El libro La casa encendida, de Luis Rosales (Granada 1910- Madrid 1992), tuvo dos versiones: una, primera, de 1949, y otra de 1967, mi año de nacimiento. Aunque nunca he sabido si este poema que pongo hoy fue tocado, imagino que leo la versión última.
Tengo la Poesía reunida de Luis Rosales en dos volúmenes, de Seix Barral, en una edición que se hizo para celebrar el Premio Cervantes de 1982. No recuerdo cuándo la compré, sé que tuvo que ser durante la carrera, es decir, entre 1985 y 1990.
El poema, o extracto más bien, que pongo, está justo al principio del libro, tras un soneto, y el título general en el que se inserta se titula Ciego por voluntad y por destino. El poema sigue, y vuelve sobre el mismo tema de volver a casa, y acordarse de un belén de Granada, y encontrarse al sereno, etc. Sin embargo, este extracto siempre ha tenido su vida autónoma.
Narrativo (es importante esto por lo que tiene de evolución en la obra de Rosales -verso libre y abandono de la poesía pura- y en la evolución de la poesía española de entonces), el poema es un trallazo emocional de los que adoro. A mí me ha servido mucho (imagino que sin provecho, claro): para buscar ese momento de iluminación y emoción y que muchas veces coincide con ese momento exacto: con el de volver a casa y abrir la puerta, con el de subir en el ascensor y, de repente, verte en el espejo. Momentos que, como aquellas habitaciones de hotel de una sola noche de Gil de Biedma, te devuelven un olvidado sabor a ti mismo.
Porque todo es igual y tú lo sabes,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Hace un año y dos días: Publicidad: aspiradores y madres
Hace un año y un día: Spoils of the spoiled, de The new Amsterdams y Autumn walker, de Jets to Brazil + La luz de la mañana, de Facto Delafé y las flores azules
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5 comentarios:
Buenos días. Siempre es bueno empezar la semana y el dia con un poema, aunque sea un poco triste como este (o será que yo ahora llego a casa de manera muy diferente a hace un tiempo). Un beso. Cuti
Es fantástico, conmovedor, realista. Pero me gusta lo que dice Cuti sobre llegar a casa de otra manera, en esas épocas de la vida en las que uno tiene niños a los que bañar, alimentar o entretener, o perros con los que jugar o amantes con los que retozar y la voz narrativa propia no reflexiona sobre la soledad. Y, sin embargo, en el fondo, estamos todos definitivamente solos -es el inconveniente de tener conciencia individual- y nos movemos en la rutina. La paradoja está en sacudir esa soledad y esa rutina en un poema y comunicar el sentimiento, convertirlo en algo universal desde lo individual.
Cómo me enrollo los lunes...
Besos. M.
Bonito y triste poema, pero expresa muy bién lo que a veces sentimos.Un beso. Mam
Qué cosa tan triste, más aún para un lunes, Enrique.
Yo no quiero llegar así a casa, aunque nunca podría explicarlo tan magistralmente, pero no quiero llegar así nunca... aunque a veces lo haga.
Otro hermoso poema, cla´sico de la mejor poesía española. Gracias.
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