Me despido dejando el texto y la foto que he utilizado este año para felicitar el año nuevo (enlace).
En un año donde se ha hablado mucho de crisis, nadie lo ha hecho como Josep Ramoneda en este artículo del país -enlace web- y -enlace en pdf-. No sólo me parece el mejor artículo del año, sino que expresa algo que se debería enseñar en los colegios. Ramoneda apunta a donde no apunta nadie, y da en el blanco a través de una de las miradas más inteligentes que hay por aquí.
A lo que iba. Pues eso, que pensé en una cita de Charles Dickens que me gusta, y mucho (la descubrí, hace un millón de años, en la peli de Felipe Vega que se llamó El mejor de los tiempos, un tratado sobre el poniente almeriense, sobre la gente, sobre la alegría y la libertad).
Este año quería transmitir un mensaje de esperanza, un juego de espejos, el envés de un tiempo de alarmas y miedo.
Les dejo esa foto, con un camino en dos direcciones, o en una, o un camino sin retorno, y las palabras de Dickens.
Mil millones de gracias por su tiempo y su generosidad.
Hoy, ha querido el juego de las casualidades que la última entrada de este año marque 600 el contador de entradas. Esas 600 se las debo a ustedes; no hubieran sido posibles sin vosotros.
Será muy bueno el 2009, ya lo verán.
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; era la edad de la sabiduría, era la edad de la locura; era la época de creer, era la época de la incredulidad; era la estación de la luz, era la estación de las tinieblas; era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperanza. Lo teníamos todo ante nosotros y no teníamos nada...
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