viernes, enero 30, 2009

Sangre, de Shotta + Rémi Gaillard

Sin olvidar aquel memorable The Future, de Leonard Cohen, al que le bastaron dos estrofas para hablar del muro de Berlín, del sexo anal, del crack y de Stalin, a Shotta le basta un minuto y medio de la canción que abre su disco Sangre (2008. Boa Recording), Coches de choque, para hablar de Lucía Lapiedra, Trotsky, la Teletienda, el sistema solar, el sida, Bukowski, Jesucristo, Chernóbil y los Eroski. Todo eso en minuto y medio, sí.

Algún crítico literario diría que todas esas referencias -baldías- necesitarán el día de mañana de notas a pie de página para explicar el texto. Sin embargo, el Quijote, La Celestina, el Lazarillo pueden leerse con notas y sin notas a pie. Es más: está por hacer un recuento -a lo mejor se ha hecho- de todas las expresiones del Quijote que se han ido incorporando a nuestro habla cotidiana, pero ese es otro tema.

Todas esos referentes -en tan sólo un minuto y medio; imaginen en quince canciones- harían las delicias de Eloy Fernández Porta (su libro Homo Sampler -Anagrama.2008- será lo próximo que un servidor se meta entre pecho y espalda). Es difícil explicar este disco sin una inmersión en el presente de las grandes ciudades, del extrarradio, de una cultura absolutamente subcultura o a lo mejor no tan sub como uno podría pensar.

Sangre es un disco enorme, repleto de buenas canciones, de ilusión y de desilusión, donde late, en cada nota, todos y cada uno de los fracasos de nuestra sociedad occidental. Violento, tierno, sí, insolente, muy chulo, manteniendo una mirada de asombro y piedad, Shotta arremete contra la violencia con violencia, brinda por sus noches y sus versos, por los amigos, por la droga y por el sexo. Las bases musicales son riquísimas, y oscilan entre lo más jazzy y los bajos rotundos del hip hop, pasando -claro- por sudamérica, que tan bien ha entendido esta musical radical y moderna.

Hay que oír este disco. Hay que pensar en Sevilla, en cómo el mismo espacio -no tan grande como Madrid o Barcelona- entrega lo más tradicional de este país y, de alguna forma, lo más radical y libre, lo más contestatario.

Les dejo el tema Me gusta, un correlato a aquél de Manu Chao. Sin embargo, aquí hay sinceridad, pasión, luminosidad, cachondeo y lucidez. Cuando uno, al lado de "Me gusta la vida que me ha tocado vivir" escucha "Me gusta mirarte cuando meas", descubre que hay un todo de posibilidades en el poema y que estos chicos han escogido bien sus armas y, en el fondo, uno siente envidia ante tanta frescura.



Y para aligerar el viernes, dejo un video de Rémi Gaillard (vía Ziritione) que, en algunos momentos, me ha hecho descojonarme: lo del buffet es genial. En general, no soy yo de mucho disfrutar con este tipo de happenings, pero éste, en concreto, me ha encantado. Puede leer algo más de Gaillar en este enlace y en éste otro link pueden ver la obra completa (por si el fin de semana les deja un hueco)




Y no mucho más, queridísimos niños y niñas. Empieza de nuevo el frío. Es más, el insigne INM, ahora conocido con AEMET, ha puesto nieve aquí mismo desde el lunes al miércoles. En Madrid ya ponen nieve -por lo que pueda pasar- si están previstos 20 grados. Además, todas las mañanas la misma historia -que es mentira-: en los carteles luminosos de la A1 dos mensajes: Precaución: máquinas echando sal y Precaución: máquinas quitanieves trabajando. Cuando uno lo ve y el termómetro del coche marca 7 grados, qué quieren que les digan, que me hacen reír todos los días; son unos cachondos. Eso sí, ya quisiera yo ser el conductor de ese quitanieves que está trabajando. En fin... Les dejo abajo un mapa muy gráfico -que saco del foro de Meteored- de lo que podría acontecer en la rúa, como no diría Antonio Machado. Muchas gracias por su tiempo, por su paciencia, por su generosidad. Besos y abrazos.



Hace un año y un día: Historia maravillosa a las tres de la madrugada, de José María Álvarez

Hace un año: El talento de los demás, de Alberto Olmos

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miércoles, enero 28, 2009

Lo que uno esconde (con Wong Kar Wai de fondo)

Eso que uno esconde.

Como eso que escondimos un día porque no queríamos que nadie lo viera y pensamos que estaría mejor así, a salvo de las manos y las miradas.

Sí, lo que escondimos y olvidamos y una tarde, de repente, repasando papeles y fotos viejas, volvimos a descubrir y en un instante, pura magia, se unieron el pasado y el presente dando forma a un tiempo extrañísimo, ya sin tiempo.

Lo que escondimos de todos, y guardamos, y olvidamos, y esta tarde fría de enero viene de golpe, como de ninguna parte.

Lo que uno sabe de sí y no ha contado nunca; un sentimiento, una sensación, puede que un secreto que escondimos para que no se supiera, y a fuerza de tiempo y de lugares ya no es nuestro.

Me pregunto si uno no será todo lo que esconde, lo que no ha pronunciado, lo que nunca ha contado a nadie.

Como un magma ardiente que no se ve, como el silencio entre dos notas, como lo que queda entre los reglones, entre las líneas de los espacios que nunca volverán a ser nuestros.

Pienso en todo lo que hemos escondido.

Pienso en lo que encontraremos, alguna tarde helada, al compás de un violín tan dulce como un sorbo de miel y cintura.

Y pienso, sobre todo, en lo que guardamos y nunca volveremos a encontrar.

Eso me interesa.






Hace un año: Dos poemas de Carlos Pardo

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lunes, enero 26, 2009

Un día perfecto, de Melania G. Mazzuco

Muy buena noticia la publicación en castellano de Un día perfecto (Anagrama.2008), de Melania G. Mazzucco (Roma.1966).

(Vaya por delante que uno es adicto -y no imaginan cuánto- a las novelas corales, donde el protagonismo recae sobre un grupo de personajes que se cruzan con más o menos fortuna narrativa. La colmena, de Cela, o la película Short Cuts, del grandísimo Altman, son dos ejemplos, muy vivos además, de auténticas proezas de construcción).

Articulada en un tiempo, exacto, de 24 horas, donde cada capítulo es una hora, y en torno a dos familias, los Buonocore y los Fioravanti, la novela es un fresco apasionante de la vida en Roma (que podría ser la de cualquier lugar), de sus gentes, de sus costumbres, de su ir y venir diario, de sus pesares, de sus miserias y de sus pequeñas conquistas, que también podrían ser las de todos nosotros.

Abrir una novela con una cita de Bush y de Lou Reed es apostar fuerte y Mazzucco lo hace y, claro, gana (se agradece la ambición desde la que parte la novela). Porque en ese fresco que dibuja en las líneas -y lo más importante, entre las líneas- ha podido abarcar y construir una realidad que es la del occidente contemporáneo. La familia, sí, como trasunto de la importancia de esa palabra en la voz de los políticos actuales, pero también su derrumbamiento.

No piensen en una novela ensayo, no; aunque la realidad política italiana suena de fondo, no es eso lo que busca Mazzucco, sino el latido mismo de unas cuantas vidas que van de un lado a otro, erráticas en una ceguera donde sólo de vez en cuando aparecen algunas luces que, como en el poema de Quasimodo, Ed è subito sera, desaparecen enseguida.

Un político de éxito a punto de dejar de serlo y su guardaespaldas; sus mujeres, una deambulando entre el lujo y el vacío y la otra, ya ex-mujer, a punto de ser despedida de un trabajo basura; sus hijos, entre la protesta, la más absoluta soledad y la incomunicación; en medio de todo, algunos destellos: de amor, de caridad, de comprensión, pero siempre, llenándolo todo, el desmoramiento de los sueños, la caída en picado de nuestras vidas, también la muerte, la tragedia, como subrayado de lo que es real. Sí, es eso, esta novela es un trasunto de una realidad apasionante y loca, terrible y hermosa. No se la pierdan.

Les dejo algunos enlaces para profundizar en ella:

En este enlace pueden leer una entrevista con la autora.

Entrevista en El País, por Miguel Mora (enlace)

Crítica de Jacinta Cremades en El Cultural (enlace)

Magnífica reseña en Moleskine literario (enlace), que recoge las palabras de Luciano de Mello


Hace un año y dos días: Donde se habla de amor, de parejas, de bicicletas, de mujeres, de gatos, de sonrisas y risas (con un poema de José María Álvarez)

Hace un año y un día: Lo de innominioso, Faemino y Cansado + Buenas noticias: Lucky, de Nada Surf


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viernes, enero 23, 2009

Un poema y un disco (Idea Vilariño y Sin fang bous)

Es un gustazo este tipo de celebraciones. (El domingo, d.m., me caerán los 42, que como cifra no dice mucho, pero como edad, ufffffff)

Como no puedo mandarles, a través de este maldito artefacto, una buena porción de una buena tarta de chocolate tipo Andrés Martínez en Dos años después (querido Andrés, voy con retraso pero ¡¡¡qué entradas estás haciendo!!!) y un cafelito, o lo que sea, les hago partícipes de dos descubrimientos muy recientes, de esta misma semana.

Un poema


Descubrir un poeta -en este caso, una poeta- es, para mí, uno de los placeres máximos. Leer un poema que es un trallazo, y que sabes que vas a recordar siempre, y que, además, te marca un camino, es ya algo supremo.

Idea Vilariño (Montevideo.1920) me la descubre Diego Zúñiga, en su blog, soberbio, Un sueño realizado (título, además, de uno de los mejores relatos jamás escritos de uno de los mejores escritores que han existido: Juan Carlos Onetti; a todo esto, tengo que traer aquí a Onetti más a menudo).

Precisamente, Idea Vilariño tuvo una relación amorosa, tormentosa y romántica, repleta de encuentros y desencuentros, con Onetti, según leo en la página web de éste: enlace. El poema que he leído en Un sueño realizado pertenece al libro Poemas de amor, que dedicara a Onetti.

Les dejo este enorme poema; de una sencillez y naturalidad tremendas, no creo que haya otra manera más acertada de expresar lo que expresa. La magia de la poesía, cuando acierta, es arrolladora.

Ya no

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos,
esperarnos,
estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

Y un disco


Y vamos con mi disco de la semana, que también será por mucho tiempo: Clangour, del islandés Sin fang bous (alias de Sindri Mar Sigfusson -antes en Seabear-), un trabajo alucinante al que se le pueden dar muchas, muchísimas vueltas.

Especie de folk psicodélico y preciosista, el disco es el despliegue inmenso de tonos, de una riqueza instrumental tremenda, repleto de voces, coros y melodías muy bellas. Una vuelta a los orígenes, una mirada atrás repleta de armonía.

A mí me ha parecido estar mirando un bosque del norte, contemplar la bruma en una tierra lejana y roja, pronunciar la palabra tundra, sentir un eco de misterio y paz, ese toque irreal que tiene la realidad, su trasluz, su luz, su sombra, lo que ya sabías pero no adivinabas a contar.

Muy, muy recomendable este disco.

Les dejo dos temas en vídeo, Advent in Ives garden y Clangour and flutes, y les subo el tema, para mí, más emocionante del disco, Catch the light, una cabalgada desde ninguna parte hacia un árbol desnudo en mitad de un páramo donde sólo habitaba el viento, justo ese viento que sopla al final del disco.










Y no mucho más, querido niños y niñas. Lluvia y viento para ir terminando Enero. Semana de Obama, del que a mí me han llamado la atención dos cosas (serían tres si contara a Beyoncé): la maravillosa frase de un simpatiquísimo Putin: "Las grandes decepciones vienen de las grandes expectativas", y un dato: en retirar las cosas de Bush de las 193 habitaciones, meter las cosas de Obama, con los correspondientes embalajes y desembalajes, tardaron, unos 93 operarios, 6 horas, sí, como lo oyen, 6 horas. Por aquí, en una mudanza de tres habitaciones, 6 tíos y dos jefes mirando desde la furgo tardan 5 días. En fin... otro días hablaremos de la productividad. Mil gracias por su tiempo y su generosidad. Abrazos y besos.


Hace un año y un día: Cine: La soledad, de Jaime Rosales

Hace un año: "No hay artista sin deportista", de Julia-Cristina

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miércoles, enero 21, 2009

Cumpleaños, de Felipe Benítez Reyes


En la cuenta atrás del mío, me he estremecido al volver a este poema de Felipe Benítez Reyes, que he sentido muy, muy cerca. De su libro La misma luna (Visor.2006), se lo dejo por aquí al respetable, para uso y disfrute.


Cumpleaños


Otro año que se va. Los tantos que se fueron
nos dejaron un verbo repetido
con significados diferentes
y el mapa de un tesoro que no está en ningún mapa,
conversaciones lentas y el silencio,
y luces que se apagan y sombras que se encienden,
y el vagar de alma en pena por el alma
de lo que no supimos expresar.

Otro año, mi vida. Y nosotros buscando
la llave que nos cierre la llave del pasado
para estar en el tiempo,
que nunca es el ayer sino el enigma,
que nunca es regresar sino perderse.


Hace un año: Sabbat, un poema de Pablo García Casado

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lunes, enero 19, 2009

Buenas noticias: primer disco de Esfumato


Desde luego, hay casualidades que merecen realmente la pena; pasando el otro día de las noticias, puse El ojo crítico y una melodía y, sobre todo, unos versos transparentes, hicieron que parara el coche (en el garaje no se oye la radio): Tranquilo, un tema de Esfumato, una banda que acaba de sacar su primer disco, me dejó boquiabierto.

El disco se llama Juguetes y sombras y las tres canciones que se pueden escuchar en Myspace son una auténtica delicia. La poesía, hoy, viene de aquí, de propuestas como ésta, y de muchas de las canciones que nos está entregando el hip hop nacional; que la poesía se aleje de los libros es una buena noticia y aquí los poetas más jóvenes lo han entendido (también escritores como Eloy Fernández Porta y Fernández Mallo, en sus presentaciones multimedia).

Les dejo con este Tranquilo, con su fuerza y su delicadeza, con una inspiración de aliento surrealista y cotidiano (esta mezcla es prodigiosa), y entraré en más detalles cuando oiga el disco completo, pero no podía resistirme a contarles y hacerles partícipes de este trallazo musical, de este descubrimiento. Además, los directos son muy buenos (según leo -enlace). Aquí pueden oír el mismo tema en directo, en el programa de Buenafuente -enlace- y por aquí una entrevista en Radio Nacional -enlace-.





Hace un año y dos días: De la piel pa' dentro mando yo (Escohotado y Mil dolores pequeños)

Hace un año y un día: "Eso" que se llama un bloguero + Spanish for your nanny + Dos antiguas: Guarda come dondolo y Poupée de cire, poupée de son

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viernes, enero 16, 2009

Preguntando al respetable: Gustos inconfesables (culinarios) + Jeremy Jay: Heavenly creatures

Venía ayer del curreleo a la caída de la tarde cuando, en la radio, en el programa de Julia Otero, hablaban de la merienda de cuando éramos niños. No hubo unanimidad en cuanto a los gustos -claro-, pero sí me acordé -y hablaron- del pan con mantequilla y chocolate y de los bocadillos de mantequilla con azúcar, exquisitio manjar al que algún contertulio hizo ascos. (Soy de una generación que vio cómo llegaba la madurez -esa mala pécora- a la par que Julia Otero presentaba 3x4 a la hora de una comida que nunca nos engordaba). Otro día hablaremos de la merienda y de un maravilloso artículo de Juan Benet sobre el tema.

En fin...

Todos tenemos algún gusto culinario inconfesable, estoy seguro. Algo que alguna vez, en voz alta y orgullosos, le hemos contado a alguien que ha dicho: pero qué asco.

Suele suceder en los primeros días del amor, cuando los enamorados se cuentan todo: en qué trabajan los padres, el primer amor de verano, el primer beso, las rubias o las morenas, el sitio de veraneo, el color preferido, el número mágico -que siempre nos ha dado igual, pero que inventamos para la ocasión-, esa canción que nos vuelve locos...

Más tarde, se entra en materia y se comienza a confesar lo inconfesable: el primer polvo, el primer polvazo, la parte que menos nos gusta de nuestro cuerpo, y la que más (que, sí, es ésa, pero nunca decimos ésa, sino los ojos, o las manos), en lugar más extraño en el que se ha hecho el amor (que realmente es ninguno)...y el número alto o bajo de amantes previos al interlocutor -que siempre dará para unos días de conversación y alguna que otra mala cara-.

Cuando ya se ha confesado lo inconfesable, se confiesa lo más absolutamente inconfesable: que nos gusta mojar las gambas en leche, que nos hacíamos bocadillos de crispis, que untamos el queso con queso y cosas similares (el robo de las bragas a la vecina del octavo, los tacones que nos pusimos de nuestra prima, las pajas colectivas en un cementerio, cosas así, maravillosas).

(Luego, después de tanta radicalidad, se vuelve a la confesión normalizada: cuántos hijos, si vivir en la ciudad o en las afueras, si un perro o un gato, playa o montaña, etc).

Por mi parte, he de confesar aquí que he cometido desmanes culinarios variados y abundantes y que la edad, esa cortarrollos, ha ido suavizando o suprimiendo. De todos mis desmanes y desviaciones y patologías, hay una por encima de todas que cometería ahora mismo (y hace años, añísimos diría mi padre, que no la frecuento), cuando son las siete y media de la tarde del jueves 15 de enero de 2009: unas tostadas de sobrasada (da igual lo caliente o frío del pan) mojadas en un colacao bien caliente. Qué delicia. Si ustedes pudieran imaginar cómo se calienta la sobrasada al amor del colacao y cómo ese fuego hace que esa pasta roja de los dioses se derrita, soltando el aceite y la grasa que contiene, como digo, si pudieran imaginarlo, irían, como yo seguramente haré, al supermercado y se agenciarían los ingrendientes: pan, sobrasada, leche y colacao. (Lo bueno de lo excelso es que suele ser sencillo)

Así que la pregunta es: ¿Qué desviación culinaria, qué gusto inconfesable al comer tiene usted, querido niño o querida niña? Vaya por delante que se admiten anónimos, como dios manda, y hasta pseudónimos y antónimos e interrogaciones retóricas para los más sofisticados; aquí que cada cual se esconda bajo lo que quiera.

Y para que no piensen que soy un bribón glotón, les dejo una de las canciones que más me ha gustado del recientemente cerrado 2008. De Jeremy Jay, Heavenly creatures, un tema espectacular en su sencillez porque parece el esqueleto de una canción que es, a su vez, canción, que se va armando, que va creciendo. Espero que les guste esta joya.



Y no mucho más. Hablar del tiempo en España es llorar (como dijo alguien que no recuerdo acerca de la literatura u otra cosa). Pero qué frío y qué nieve y qué lluvia y cuánta, cuantísima niebla, queridos niños y niñas. Irá algo mejor -no es difícil- pero me dice un pajarito (enlace) que hay posibilidad de una nortada seria la próxima semana. En fin... Les deseo un buen fin de semana y una buena compra de sobrasada y colacao. Mil gracias por su generosidad y, claro, su paciencia. Besos y abrazos a doquier.


Hace un año y un día: Las canciones de mi vida: Fox in the snow, de Belle and Sebastian y Les hauts quartiers de peine, de Dominique A.

Hace un año: La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares (y IV)

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miércoles, enero 14, 2009

Publicidad: Mi mamá me deja y Heineken

Y regreso a la publicidad, para echar un ratico, a ver si uno se relaja de tanto bajo cero, uffff.

De entre todos los anuncios que he visto, destaco estos dos.

El del niño al que su mamá le deja me parece fantástico; las caras de enterao y consentido son perfectas. A mí lo que más me ha gustado ha sido imaginarme a la mamá, invisible y referente. Lo he visto en Ziritione

En cuanto a Heineken, ¿qué decir?. Una marca que deja fuera de sus objetivos a más del 50% de la población -las mujeres, las que más consumen, por lo visto- lo tiene muy claro. De este anuncio me encanta la actuación de ellos, que hacen a las mil maravillas esa explosión de ilusiones. El anuncio me lo manda Miguelillo (abrazos; seguimos pendientes, ehh)







Hace un año: Un poema de Ángel González

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lunes, enero 12, 2009

Dos poemas de Enrique García-Máiquez


Blanco y negro
(El séptimo sello)


¿Para qué sirve el swing de golf, la moto
que se tumba en las curvas, el glamour

de las noches de fiesta, la piscina

o el aplauso del público, si existen

-te pregunta la muerte mientras mueve
un alfil sigiloso- los paseos

por la playa, tus perros, la poesía,

el ángelus, el cine, la memoria

y amigos, que también van a morir?


Por eso la poesía

La novela lo malo es lo que exige:
requiere un adulterio, asesinatos,

viajes larguísimos, curiosas coincidencias,

y un sinfín de avatares.

Los cuentos son más cortos

pero tienden a hacer de sus protagonistas

insectos esquemáticos, clavarlos
con su alfiler a un corcho y colocarles

ingeniosas cartelas.
En cambio, la poesía lo da todo

sin pedir casi nada. Es increíble

lo poco que hace falta en un poema.
Que estemos juntos, por ejemplo,

en una tarde tonta, igual que tantas,

y que digas de pronto:

"Qué suerte estar contigo", y que yo piense:

"Oírtelo decir es un milagro".

Enrique García-Máiquez (Murcia.1969) ha publicado Haz de luz (Pre-Textos 1997), Ardua mediocritas (Caja Sur 1997) y Casa propia (Renacimiento 2004). Perteneció a un grupo de poetas que, girando alrededor de Miguel d'Ors, se caracterizaron por su catolicismo militante y, sobre todo, por incorporarlo sin rubor a la poesía. Más allá de todo eso, García-Máiquez, es un poeta a seguir. Perpetra el blog Rayos y truenos. Estos dos magníficos poemas los encuentro en el último número de Clarín.


Hace un año y dos días: El presidente y las braguitas: un artículo de Arcadi Espasa

Hace un año y un día: De los amigos: Juan Carlos cumple 40 + Un manual para los que son o van a ser padres: Eduardo y Pepe



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viernes, enero 09, 2009

Una canción: Flightless bird, de Iron & Wine

Hay canciones y canciones (mal empiezo) y me resulta difícil contar aquí lo que siento al oír esta absoluta obra de arte, Flightless bird, de Iron & Wine.

Telémaco, autor de De la lluvia 2.0, me descubrió esta versión en directo. Conocía la del disco (que, por cierto, ahora pone de moda una peli de vampiros juvenil -Twilight-; aquí pueden escuchar esa versión del disco).

(A todo esto, en mi guarrimix nº 1, puse Each coming night de Iron & Wine -enlace-)

Telémaco dice que cuando la oye se siente desnudo de artificios y descubre al niño que fue y al anciano que, si todo va bien, será.

Llevo un par de días intentando poner aquí una aproximación a lo que siento cuando la escucho, hablar de ese escalofrío que me recorre por dentro mientras pienso en lo que es bello y hermoso, triste y terrible.

Todo aquello que sepa transmitir -como esta canción- la tremenda alegría y tristeza a un tiempo que supone el hecho de estar vivo, siempre contará con mi aplauso.

Sigo escuchando y el frío se alarga como la arena en medio de nada; escucho y creo en algo que no sé, en la verdad de una melodía tal vez, en lo que permanece más allá de todo y queda y a veces regresa y te envuelve desde siempre y hasta siempre.

No sé, anoto algo que no sé explicar y debería; pienso también en el talento y en la gracia de lo que es de verdad a pesar del artificio; toda obra, toda existencia, cualquier vida debería aspirar a esto, a este especie de relámpago en medio del mar oscuro, en mitad del mar oscuro.




Y no mucho más, queridos niños y niñas; el frío que tenemos encima subraya el invierno, la luz macilenta de ayer, la madrugada iluminada por un cielo helado y naranja. Irá a mejor, claro, y la semana que viene, lluvia desde el martes. Hay muchas cosas de las que hablar y que me dejo: dos niños alemanes de 6 años -acompañados de un hermano menor que iba a ser el padrino- se escaparon a Brasil para casarse donde hiciera calor, el bikini de la nueva novia de Felipe González, las ayudas monetarias que pide la industria del porno, las declaraciones de Borja Thyssen, en fin... Gracias por su tiempo, por su generosidad. Les deseo un buen fin de semana. Besos y abrazos.

Hace un año y un día: El padre de Blancanieves, de Belén Gopegui

Hace un año: La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares (III)

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miércoles, enero 07, 2009

Pido que sea hoy el viernes prometido, de Alberto Santamaría


He finalizado el año con una gran sorpresa poética: El hombre que salió de la tarta, (Dvd Ediciones.2004) de Alberto Santamaría (Torrelavega, Cantabria. 1976). Vicente Luis Mora ya se ocupó de él. Les dejo un poema soberbio.

Pido que sea hoy el viernes prometido
(Adoración del verano: escena tercera)


Es esta urgencia del verano
la que trae a la calle el olor de los bikinis
exhaustos, de los bañadores húmedos, de las nucas
perfumadas por el salitre. La edad y
el sexo vestido de los que aún se aman
y no se reconocen.

Qué urgencia de la noche por llenar
la bahía de sombras cansadas, de lejanos
hombres que van de farra y regresan
al miedo de sus manos. A solas
la noche devuelve sus nombres a la arena.

Pido que amanezca en las terrazas.
Que de esa frontera nazca
el lejano viernes prometido.

Qué urgencia maldita la del verano
y qué bellas sus formas en la aurora.



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lunes, enero 05, 2009

El tiempo, de Manuel Vicent


No se ocurre mejor manera de comenzar el año que poner aquí esta columna de Manuel Vicent que publicaba ayer El País. Una lección, un recordatorio, un camino.

El tiempo

El tiempo no existe. El tiempo sólo son las cosas que te pasan, por eso pasa tan deprisa cuando a uno ya no le pasa nada. Después de Reyes, un día notarás que la luz dorada de la tarde se demora en la pared de enfrente y apenas te des cuenta será primavera. Ajenos a ti en algunos valles florecerán los cerezos y en la ciudad habrá otros maniquíes en los escaparates. Una mañana radiante, camino del trabajo, puede que sientas una pulsión en la sangre cuando te cruces en la acera con un cuerpo juvenil que estalla por las costuras, y un atardecer con olor a paja quemada oirás que canta el cuclillo y a las fruterías habrán llegado las cerezas, las fresas y los melocotones y sin saber por qué ya será verano. De pronto te sorprenderás a ti mismo rodeado de niños cargando la sombrilla, el flotador y las sillas plegables en el coche para cumplir con el rito de olvidarte del jefe y de los compañeros de la oficina, pero el gran atasco de regreso a la ciudad será la señal de que las vacaciones han terminado y de la playa te llevarás el recuerdo de un sol que no podrás distinguir del sol del año pasado. El bronceado permanecerá un mes en tu piel y una tarde descubrirás que la pared de enfrente oscurece antes de hora. Enseguida volverán los anuncios de turrones, sonará el primer villancico y será otra vez Navidad. La monotonía hace que los días resbalen sobre la vida a una velocidad increíble sin dejar una huella. Los inviernos de la niñez, los veranos de la adolescencia eran largos e intensos porque cada día había sensaciones nuevas y con ellas te abrías camino en la vida cuesta arriba contra el tiempo. En forma de miedo o de aventura estrenabas el mundo cada mañana al levantarte de la cama. No existe otro remedio conocido para que el tiempo discurra muy despacio sin resbalar sobre la memoria que vivir a cualquier edad pasiones nuevas, experiencias excitantes, cambios imprevistos en la rutina diaria. Lo mejor que uno puede desear para el año nuevo son felices sobresaltos, maravillosas alarmas, sueños imposibles, deseos inconfesables, venenos no del todo mortales y cualquier embrollo imaginario en noches suaves, de forma que la costumbre no te someta a una vida anodina. Que te pasen cosas distintas, como cuando uno era niño.

Hace un año y tres días: La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares (II)

Hace un año y dos días: El juego de las versiones: This magic moment (I) por The Drifters y Lou Reed

Hace un año y un día: Un juego: Traveller IQ Challenge + Uno de los discos de 2007: Strawberry jam, de Animal Collective

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