Abordar en un libro el tema de la crisis, tan actual, no deja de tener sus riesgos. Prescindir de la perspectiva que da el tiempo, hacer un análisis riguroso, casi al ritmo de lo noticiable, es una tarea de titanes sólo al alcance de mentes tan brillantes y atinadas -no, no exagero- como la de Verdú.
No deberían perderse este libro: es un lujo para la inteligencia, uno de esos tesoros a los que uno va a volver, a menudo, buscando la sencillez y la erudición del que ve más allá, del que sabe que las cosas son algo más que la apariencia, que la realidad es lo que queda entre las líneas de los titulares y las portadas.
Vicente Verdú se mete de lleno en el análisis de la Crisis actual, de alcance mundial y repercusiones a la vuelta de cada esquina. Pero Verdú analiza mirando hacia atrás y hacia adelante, que es la única forma de ver la verdadera dimensión del presente en el que vivimos. Como dice en una entrevista con Juan Cruz (enlace):
Creo que la crisis no es exclusivamente financiera y económica; hay implicados muchos más elementos. El especulador no puede especular si no hay gente con quien especular; el estafador no estafa si no hay un cándido; la gente no se aventura en las hipotecas si la época no lo promueve. Todo esto tiene que ver. Y tiene que ver, por si faltaba poco, con la pérdida de calidad de las cosas. Cuando se habla de los bonos basura o de las hipotecas subprime, eso es concordante con el trabajo basura, con la tele basura, con la comida basura y con la mala calidad de las personas, porque ésa es una cuestión que a mí me ha parecido interesante para explicar. No estoy moralizando, estoy hablando de la ruptura de los materiales...
A través de continuas miradas a la historia, poco a poco, se van destacando los ejes esenciales que han llevado a la situación económica actual que, claro, tienen sus correlativos a nivel social (especialidad de la casa) en el ámbito laboral, de ocio, amoroso, político...
Quizá, para mí, lo más interesante es el análisis que Verdú hace de la pérdida de valor actual del intermediario y que también destaca en la entrevista:
Pregunta: ¿Y ahora dónde ve usted el no?
R. En el descrédito de las instituciones bancarias y de todos los intermediarios, políticos incluidos, como factores de explotación. En cuanto a la política, ya no cabe la posibilidad de pensar en un sistema democrático que sobreviva si no es a la manera como lo ha entendido Obama, movilizando a millones de personas a través de Internet. El mundo camina hacia la desaparición del intermediario improductivo y hacia una estructura más horizontal, una suerte de "anarquía armónica", como dice Salvador Pániker.
Deliciosos los análisis del dinero metálico (remotándose a Grecia y terminando en el diseño arquitectónico de las actuales oficinas bancarias), de la mujer, de los nuevos hábitos y usos que ha traido internet a través de las redes sociales y los blogs, y del bajo precio (casi cero) de muchísimos artículos que me ha hecho comprender cómo es posible que anden por nuestra casa un montón de objetos (relojes, calculadoras, camisetas, bolsas de aseo, maletas...) por los que, hace unos años, suspirábamos.
No se pierdan este libro. Alegrarles el verano no se lo va a alegrar (y miren que Verdú, desde el comienzo al final del libro se muestra abierto a la aparición, tras estos tiempos tan convulsos económicamente, de un nuevo hombre en un nuevo mundo), pero todo el que quiera saber un poco más de lo que está pasando, se va a alegrar de poder asistir al despliegue, al menos, de una inteligencia soberbia y una mirada genial sobre las cosas.
No se olviden de que Vicente Verdú escribe un blog (enlace) que actualiza muy a menudo. En este enlace de Anagrama pueden leer un trocito del libro. Yo les dejo esta fabulosa cita, con la que coincido y que me encanta:
Así, una gran proporción de los fenómenos sociales de nuestro tiempo adquiere la forma de eclosiones propagándose mediante el modelo de la estampida o la epidemia, que, por su magnitud, llega a adquirir una autonomía liberada de origen y causalidad. La crisis no es sólo la crisis, sino todo aquello que se cree, se habla o se teme sobre la crisis. O, incluso, ésta sería a efectos prácticos la única crisis y de ahí la dificultad (o la imposibilidad) de neutralizarla mediante medidas referidas a lo económico que, a estas alturas, está siendo superado por todo lo demás.
Hace un año y un día: Casa de citas: Una precisión de Portnoy (editado)
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10 comentarios:
Ya tenía alguna referencia del libro, compa Enrique, del que había leído, además, algún fragmento publicado en El País (no recuerdo si en el diario o en el colorín, tanto da...). Y, como bien señalas, debe ser una auténtica gozada. El problema es el de siempre: se supone que he de someterlo a aquello del prior tempore..., y, en ese caso, para cuando me toque leerlo, no sólo habrá acabado la crisis, sino que hasta el Sol habrá dejado de alumbrar, me temo... Magnífica, en todo caso, tu recensión, que te conste.
Desde esta sartencilla al rojo, un fuerte abrazo, compa.
P.S. ya me gustaría pasar por aquí más a menudo, y con menos retraso, pero ya ves cómo se anda: un mes sin actualizar mi casa. Qué vergüenza, mami, qué vergüenza...
Queridísimo compa, mil gracias por tu divertido comentario, que me ha hecho reír. No hay mucho tiempo, no, y hay que dar salida a lo más importante. Las actualizaciones, como ves, aquí tampoco son para tirar cohetes. Así que no te preocupes lo más mínimo, se entiende el retraso. Eso sí, siempre me da un alegrón verte.
Imagino esa sartén, compa. Aquí la noche ha sido menuda, ufff, qué alegría de calor.
Otro fuerte abrazo para ti, compa Manuel.
Qué interesante Enrique. Lo mejor es que me has recordado a Verdú que nunca me he leído ninguno de sus ensayos. Creo que me cogere alguno de sus libros para compensar las lecturas ligeras del verano.
Un beso.
Gracias, Viola ¡¡¡. me alegra que te interese. Verdú es una maravilla, todos sus libros son un lujazo y merecen la pena leerse. Si todavía no te has pillado ninguno, prueba con Yo y tú, objetos de lujo, que está editado por Debate y en donde hace una análisis muy bueno de estos tiempos, tan extraños y convulsos. En este enlace puse un ligero comentario al libro:
http://elblogdeenriqueortiz.blogspot.com/2006/06/vicente-verd-buenas-noticias.html
Otro beso para ti :)))
Joe no tengo ni tiempo para leer esto, imagina el libro!! pero todo llegará y volverá, ahora toca trabajar y disfrutar con el enanillo. Un beso. Cuti
Gracias por su recomendacion, Don Enrique. La segunda que leo hoy. Eso debe de querer decir algo, no?
Yo no voy a leer seguramente el libro, pero me ha gustado mucho el comentario que has hecho. Es una coincidencia, pero hará cosa de dos meses me encontré a una conocida mía que no veía hacia tiempo y hablando de la crisis me decía que principalmente y antes del problema económico,esta crisis era una crisis de valores, explicándome el asunto como el libro de Verdú, a lo mejor lo había leido. Un beso. Mam.
Hola Enrique, no puedo estar más de acuerdo con VV en que no es una crisis sistémica, sino conceptual y que excede con mucho la economía; y su solución es un gran cambio de paradigma. Abrazos desde el mediterráneo. AM
Muchas gracias Enrique, ayer me tocaba pasarme por la biblio y ya tengo el libro que me comentas en casa :), con tu enlace mucho mejor. Besos.
Todo el libro es una perfecta muestra de la retórica vacía, sin argumentos científicos, vacuo en continente y contenido; que desde hace unos años los llamados "científicos sociales" muestran bajo esa perversa manta gris del postmodernismo.
Verdú se monta en el carro de hacer un libro, que más allá de las opiniones personales (válidas en cuanto a opinión, pero insuficientes en cuanto a análisis riguroso de lo social), no aporta realmente nada de nada al debate actual. Y por si ello no fuera poco, ya que la retórica es la herramienta del charlatán; muestra una serie de fallos que demuestran la falta total de conocimiento sobre el tema que trata.
En varias páginas del libro insiste en el nacimiento del capitalismo en el S. XIV, cuando no puede hablarse del sistema capitalista hasta el S. XVI.
Realiza constantes analogías entre la medicina y su intento de explicación de la actual crisis, que no dejan de ser bonitas metáforas y comparaciones. Pero nada más. Además, en muchos casos como en el uso del término fractal, su analogía incluso se salta las propiedades del concepto que usa.
Podría seguir y seguir, pero bastante sufrimiento ha sido leerlo como para tener que recordarlo ahora.
Resumiendo, retórica postmodernista que no aporta nada más al debate científico que los clichés de siempre, tan manidos y sobados por los críticos del sistema.
Un saludo desde Madrid.
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