lunes, junio 29, 2009

Escena de amor, un poema de Joan Margarit


Escena de amor

Lenta, la multitud los va arrastrando.
Ella es gordita, los cabellos grasos,
viste con el mal gusto que impone la pobreza.
Él lleva una chaqueta vieja, arrugada y sucia.
Va sentado delante, y le coge la mano
para poder besársela.
Pensativa y cansada, la muchacha,
mientras mira a lo lejos por encima del hombre,
va empujando la silla de ruedas con su cuerpo.
Hay dolores que cambian con crueldad la vida,
y dolores que son la propia vida.
De estos no hables con nadie,
porque quien no los sufre
vive en el otro lado de algún foso invisible
y no comprenderá tus alegrías.


El poema de Joan Margarit (1938, Sanaüga, Segarra, Lleida), uno de los poetas preferidos en esta casa, lo extraigo de Aguafuertes (Renacimiento 1998). Margarit es ya un viejo conocido en este artefacto (enlace + enlace)

Hace un año y dos días: Michael Winterbottom y Michael Nyman: Wonderland


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viernes, junio 26, 2009

Mis cosas, con una gota de publicidad y un temazo:Telstar, de The Tornados


Cristina García Rodero


Cuando Santa Teresa escribió aquello de vivo sin vivir en mí, seguro que estaba liada y lo de desear la muerte y no morir, sería algo de lío también. Dejó de no vivir en sí cuando, estoy seguro, descubrió las propiedades de un buen éxtasis. En eso ando, y lo repito de nuevo: una religión, un cuerpo, una pastilla, como pedía Parreño, es decir, ando buscando un buen éxtasis que me quite tanta tontería que tengo encima y que me ha impedido esta semana actualizar el miércoles.

No se vayan a pensar que la tontería y el lío sólo me impide actualizar; el viernes pasado, camino de Granada, a servidora -como decía Nuñez- sólo se le ocurrió llenar el depósito del coche con Gasolina 95 en vez de eso que llama Gasóleo A. El resultado fueron algo más de tres horas en un taller de Santa Elena, el primer pueblo de Andalucía entrando por Despeñaperros. Le iba a contar yo al mecánico lo de vivo sin vivir en mí cuando me miraba y pensaba: hay que estar tonto, pero no sé si hubiera entendido tan hermosos -y extraños, que hay que decirlo- versos aplicados a un depósito a rebosar de un líquido inflamable que no le corresponde.

Así que en esas ando, pidiendo a gritos una religión, un cuerpo, una pastilla, que me centre, más las dos últimas que la primera. Pero lo cierto es que la edad, queridos niños y niñas, además de una broma de muy mal gusto, nos lleva por esos caminos del error, error que en nuestra juventud no cometimos, ni borrachos. Y pienso y a lo mejor es que, al estar normalmente sin un duro, nos lo pensábamos muy bien antes de echar 300 pesetas de gasolina, o no había Gasóleo y tanta variedad de mangueras, yo qué sé.

Pues eso, que traigo un viernes ligerito, con un simple anuncio (que, como todos los de Axe, me ha gustado), y un temazo que no conocía hasta que cerró un capítulo de Mad men. Extrañísimo, dulce y altisonante, Telstar carece de los prejuicios con los que muchos grupos se enfrenta hoy a la música. Se trataba de hacer canciones, de dejarse la piel en el tema, sin pensar tanto en efectos y transiciones, en medios tiempos, en gorgoritos. Aquí hay emoción (y mucha), un aroma a ese gesto en el que nos descubrimos como los extrañísimos que, en el fondo, somos.

Axe



Telstar, The Tornados



Y no mucho más, queridos niños y niñas. Por lo que llevan puesto, habrán notado algo más de fresquito y, claro, no deja de ser una alegría. Hoy seguirá con fresquins, pero irán subiendo las temperaturas un poco y volverá el calor, puro y simple, la semana que viene. Eso es lo bueno del tiempo. Si hace calor, sabemos que cederá, y también que volverá a asfixiarnos. Nada es para siempre, no señor. Leo ahora mismo la muerte de Michael Jackson, ayer la de Farrah Fawcett. También leo que la fotógrafo Cristina García Rodero, tan querida por mí, entra a formar parte de Magnum (enlace). Enhorabuena. Por mi parte, agradecerles su tiempo, su paciencia, su generosidad. Besos y abrazos.


Hace un año y tres días: Misterios del liberalismo: Esperanza Aguirre y los 100.000 empleos

Hace un año y dos dias: Tu vida en Super-8, un poema de Jesús Llorente Sanjuán

Hace un año y un día: Una travesía (The Walkabouts tocan El tren sale a las 8, de Mikis Theodorakis)

Hace un año: Casa de citas: Marguerite Duras

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lunes, junio 22, 2009

Para Andresillo, un poema (Si, de Rudyard Kipling)


SI

Si puedes conservar la cabeza cuando todos a tu alrededor
pierden la suya y por ello te culpan,

si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan,

pero admites también sus dudas;
si puedes esperar sin cansarte en la espera,

o siendo engañado, no pagas con mentiras,
o siendo odiado, no das lugar al odio,

y aún no pareces demasiado bueno, ni demasiado sabio.


Si puedes soñar - y no hacer de los sueños tu maestro,

si puedes pensar - y no hacer de las ideas tu objetivo,

si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre

y tratar de la misma manera a los dos farsantes;

si puedes soportar el oír la verdad que has dicho

retorcida por bribones que hacen trampas para tontos.

O mirar las cosas en que tu vida has puesto, rotas,

y agacharte y reconstruirlas con herramientas viejas.

Si puedes apartar todas tus victorias

y arriesgarlas en un cara o cruz,

y perder, y empezar de nuevo desde el principio

y nunca decir nada de lo que has perdido;

si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno tiempo después de que se hayan gastado,

y así resistir cuando no te quede nada

excepto la Voluntad que les dice: «Resistid».


Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,

o pasear con reyes y no perder el sentido común;

si los enemigos y los amigos no pueden herirte,

si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;

si puedes llenar el minuto implacable

con los sesenta segundos que lo recorren;

tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita,

y -lo que es más-, serás Hombre, hijo.


Rudyard Kipling (Bombay 1965-Londres, 1936)


Hace un año y dos días: La maman et la putain: Diabologum y Jean Eustache


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viernes, junio 19, 2009

Forges, cervezas y Jason Lytle

Se nota que va entrando el verano; lo delatan los niños, envueltos todo el día en toallas, que uno no ha probado todavía, el calor de las noches, el olor del aire... Así que vamos en pos de un post algo veraniego.

El Picaruelo me manda otra joya, una viñeta de Forges, que me ha encantado. Condenado, como lo estoy desde hace años, a vacacionar en el mes de agosto y a no tener la más mínima elección, me siento excluido, pero no por eso dejo de admirarlo y, claro, de disfrutar.


Y de la mano sabia y exquisita del gran Barón Rojo me encuentro con un anuncio, que me ha gustado por muchos motivos: por el sitio, por la historia -manida, pero siempre eficaz- por esa chica sesentera que alguna vez nos gustó, y, sobre todo, por esa cervecita, que tiene un pintón. Le faltan, al lado, unas rabitas, o unas migas con una sardina encima, o un poquito de chorizo, o algo de jamón, pero no deja de ser una buena cerveza y en estas fechas, queridos niños y niñas, son y han sido importantes las cervezas.



Y uno que regresa: Jason Lytle, alma del abuelito, es decir, Grandaddy, un grupo que me gustaba mucho. Vuelve haciendo lo mismo en su primer disco en solitario, Yours truly, the Commuter. Magníficas canciones desde su talento, portentoso, para la melodía, para descubrir ese que hemos escuchado desde siempre pero que es casi imposible convertir en canción. Les dejo este Brand new sun, a ver si les gusta.



Y no mucho más, queridos niños y queridas niñas. Mucho calor. Por la noche me acuerdo del compa Manuel, allá en su Córdoba, donde seguramente hará más calor, sobre todo por la noche. Qué más da. Que haga calor o lo que le dé la gana al tiempo. Contra el calor, como dicen, sombra y abanico, o un tremendo gazpacho, o una siestecita en una habitación sabiamente cerrada tras la ventilación de la madrugada. A la noche, mucha terraza, y unas cañas, y unas tapitas de lo que sea. Luego, si dios así lo quisiera, un helado de Los Italianos, allí en Granada (en el enlace hay un vídeo donde creo que sale una que le gustaba a Martínez, qué tiempos...), a donde me encamino, por cierto, esta tarde, al bautizo de Andresillo, el hijo de Cuti, mi hermana pequeña. Al pobre le ha tocado un padrino que no le deseo yo a nadie. Pero es un primor, simpatiquísimo y muy vivo, atentando desde tan pequeño, como dios manda, contra la salud física y psíquica de sus padres. Ya les contaré. Un millón de gracias por sus comentarios, por su generosidad y por su tiempo. Les mando abrazos y besos. Felices noches veraniegas a todos.


Hace un año y un día: Amor y dinero (divorcios y crisis económica)

Hace un año: Karmacoma, de Massive Attack, con Tricky

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miércoles, junio 17, 2009

De los sueños y el sueño ( I )

Exception to the Rule, de Jaime Ibarra (Vía Paralelo 40)

Ya no muchos sueños, sino mucho sueño

José María Parreño

Llevo años dándole vuelta a la frase de Parreño de arriba. No puedo negarlo: me encanta. Y, sin embargo, me da algo de miedo.

Sentir sueño, tener sueño, es normal (al menos en mi caso). Duermo poco, entre cinco y seis horas por la noche y unos cuarenta y cinco minutos de siesta. Intento recuperar algo durante el fin de semana, pero hace tiempo leí que el sueño no se recupera nunca. A pesar de que soy un apasionado de las siestas (me vuelven loco y me sientan de miedo), con los años he ido sintiendo que el tiempo de sueño le quitaba tiempo a mi vida y hace años que jamás me he levantado más tarde de las ocho de la mañana. Lo normal, en mi caso, incluso durante el sábado y el domingo, es estar en pie antes de las seis de la mañana. En esos madrugones he escrito la mayoría de mis poemas, he leído lo que ha sido, de verdad, de provecho, he pensado, he tomado decisiones y he aprendido algo de lo que soy y, sobre todo, mucho de lo que no me gusta ser.

A base de madrugones, he descubierto el silencio de mi casa, el gesto de los muebles, la amabilidad de las estanterías y los libros, el aroma cierto y hermoso del café, mis manos pasando las hojas de la prensa de tres días antes, descubriendo el mundo, incómodas y reconfortadas por todo lo que sucede.

Ha sido de madrugada, con la noche cerrada del invierno y el soplo fresco y dulcísimo de los amaneceres del verano, cuando yo he construido mi mundo.

Recién levantado, como Garcilaso de la Vega, he pensado que el camino iba derecho, que las cosas, estaban en un sitio y yo a la altura de las cosas; otras veces, al salir de la cama, he sentido un miedo caer vertical desde alguna parte, y he ido a rastras, guiado, empujado, mejor, por esa inercia que, muchas veces, nos hace avanzar y, sin darnos cuenta, como el terremoto de Benedetti, estamos en otro lugar y en otro tiempo. (A veces en la vida ocurren terremotos, y sólo cuando el piso acaba de moverse, uno advierte que, entre otras cosas, las nostalgias han cambiado de sitio.)

Creo que siempre he buscado, en ese hueco que se abre entre mi despertar y el despertar de los demás, un espacio donde aprender, donde buscar eso que no termina de encontrarse, ese paréntesis que necesita la vida porque es donde sucede todo. Suelen ser vertiginosos los días de todos nosotros y cada vez es más difícil arrancar un espacio donde habitar. Por eso lo busco ahí, en el silencio de la madrugada, donde arrancan las horas.

Mi día estándar es sencillo (casi el de un monje de clausura): me levanto a las cinco, tomo un café, subo esta entrada (que he preparado la tarde anterior), o contesto el correo atrasado, tomo otro café, leo un rato, me ducho, me afeito y bajo a Mus. Me voy a trabajar a las seis y media. Compro el periódico en el camino (los lunes, Expansión y La Gaceta de los negocios, el martes, Expansión, los viernes, El País, El Mundo y Expansión). Salgo de trabajar a la una, llego a casa y como, me acuesto un ratito, voy al despacho a las cuatro menos cuarto y regreso a las seis: recojo a María y a Mus y nos vamos a caminar a los bosques del Monte del Pilar. Cuando vuelvo, pocas veces voy a hacer un poco de deporte; el resto, preparo esta entrada y/o trabajo un rato, hago las llamadas pendientes. Me ducho sobre las nueve y ceno (si es posible, un bocadillo), veo una serie o media película, bajo a Mus y me voy a la cama a leer lo que me aguanten los párpados.

En cuanto a los sueños, y si el sueño los ha vencido, lo dejamos para otro día.


Hace un año y un día: Un poema de Vicente Valero

Hace un año: Mira, te cuento (un poema inédito)

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lunes, junio 15, 2009

Mus y el sexo (y Alizee)


Vuelvo de viaje y, entre otras cosas (gracias, Marsu, por el soberbio poema de Neruda, que subiré) me encuentro con un Mus absolutamente en apogeo, salidísimo, totalmente enamorado.

Enseguida me entero del motivo. En la urbanización de al lado, una amiga suya, Chusca, está en celo y Mus lleva ya varios días llorando, aullando, nervioso, queriendo salir a todas horas. Chusca tiene 11 años y cumple el sueño de Mus: que la perrita en cuestión sea mayor que él, cuanto mayor, mejor. (En eso, tengo que reconocerlo, ha salido a mí, que siempre he preferido la edad en la mujer).

Hay dos periodos en los que, mágicamente, se juntan los celos de las perritas de mi casa y alrededores: verano y navidad. Ha habido épocas en que, en mi portal y en los dos siguientes, ha habido hasta tres perras en celo y eso es mucho, queridos niños y queridas niñas.

Mus no lo pasa bien en esas épocas, pero es muy hermoso contemplarlo. Se sienta en mitad del salón, a la noche, y lanza un aullido precioso, una de esas imágenes y esos sonidos que vencerían a mil documentales de National Geographic. El aullido de Mus es algo que viene de lejos, de muy lejos, y estará ahí cuando todo se haya ido al garete. La llamada de lo natural (es decir, el folleteo) es tan poderosa que Mus alza ligeramente el cuello, mira al cielo y aulla. Yo he visto, en esos celos poderosos con conjunción de varias perrillas, cómo Mus ha pasado una noche en blanco (para él, eso es mucho) y ha estado hasta tres días sin probar bocado. Me he acordado de esos amores poderosos del renacimiento, o de Dante, o de Werther, de esos enamorados que dejaban de comer y me pregunto si no sería, en el fondo, ganas, simples, de folleteo.

Lo mejor, y a lo que iba escribiendo esto, fue la noche del sábado. Una tormenta feroz, con truenos tremendos, visitó Majadahonda. A Mus no le gustan un pelo los truenos. Al principio, les ladra y cuando comprueba que el ladrido no los ahuyenta, esconde el rabo y se refugia, temblando, cerca de alguien. Sin embargo, y pese al miedo tremendo, en mitad de la tormenta, Mus quiso salir alrededor de media noche, buscando a su Chusca de alma (le serviría, desde luego, cualquier otra). Acojonadísimo, sí, con un miedo atroz, pero Mus salió a la calle, volviendo a demostrarme que su salidismo o salidez (también el nuestro, estoy seguro) es superior a su miedo, que hay algo más potente, una llamada que viene de lejos pero que está aquí.

Afortunadamente, Mus, con los años, se ha convertido en un experto onanista que sabe ahuyentar ciertas llamadas con un par de toques maestros (y aquí, sí, me acogeré a la quinta enmienda o a la que sea y guardaré silencio, no diré jamás si esto es cosa de familia o no).

Y como viene a cuento, les dejo un vídeo que recibo de un siempre genial Manolo Picaruelo. Qué cosas... y pensar que uno ha estado en Francia y que no se ha cruzado a esta chica; habrá que volver, digo yo.



Hace un año y cuatro días: Un poema de Aurelio González Ovies

Hace un año y tres días: Casa de citas: Dostoievski

Hace un año y dos días: A vuelta con la crisis + Publicidad: perrillos + Mi fútbol + Un truquito de magia

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miércoles, junio 10, 2009

Mi vida sin mí (again)

Foto Vía El barón rojo

Vivo una época algo acelerada en la que, entre otras cosas, descuido este artefacto. A lo mejor, me digo, la falta de tiempo es la excusa perfecta para no actualizar más a menudo y para no volcar nada de dentro, sólo algún poema, los vídeos, varios temas.

No sé, me digo, pero a lo mejor es que tampoco tengo nada más que ofrecer, sólo dar cuenta de los paseos a través de las músicas y las imágenes (y esto, si lo hiciera bien, ya sería mucho). Habría que pararse y, como se dice ahora, darle alguna vuelta.

Anoche, después de ver otro capítulo de ese prodigio llamada Mad men, María me preguntaba por la infelicidad de todos los personajes (que son, de verdad, infelices). Me decía que lo que estaban construyendo ellos mismos era un mundo en el que ser absolutamente infeliz.

Eso es importante. Hay que poner cuidado en no construir uno mismo el palacio de la propia infelicidad y hay que tomar nota y, si acaso, cambiar de rumbo. Hay que ser feliz, radicalmente feliz y, como decía Pussy, pasárselo bien. Esto también es importante.

Y no mucho más. Me marcho en un rato hacia la Bretaña francesa. No, no sientan envidia. Es trabajo y, además, me convierte en laboral el resplandeciente festivo de mañana (bendito Corpus, del que tengo tanto que contar). Viene calor, y mucho, a partir del viernes. Así que nos veremos por aquí el lunes, fritos y somnolientos, y felices, seguro que sí, asfixiados y felices. Gracias por su generosidad y su tiempo. Abrazos y besos.

Hace un año y un día: Aviso suburbano, de José María Parreño

Hace un año: Del estado del patio, seguido de un vídeo con instrucciones para bailar como The Pipettes

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lunes, junio 08, 2009

Miedo, un poema de Raymond Carver


Miedo

Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso.


Hace un año y dos días: Manel Fontdevilla + Publicidad: móviles, química y un hermoso rewind + Mi canción de la semana: Grand archives: Torn blue foam couch

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viernes, junio 05, 2009

Cortometraje: Música para un apartamento y seis percusionistas + Publicidad: Pan

Y no se vayan a creer... Con el tiempo justo y en el último momento puedo ofrecerles un par de cositas.

Vía Paralelo 40 (antes Las insólitas aventuras del pez) me encuentro con este corto de Ola Simonsson y Johannes Stärne Nilsson, una especie de atentado musical -delicioso-, que, en su día, ganó un montón de premios. Pueden leer algo más en este enlace.



Vía Los mejores anuncios me encuentro con este anuncio, que me ha encantado. Ejecutado primorosamente, alrededor de Inglaterra y su historia, que, además, sea de pan -aunque sea de molde- ya me tiene conquistado de antemano. Que lo disfruten.



Y no mucho más, queridos niños y queridas niñas. Sí, ya sé... esta semana no me he ganado yo la cena bloguera. Mil motivos y mucha pereza me han llevado a no actualizar, como a uno le hubiera gustado. Pero prometo ir a mejor y tener siempre unos cuantos posts en la recámara por si algo falla. Cambia el tiempo y olé (hacía ya algo de calor). Así que a disfrutar de este paréntesis y a pasear, ahora que se puede. Se cubrirán las muchachas y las terrazas se vaciarán, entre bostezos y rebecas y toldos recogidos. Los perrillos abandonarán la sombra y volverán a corretear. Les mando un millón de gracias y otro millón de abrazos y besos. Avanti.


Hace un año y cinco días: El gran poder y San Antonio, de Sr. Chinarro

Hace un año y tres días: 500, una reflexión (y II): notas del tiempo

Hace un año y dos días: El gallo pelao

Hace un año y un día: Taberna, de Roque Dalton

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martes, junio 02, 2009

Una avería y un temazo (repetido)

Pues eso, que he tenido -y tengo- ligera avería (marditos roedores). Les dejo un tema que ya dejé por aquí, pero hay que repetir. Besos y abrazos.