dos días: Darren Hayman & The secondary modern: Pram town