Leo en el suplemento del El Mundo, Ariadna (21 de mayo), un dato que, como mínimo, produce auténtico terror:
“Durante 40 años la televisión no ha cambiado casi nada, pero con la llegada de las pantallas planas estamos pasando de hogares con dos televisiones a hogares con un televisor por cada cuarto y a usuarios que renuevan y cambian de aparato cada vez más rápido.”, dice David G. Steel, responsable del equipo de marketing de la división de medios digitales de Samsung.
La televisión, como los sofás o los microondas, no es ni buena ni mala
Creo que la televisión, antes que otra cosa, puede ser un lugar de encuentro, no sólo familiar, sino social: comentar lo que se está viendo o lo que se ha visto.
También es un buen cauce para la crítica, para la educación en la crítica.
Recuerdo un artículo (magistral) de Juan Benet, que se llamaba “¿Y cuándo ella…?” en referencia a unos tiempos, (que ya no se daban en los años de publicación del artículo -1986- ni se dan ahora), en los que comentaba durante meses las películas, las novelas y los dramas. El título del artículo se refiere a las veladas interminables que se dedicaban precisamente a comentar esas películas con frases como “¿y cuándo ella se queda sola cuando la abandona el marido? ¿y cuándo ella descubre la pistola?".
Pero, claro, Juan Benet no se puede quedar ahí y va mucho más lejos, pues enseguida pasa a un asunto capital: “Me pregunto si esta un tanto ingenua expresión no será el origen de toda buena crítica: la confidencia acerca de lo que a uno más conmovió, la reducción de la extensión a la intensidad, y, por ende, la selección con acento personal de las predilecciones.”
Creo que éste es un buen camino para la televisión, la oportunidad crítica (en el sentido de Benet) que ofrece.
Desde un martes fresquito de mayo.
Vale.
1 comentario:
La televisión en sí, muy poco. El televisor es otra cosa: junto a un reproductor de DVD, con el que ver buen cine,es otra cosa muy distinta.
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