miércoles, enero 02, 2008

La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares ( II )

No se me ocurre mejor manera de comenzar el año que con el poema Generaciones, de Ana.

Hace una semana (enlace) escribía por aquí que la primera parte de La alambrada de mi boca, que se llama Tres, está repleta de poemas que hablan a la hija y a la madre, desde la muerte de ésta, y como forma de terminar y de comenzar, como camino en el que asistimos a una reconstrucción del yo poético desde ese acontecimiento y donde se confunden las tres generaciones en un itinerario vital repleto de ternura, piedad y emoción.

El poema Generaciones, que cierra esa primera parte a modo de resumen y como aglutinante, es un prodigio, uno de esos poemas que nos gustaría haber firmado a cualquiera que en algún momento hayamos unido dos palabras escritas seguidas. Ejemplo de precisión y de emoción, Generaciones, además, tiene algo que para mí es esencial en la poesía: llega al fondo. Sólo a la luz del poema, y sólo en él, llega a tener sentido algún hecho vital, es decir, sólo en el poema es posible comprender qué ha pasado realmente. La triple llamada a la madre, desde tres generaciones distintas, y la mirada tierna y repleta de piedad de Ana Pérez Cañamares, funcionan como un mecanismo que hace del poema un prodigio (no, no estoy exagerando). Generaciones es, por eso, un artefacto perfecto, un poema redondo y hermosísimo, terrible y bello, muy bello. Les dejo con él.

Generaciones

Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme,
yo dije mamá, quédate
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.

Cuando mamá murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo
o muriendo.


Hace un año: Un fragmento de José María Parreño + Publicidad: un juguete (erótico) navideño de Ann Summers

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9 comentarios:

Sara dijo...

Qué hermoso y conmovedor!

Muy feliz 2008!!!!!

Anónimo dijo...

Ana es... otra vez... excelente. Ya la felicité directamente, y para mí ha sido todo un descbrimiento.

Buenos días Enrique, y sigue disfrutando (también)de Nabokov. ;-) Am

Miriam G. dijo...

Cada vez que leo ese poema lloro como una Magdalena. Y yo no soy de llorar, al menos no con el arte.

Un beso, Miriam G.

J. M. dijo...

gracias por las recomendaciones, enrique, feliz 2008...

Manuel Márquez dijo...

Sutil y lleno de recovecos; y muy triste, y muy fuerte, también. No sé, muchas cosas, muchas sensaciones a la vez. Mi agradecimiento a la autora, por parirlo, y al transmisor, por traérnoslo. Compa Enrique, todo un detalle de brillantez (el texto es magnífico) y generosidad (no es tuyo y le cedes tu espacio) para abrir el año. Sin solución de continuidad. Fenomenal.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Como siempre, mucho (por no decir todo)en muy pocas palabras.

Anónimo dijo...

Muy profundo y muy triste.Un abrazo. Mam.

Anónimo dijo...

Precioso, muy triste para este día gris (que mal me sienta la lluvia por mucha falta que haga), así que creo que me voy a unir a Miriam, que no viene mal de vez en cuando. Un beso

Paula dijo...

Qué maravilloso, y cómo escuece. Aunque no haya pasado por eso (aún).

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