Qué bien comienza el año literario. Si esto sigue así, va a ser histórico, paralelo a los récords de temperatura que se están batiendo en todo el mundo.
No sé por donde empezar con Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz.1960). Ha escrito tanto, y tan bueno, que es difícil poner aquí un resumen justo de toda su obra. Porque Benítez Reyes ha escrito poesía, novela, relatos, artículos... Es uno de esos escritores de los que uno siente envidia, una envidia absoluta, porque todo lo que hace es soberbio, magnífico, genial.
A riesgo de ser ligero y supérfluo, he preferido presentar aquí todas las facetas de este fascinante autor, sin profundizar en ninguna. Dejo para más adelante, y siempre que así lo quiera el respetable, ir analizando obra por obra. Benítez Reyes lo merece, sin duda.
Echando un vistazo por ahí, he encontrado este enlace en el que hay una bibliografía casi completa y donde uno se puede ir haciendo la idea de la dimensión de su obra (al sacarla para escribir esto he tenido que dar un par de viajes desde las estanterías). Que este año el Nadal vaya a manos de este autor, honra al premio, lo garantiza y, de paso, inscribe en mi agenda un compra obligatoria, una lectura obligatoria, un deleite seguro.
Para abrir boca, pongo un fragmento de un Benítez Reyes reflexivo, meditando acerca de la literatura, y de sus comienzos en la escritura. Se publicó en la revista Litoral (número monográfico dedica a F.B.R, bajo el título de Ecuación de tiempo) y es un texto delicioso que podeis leer completo en este enlace. Destaca el sentido del humor, el estilo implacablemente elegante, marcas de la casa. Pongo el extracto:
"En todo este tiempo, he aprendido algunos trucos, pero me temo que también he aprendido que los trucos tienen muy poca utilidad. Creo que la obligación de un poeta consiste en intentar escribir poemas perfectos, porque la dimensión mágica de los renglones cortos es un factor casual e imprevisible: una milagrosa conjunción de azares estilísticos y de reverberaciones emocionales. En cuanto a la novela, estoy casi convencido de que su misión primaria es entretener a través de espejismos, y esos espejismos pueden ser atroces o amables, desternillantes o conmovedores, pueden mover a la carcajada o al espanto, pero han de ser fascinantemente entretenidos o entretenidamente fascinantes en su esencia: un teatrillo de títeres que dé la impresión de tener la misma dimensión que el universo".
Quizás el Felipe Benítez poeta sea el que más ha destacado hasta ahora. Autor de varios libros entre los que destacan Vidas improbables (1994), El equipaje abierto (1996) y su último título publicado, Escaparate de venenos (2000). Os dejo un par de poemas (y pido disculpas por ser tan breve; iré poniendo más poemas):
La palabra
La mano que reposa en la mano de amante,
jugando con la joya de algún aniversario.
Los tacones rojos de una puta vestida de rojo
por el pasillo de un hotel de alfombras rojas.
La adolescente que se pone los calcetines escoceses
en un almacén de bebidas,
sentada sobre un fardo de cartones, mirando su reloj,
contando unos billetes.
El jubilado que vuelve
a casa con un ramo
de rosas sin abrir -y medio siglo
vivido ya con esa vieja
que cocina sin sal y apenas habla.
El cliente del peep show, mirando
a través del cristal de la cabina
-como un caleidoscopio de quimeras y bragas-
el girar de unos cuerpos que sonríen.
El muchacho que entra en un bar de ambiente
con ojos de gacela lastimada.
El viajero que besa la foto familiar.
El viajero que desliza
por el mostrador la tarjeta
de crédito, y se pierde
con la muchacha elegida por el laberinto de los reservados
bajo las luces especiales de un reino de peluche.
El que pronuncia un nombre, y no se duerme,
y abraza la almohada.
Los colegiales que se besan en los jardines del internado.
La separada joven que mira el teléfono
rogándole que suene.
El señor atildado que detiene su coche en una esquina
y cierra un trato
con el chapero de las zapatillas de deporte.
El niño que busca el cuarto oscuro
para quedarse a solas con la gélida
imagen de una modelo de revistas de moda.
Contra nosotros mismos: lo que llamamos amor.
Y cada cual pronuncia esa palabra
con un secreto temor y una secreta demencia.
La noche
Todos hemos llegado, a esta hora,
al final indistinto de otro día.
Igual que las columnas de los templos turísticos,
igual que las antenas
que cubren la ciudad, permanecemos
de frente ante la noche,
fatigados de luz y de trabajo.
Alguno se dispone a la lectura
de una nueva novela o de unos versos
de geométricas metáforas
y algún otro recorre el laberinto
de intriga y de ambición que es nuestra Historia
en alguna costosa enciclopedia
ilustrada con gráficos y fotos
de holocaustos modernos.
En la penumbra tersa y repentina,
habrá quien se apresure a celebrar
el espejismo frágil de otro cuerpo
conmovido y hierático,
desnudo como el agua,
que el tiempo arañará con garra firme.
Alguien escribirá una carta inútil,
traicionada sin duda
por esos enemigos poderosos
de la expresividad: los adjetivos
que intentan transmitir la esencia íntegra
del dolor verdadero.
Alguno invocará su paz con ansiolíticos
y algún otro será
el solitario alquimista del sexo de los ángeles
en la galaxia virtual de las cabinas porno,
absorto y sorprendido como un niño.
Alguien colocará explosivos redentores
en nombre de una raza y su bandera
y algún otro abrirá la puerta helada
del infierno acordado con él mismo.
En esquemáticos apartamentos de alquiler,
hay quien hace reír y quien llorar
a seres temerosos que miran las estrellas
o las luces en línea de aeropuertos lejanos.
Alguno sueña ya con los piratas
heroicos y feroces de una infancia inmortal
y muchos tejerán las pesadillas
barrocas que conciben los adultos
con visionarios fallos de guión.
Todos hemos llegado al final de otro día.
Y cada cual se dispone a proseguir
su más secreto rumbo
por el túnel salvaje de la noche.
También Benítez Reyes es autor de varias novelas: Chistera de duende 1991, Tratándose de ustedes (1992), La propiedad del paraíso (1995), una novela autobiográfica sobre la infancia, deliciosa, y El pensamiento de los monstruos (2002), donde describe la vida de Yéremi Alvarado, que se presenta a sí mismo así: "Soy policía, soy un poco vidente y algunas noches las ocupo en retransmitir un programa pirata de radio. Aparte de eso, últimamente me dedico a echarle una mano a mi amigo Jup Vergara en su agencia de viajes. Y estudio, en la Universidad a Distancia, Filosofía.»
Para mí, Felipe Benítez Reyes es, además, y sobre todo, el autor de El novio del mundo (Tusquets. 1998), una de las novelas más divertidas que he leído, y seguramente la más hilarante, capaz de hacerte reir durante las casi 500 páginas que tiene, de arrancarte carcajadas. Siempre que alguien me pregunta qué libro leo, contesto, sin dudar, El novio del mundo (para demostrar que pasárselo de cojones y leer un gran libro no es incompatible y que bajo la etiqueta de bestsellers nos están colando malos libros, malas novelas, por mucho que se defienda el entretenimiento, la diversión y majaderías y etiquetas similares que lo único que ocultan son malos libros, malas pelis, malos discos) . Su protagonista es Walter Arias, y la novela cuenta las idas y venidas de este personaje, que según el autor es "una mezcla de filósofo surrealista y de psicoanalista antifreudiano, de romántico y de obseso sexual". El novio del mundo, del que se ha dicho que es un "hilarante thriller entre picaresco y metafísico". Para disfrutar de la literatura, como decía Benítez Reyes en la nota que hay arriba. Pongo el comienzo (arrollador) de esta novela:
"Tras haberse acostado en un hotel de Amsterdam, Walter Arias se despertó a la mañana siguiente tendido en la acera de una calle de una ciudad medio modernista y medio africana que resultó ser Melilla.
Mi nombre es Walter Arias.
Cuando abrí los ojos, una especie de cleopatra de pago me miraba con fijeza, confundiéndome sin duda con un obseso sexual. "¿Echamos el rato, cariño?", me preguntó, a la vez que se oprimía los pechos con orgullo paródico.
Para eso estaba yo.
Me dolía mucho una oreja y en mi antebrazo tenía la marca de una aguja d'artagnan, con su anillo saturnal de sangre coagulada. -Te meten una porquería en el cuerpo, o sea, y dejas de ser tú, y apareces en Melilla. Enhorabuena.
Hay días, desde luego, en que si uno inventara un perfume le pondría de nombre Náusea.
Y es que a veces el Destino se parece a un agente turístico que se la tuviera jurada al mundo y que, valiéndose de la red informática, se dedicara a enviar a Beirut a los ancianos que soñaban con los laberintos adriáticos de Venecia -muchos de ellos cargados de pastillas para no marearse en las góndolas- o a desviar al Caribe a los boy-scouts que, en compañía de sus pederastas, anhelaban visitar el Vaticano para oír al Papa decir misa -a un kilómetro aproximado de distancia teosófica- en su esperanto disléxico, beatífico y babélico.
(...)
¿Un misterio?. Bueno, sí, todo en la vida es misterioso. 1) ¿Por qué es más fácil sacar el hilo de la aguja que enhebrarlo en el ojo de la aguja? 2) ¿Por qué la soledad puede procurarnos felicidad y por qué el amor correspondido puede provocarnos dolor -especialmente de cabeza? 3) ¿Por qué en el cine se te sienta siempre delante el coloso adolescente de la peluca afroyeyé? 4) ¿Por qué inventó el hombre el mito del unicornio?
Nada tiene sentido, camaradas. Todo es un misterio que gira aburridamente sobre su propio eje como una peonza metafísica. Cualquier estupidez, como quien dice, es misteriosa: ¿por qué ciertas semanas parecen eternidades y ciertos años relámpagos? ¿Por qué la ciencia moderna la tiene tomada con la placa dental? ¿Por qué todos los psicópatas de las películas se saben el Antiguo Testamento de memoria? ¿Por qué la bigamia está considerada como un delito y no como una enfermedad mental digna de compasión psicoanalítica? ¿Por qué los tuertos no lloran el doble de tiempo?
El mundo, ya digo, es un misterio giratorio, y a mí me ha tocado en suerte el ser un ente errante, uno de esos tipos que pueden acostarse en un sitio y despertarse en otro. En otro continente incluso, porque todo depende del azar, ese cubilete de dados que agita un simio epiléptico."
Enhorabuena al Nadal por este premio.
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9 comentarios:
Empezamos el año con deberes, asi q esta noche mismo me pongo en la tarea de leer todo lo q tengo pendiente (pero no a la vez..) un beso.Cuti
Pues hay que ponerse; yo, por mi parte, he recogido hoy un pequeño cargamento de la librería; cosas de los reyes magos: y hay algunos libros con una pinta, que ya estoy tardando. Un beso.
blog leido por encima en el nuevo ordenador. !que lista soy!
Buen y saludable año, amigo. Vuelvo por estos lares, y me encuentro que tengo muchas entradas con las que ir poniéndome al día, lo cual me alegra. Cada vez me gusta más el nuevo aspecto de tu blog, y por supuesto a seguir compartiendo lecturas, discos y lo que se nos ocurra, incluso un vino cuando se tercie, que lo tenemos pendiente.
No he leído nada de Rafael Reig. (ya sé, ya sé)
Enrique has hecho un gran post.
Un saludo y buenas noches
Está claro que quería decir de Felipe Benitez Reyes jaja y el cansancio me hizo poner el nombre del post inferior . Ruego disculpes este absurdo lapsus.
También está claro que tendré que leer algo de él;-)
Buenas noches de nuevo
Ayy, anónimo, tú con ordenadores, qué va a ser de mí. :).
Miguel Angel, guapetón: tenemos libros, discos y vino, qué lujazo. Otro abrazo para ti y un feliz y saludable año, sí señor.
Olvido, en qué estarías pensando :). Es que Reig es mucho Reig. Creo que Benítez Reyes merece mucho la pena. Eso sí, descansa. Un saludo y, como tú dices, buenos días.
"Y cada cual se dispone a proseguir
su más secreto rumbo
por el túnel salvaje de la noche".
Si es que sólo la noche sabe lo que se pierde el día...
"En cuanto a la novela, estoy casi convencido de que su misión primaria es entretener a través de espejismos, y esos espejismos pueden ser atroces o amables".
Comulgo con el señor Benitez.
Siento la ausencia.
Me pongo al día de ipsofacto.
Un beso.
Hay noches que debieran ser la vida.
Intensas largas noches irreales
rodeadas de flashes y vinilos.
Ritmos que incitan a perderse
y caras descompuestas alarmando del peligro.
Traten de recordar,cuando el peso de los años
entregue su factura a medio plazo,
amaneceres imprudentes, repentinos;
noches en los que sale el sol antes de lo debido.
En el remoto lugar que habitan del pasado
los pasos y los bailes desquiciados
que movieron virulento su esqueleto sibilino
ausente de control, menos apenas juicio.
Con los ojos como platos
no despertar siquiera ,
pero por no haber dormido.
Hay noches que debieran ser la vida,
el simbolo de nuestra juventud,
la pasasión para el futuro.
Un tesoro dormido en la memoria
que volviese de nuevo a estas "noches" intacto,
un fragmento de alma.
Y lo fueron tal vez, ya que el recuerdo
las salva y les concede el privilegio de fundirse
en una sola noche triunfal,
inolvidable, en la que el mundo
pareciera haber puesto
sus llamativas galas tentadoras
a los pies de nuestra altiva adolescencia.
Es por ello que miro con paciencia hacia el futuro,
disfruto del momento a toda costa.
El milagro de vivir una vejez tranquila
-lo tengo entre las manos-
la labor de fraguarme un espiritu.
La razon de los hachaques y las alegrias,
la calida gema de la juventud. :)
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