miércoles, septiembre 30, 2009

Sangre joven, de Carlos Marzal


Sangre joven

Quiero tu sangre joven, que es querer
todo lo que la vida aún no ha podido hacerte.
De lo que me alimento
es de esa inútil sangre esperanzada,
de cuanto sé que ignoras hasta hoy,
y que más nos valdría que no supieses nunca.
De esa manera, por obra de tu sangre,
creo en lo que no creo, y olvido lo que sé
que te ha de suceder. Quiero esa risa
que aún no ha tenido tiempo de hacerse prudente,
de pensarse dos veces si reír
es celebrar el mundo o lamentar su estado.
Envidio el que no hayas vendido
ninguna alma al diablo, y que bailes con él
a la luz de la luna, a veces, sin conciencia.
Juego contigo, porque no sabes las reglas,
ni siquiera las de tu propio juego,
y mientras las aprendes
soy el que ya no soy desde ya no sé cuándo.
Quiero la impunidad con que te entregas
a la tarea de vivir la vida,
sin paz, sin horizonte, sin infierno,
que son el argumento de las vidas ajenas.
Viéndote hacerlo, se diría
que desconozco todo lo que conozco.

Así es tu sangre.
Ya sabes lo que busco.
Qué tristeza que el tiempo, o yo, o tú misma
tengamos que matar, en ti, toda tu sangre.



Carlos Marzal
(Valencia. 1961) ha publicado El último de la fiesta (1987), La vida de frontera (1991), Los países nocturnos (al que pertenece este poema, de 1996), Metales pesados (2001), Fuera de mí (2004) y Ánima mía (2009) Otro poema suyo ya ha aparecido en este artefacto (enlace)

Hace un año y un día: Casa de citas: Quentin Tarantino

Hace un año: A short love story, de Carlos Lascano

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lunes, septiembre 28, 2009

El cielo gira, de Mercedes Álvarez

Fotografía, homenaje a El cielo gira, de Florencio Sánchez

El sábado por la noche tuve la fortuna de cumplir un deseo que ya se estaba convirtiendo en viejo: ver El cielo gira, de Mercedes Álvarez, y ha sido, con diferencia, lo mejor que he visto en mucho tiempo y es una obra a la que volveré.

Hermosísima, conmovedora, muy emocionante, la película, articulada como un documental, aunque no me convence esta clasificación, gira alrededor de un pueblo, Aldealseñor, de Soria, en el que sólo quedan 14 habitantes (Mercedes Álvarez fue la última niña que nació en el pueblo). No hay que perdérsela, por nada del mundo. Todo cabe en ella, desde la guerra hasta los dinosaurios, desde las estrellas a las lechugas...

Les dejo las palabras de la directora, y un par de vídeos: el tráiler y el arranque, con una señora que nos habla de los dinosaurios.

Había la posibilidad de asistir –en un lugar concreto, con personas reales- a un capítulo necesario de la experiencia y la vida humanas: el tiempo de la ruina y la decadencia, que precede a su desaparición. Se trataba de mostrar qué cosas ocurren entonces, y registrarlas mientras ocurren.

A menudo la ficción del cine ha reflejado con éxito el proceso de decadencia de un individuo; con más dificultad, el de un grupo humano, el de un clan, el de una generación. Para escalas mayores, para hablar de la caída de toda una civilización o de una cultura, lo más acostumbrado es la alusión, que el lenguaje del cine traduce en elipsis: se muestra un paisaje de ruinas, se muestra lo que era antes en cuanto que ya no es, y luego un tiempo nuevo que ha suplantado al anterior.

Pero de lo que aquí se trata es de ese intervalo en el que todavía hay vida. Y durante ese trance de desaparición se dan sin embargo momentos únicos, hechos que brillan con un significado especial al tiempo que se apagan, y que tienen la capacidad de evocar toda la intensidad del trance. En su cualidad, esos hechos significativos son quizá comunes a la caída de individuos, grupos y culturas. Quise prestar especial atención a esos momentos, sin aislarlos del conjunto, sin subrayar su carga dramática.

Hay una cualidad del paisaje nada frecuente de encontrar y que sin embargo se da en la región de la Aldealseñor, en los páramos altos de Soria, de una manera inmediata: la experiencia física, en un solo golpe de mirada sobre la comarca, de tiempos históricos distintos, a veces antediluvianos. Las huellas de dinosaurios y el pueblo en su actualidad y a punto de desaparecer, los castros celtíberos, las ruinas romanas o la torre árabe del palacio convivían simultáneamente.

Ese tiempo profundo que rige las estaciones, las generaciones y los milenios, estaba milagrosamente ahí, intacto, y podía experimentarse con los sentidos. Y tuve el presentimiento de que el último capítulo en la historia de La Aldea, los días que estábamos viviendo durante el rodaje, no era más que uno de sus intervalos, antes de que llegara la nueva época, la del hotel y los molinos.

Me dije que si esa experiencia conjunta de tiempo biográfico (el mío y el de los habitantes del pueblo) y de memoria colectiva pudieran proyectarse sobre un tiempo profundo, merecía la pena intentarlo. La forma que intentamos durante el montaje fue marcar con esos tres tiempos un compás, que se repite varias veces a lo largo de la película.

Así, el tiempo de rodaje acabó convirtiéndose en tiempo documental y, finalmente, en tiempo argumental. "El cielo gira" relata los hechos seleccionados y los momentos significativos de un trance de desaparición; los que se produjeron en Aldealseñor entre otoño de 2002 y junio de 2003, quedando así anclados en el tiempo y en la memoria.







Hace un año y dos días: Novedades musicales: Mogwai y Los campesinos!

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viernes, septiembre 25, 2009

Prisencolinensinainciusol (Celentano y Carrà) + Camera obscura

Mucho tenía yo pensado para hoy: que si la subida de impuestos (no es baladí el tema; si tienen curiosidad, echen un vistazo a este vídeo en el que un golfista le manda un mensaje a Zapatero, entre hoyo y hoyo, con dos cojones; si yo fuera ZP, se iba a enterar éste de lo que vale un peine: iba a crear un tipo de gravamen especial para los que le dan a las pelotas con palos: un 99%, anda, por listo: enlace), que si Megan Fox y su aura de desdicha, lo nuevo de Micah P. Hinson, de Sufjan Stevens, Kings of convenience, Tokio sex destruction y un grupito de jovencísimos que me ha gustado, The X X.

Pero no y no. Basta que dé una vueltecita por esos mundos de Dios y se quede colgado de una canción y unas imágenes de las que cuesta desprenderse. Y basta, como digo, para que el último post de la semana sea algo ligerito, como este tiempo, sin muchas pretensiones, para pasar un rato. Nada más. Uno va aprendiendo que lo mejor llega cuando se dejan las pretensiones, las ansias de grandeza.

Así que en esas ando y no, no se piensen que he enloquecido (o a lo mejor un poquito, sí). Lo de arriba, o sea, Prisencolinensinainciusol, es el título de una canción que he oído y visto en Paralelo 40 y que me tiene absolutamente enloquecido, no sólo por ese ritmo (brutal, como se dice en Paralelo 40), sino por la tremenda locura que inspiran el vídeo y la canción (es genial, con esa especie de estribillo eterno y endemoniado). Me encanta. No puedo dejar de verlo. Pienso que la televisión, cuando comenzaba, era mucho más audaz, más sin complejos. Si uno le da un par de vueltas, no existe nada hoy comparable a este vídeo, a su valentía. A medio camino entre lo grotesco y lo brillante, uno se queda asombrado. Ahí va, que no me quiero enrollar.




Hay por ahí otra versión en la que Celentano hace de profesor y les canta a un grupo de colegialas (enlace)

Y para volver en uno después de tanto frenesí, nada que mejor que esta canción de mis muy queridos Camera obscura, French navy, que veo leyendo material atrasado en el blog de Viola tricolor, Los colores de los pensamientos. ¿No me dirán que no es apetecible ese fin de semana románticamente feliz o felizmente romántico en la soberbia Francia?




¿Y qué más les puedo contar, mis queridos niños y niñas? Magnífico el tiempo, hay que aprovechar estos días que, seguramente, van a ser los mejores del año. Así que a ver chicas en minifalda, que todavía quedan algunas (cuenta la leyenda que, a semejanza de algunas frutas, a las chicas en minifalda les pasa lo mismo: las primeras y las últimas de la temporada son las mejores) eso sí, les advierto, queridos niños, que van de muy mala idea porque vuelven al insti o a la uni. Yo, por mi parte, sueño con una pasta negra con sepia, así que, para acordarme de Onetti, intentaré tener un sueño realizado. No pretendo mucho más, no señor. Así que ya les contaré. Gracias, y muchas, por su tiempo y su generosidad y su paciencia infinita para con este pobre artefacto. Besos y abrazos y olé.


Hace un año y un día: Tres historias europeas, de Lolita Bosch


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miércoles, septiembre 23, 2009

Anatomía de un instante, de Javier Cercas

Ya, ya lo sé; un libro -a medio camino entre el ensayo histórico, el documental y la novela- de más de 400 páginas sobre el golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981 no es algo que uno diga, venga, a por él (como haría, por ejemplo, con una biografía ilustrada de la Beyoncé) y, claro, como en tantas ocasiones, uno mete la pata si no se acerca a un libro como éste.

Anatomía de un instante (Mondadori.2009), de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres.1962), es uno de los mejores libros que uno puede leer si nos atenemos al rótulo de novedades y es, desde luego, el mejor de su autor.

Se trata de un recorrido -emocionante y detallista, muy inteligente- por el antes, el durante y el después del 23-F, un viaje alrededor de unos personajes -Suárez, el Rey, Armada, Carrillo, Tejero...- que tejieron y destejieron el destino de este país durante lo que se ha denominado como Transición y que termina con el fallido golpe de estado y con la victoria de Felipe González en 1982.

Cercas, y creo que es su principal mérito, ha escrito un libro que se lee del tirón, que, desde la primera línea, te deja boquiabierto y te empuja a continuar por los ecos de una historia cuyo final uno ya sabe (eso, es gran literatura). Cercas hace un análisis riguroso y repleto de estudios, datos, bibliografía, pero Cercas, ante todo, es un escritor enorme y es su prosa, su forma de contar, sus idas y venidas, lo que hace que éste sea un libro absolutamente logrado. Los mismos datos, la misma bibliografía, idénticos estudios, en otras manos, hubieran acabado entregando un coñazo de padre y muy señor mío.

Mi madre me decía el otro día que ella, de lo que de verdad se acordaba, era de lo guapos que eran los políticos de aquella época. Si uno lee el retrato, genial, que se hace a lo largo de estas páginas de Adolfo Suárez, comprende el porqué de aquellos trajes oscuros, las camisas claras, las corbatas oscuras (como Dios manda), y se entiende, más, esta época de trajes de colores imposibles (entre marrones, grises y azulados), y corbatas estridentes.

Dos asuntos, en el final del libro, me han entusiasmado: uno, el lazo, hermosísimo, que traza Cercas entre la historia del libro, aquellos años, y su padre, la relación con él, su muerte, esa certeza que atraviesa al autor cuando, después de preguntar al padre por qué votaba a Suárez, le contesta: "Porque era como nosotros".

Por otra parte, me ha interesado, cuando Cercas, al final, al acercarse a la época actual, en un país como el nuestro en el que se ha asentado una democracia que peligró, hablando del descontento con el que convivimos, trae a Odo Marquard, y cita:

"Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo. Más bien se dan por supuestos, y la atención se centra en los males que continúan existiendo. Así actúa la ley de la importancia creciente de las sobras: cuanta más negatividad desaparece de la realidad, más irrita la negatividad que queda, justamente porque disminuye".

Un lujazo. No se lo pierdan.

Les dejo unos enlaces a unas reseñas:

Reseña en Kozmic Books (enlace)

Reseña en Geografía subjetiva (enlace)

Entrevista con Javier Cercas en El País (enlace)


Hace un año y un día: Al otro lado de las fiestas

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lunes, septiembre 21, 2009

Somewhere over the rainbow, por Israel Iz Kamakawiwo'ole

¿Por qué una canción que no nos hubiera dicho nada nunca, en un momento determinado nos descubre algo importantísimo que estaba ahí sin que lo supiéramos? ¿Por qué, además, es imposible articular lo que nos ha revelado? ¿Por qué insistir y buscar, de nuevo, entre el silencio de las notas, algo que sabemos que es de aquí y ahora y que a lo mejor nunca llegamos a saber?

Esta versión de una canción que nunca me ha gustado, la canta Israel Kamakawiwo, del que no sabía nada hace cinco minutos. La noche del sábado, mientras leía la nueva novela de Belén Gopegui, sonó de fondo en el televisor de la habitación donde me disponía a dormir. Sólo sé que la canción, la versión, tiene algo que quiero, que busco.




Hace un año y dos días: Los discos de mi vida: Hot buttered soul (1969), de Isaac Hayes

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viernes, septiembre 18, 2009

Si te peinas con petardos, lógico que salga mal (Manos de topo)

Me ha encantado descubrir esta semana el vídeo del tema Lógico que salga mal, de Manos de topo, de su segundo disco, "El primero era mejor". Recuerdo que tuve que rebobinar (bueno, que darle a la flechita) cuando oí por primera vez la canción, porque no daba crédito a una letra que, en varias ocasiones, consiguió arrancarme la risa.

Merece la pena detenerse y oír despacio este segundo trabajo de Manos de topo. Los traje por aquí en su día, con el primer disco, (enlace) y este segundo, mucho más rico musicalmente, sigue ahondando en la temática amorosa, en el desencuentro de la pareja, los cuernos, los celos, los encuentros y las idas y venidas. Eso sí, con un particular punto de vista que los convierte, para mí, en imprescindibles. Además de traer algo de frescura, han aportado un histrionismo sanísimo, encantador y, muchas veces, desternillante, para ir al fondo.

Al igual que la frase que encabeza esta entrada, el disco está repleto de hallazgos brillantísimos. Habrá que ir trayéndolos, poco a poco.

Kike Maillo, como en otras ocasiones, está al frente de este vídeo, que espero que les guste.



Y no mucho más. Si queríamos algo menos de calor, lo hemos conseguido (y con nota); pero qué malísimo tiempo. No se preocupen: subirán algo las temperaturas y dejará de llover. Todavía quedan los coletazos del verano, que no hay que perderse. Yo, por mi parte, huyendo de las fiestas patronales de Majadahonda, me voy a pasar el fin de semana cerca de Segovia, a ver qué se cuece por allí y cuando digo cuece quiero decir cuece, fríe, hornea, se pone a la plancha, se salsea, lo que haga falta. Gracias por su tiempo y su paciencia. Abrazos y besos, y ya lo saben: si se peinan con petardos, lógico que salga mal. Ahhh, y les dejo algo que he visto dios sabe dónde, por si quieren sorprender a sus niños o niñas.





Hace un año: Buenas noticias: Jordi Vadell publica En cada lamento se hace canción


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miércoles, septiembre 16, 2009

Canción de aniversario, de Jaime Gil de Biedma


CANCIÓN DE ANIVERSARIO

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.

El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?

La realidad —no demasiado hermosa—
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.

La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
—mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común—, estoy seguro
que no puede hacer daño.



Hace un año y un día: A vueltas con septiembre: September, de David Sylvian y September gurls, de Big Star

Hace un año: David Foster Wallace, in memoriam (En lo alto para siempre)

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lunes, septiembre 14, 2009

Ser feliz


Ayer llovió, cayó una tromba de agua, casi tormenta, en el momento justo, cuando estaba comenzando a quedarme dormido encima de la cama, con la parte de abajo del pijama y las sábanas revueltas, como en pleno verano.

Quedarse dormido, a las tres y media de la tarde, después de haber comido albóndigas con un toque lejano a nuez mozcada y un poco de pasta con tan sólo Grana Padano por encima, mientras suena la lluvia, cada vez más lejana por el sueño, y un viento húmedo mueve las cortinas blancas, es una de esas cosas a las que sé que no renunciaré nunca. Más que placer, es uno de esos lujos que uno se reserva para darse un empujoncito.

Me pregunto si, al igual que sucede con otros, existe el talento para ser feliz, o si es un aprendizaje, una predisposición, un destino.


Hace un año y dos días: Centrándonos: Seat girls + Los niños y el amor + Vuelve el fútbol

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viernes, septiembre 11, 2009

Adriano Celentano y George Benso: ahí es nada

El tema es viejo: la redención de un bárbaro o bestia por una bella: Il bisbetico domato o El fierecillo domado. Claro, que el tema puede renovarse si viene de la mano de Ornella Mutti y Adriano Celentano.

En la escena que traigo, el bestia se revela contra la máquina. Quiere demostrar que el hombre es superior a ella y echa un peculiar pulso con un artefacto para triturar uva.

Parafraseando a Borges, yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca éste que pisa la uva enfrente de todo el pueblo, y al lado de una máquina diábolica.

Me hubiera encantado. Es casi imposible bailar así.



Y para que aparten un poco de los oídos el tema de La pigiatura, un clásico de los de volverse locos: Give me the night, de George Benson. Poco les puedo decir: seguro que alguna vez han caído rendidos ante este tema. De 1980, parece más antiguo, pero también tiene algo del futuro.

Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca ése que, en la luz de la madrugada de Harlem, descubre el riff diabólico de guitarra que arropará un tema que se va a llamar Give me the night.




Y no mucho más. Viene ya, desde mañana, ese fresquito que lleva uno tiempo esperando. Ahora sí: tiempo de rebecas y de ver acercarse el otoño, que será espléndido y hermosísimo. Un millón de gracias por su tiempo y paciencia, por estar ahí. Abrazos y besos y avanti (mientras uno, al menos en su imaginación, pisa uvas y baila).

Hace un año y tres días: Casa de citas: Günter Eich

Hace un año y dos días: Mudanzas (un poema inédito)

Hace un año: Septiembre
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lunes, septiembre 07, 2009

Fábula del tiempo, un poema de Luis Muñoz



Fábula del tiempo


Seguramente, si lo piensas,
estos años no van a repetirse.

Vivirás su carencia irremediable,

se llenará de sombras tu mirada,

te habitará el vacío y, con el tiempo,

se destruirá tu imagen en el espejo.


Y esperarás cansado, te aseguran,
muchas tardes morir en tu ventana,

buscando en la memoria

ese tiempo feliz, siempre perdido,
esa estación dorada que tuviste

y que debe ser ésta, más o menos.



De su libro Septiembre, de 1991, Fábula del tiempo, de Luis Muñoz (Granada.1966) puede buscarse ahora en Limpiar pescado. Poesía reunida (1991-2005), editado por Visor en 2005.


Hace un año y dos días: Un pintor: Pablo Gallo

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viernes, septiembre 04, 2009

De nuevo septiembre, así que un poquito de publicidad

Llevo toda la semana con un poema que me fascina en la cabeza: Fábula del tiempo, de Luis Muñoz, pero lo dejo para el lunes, para tener más tiempo para copiar aquí sus 12 versos, para volver y volver a leerlo y sentir la caída dulce de septiembre.

Comienzan a acortarse los días, a tener ese dulzor dorado de lo que termina, vuelta a la rebeca, al edredón y a algún charco. Pero es pronto aún. Si uno mira con calma, se asoma, más allá de una luz que comienza a declinar, un rastro de la luz que cae justo en el centro, iluminándolo todo.

Yo quiero que aquí sea agosto y que nos lo pasemos bien (siempre me acuerdo de Pussy), y que llueva y que truene y que nos helemos, pero pasándolo bien. No mucho más.

Y por eso me ha gustado este anuncio que veo en El barón rojo (buenas, maestro). No muestra nada nuevo, claro, pero por eso, tal vez, sí me ha hecho que me detenga. Lo dejo aquí, a ver si les gusta.



¿Y qué les voy a contar que ustedes ya no sepan, queridos niños y queridas niñas?. Un millón de gracias por el recibimiento, que no, no merezco. Simplemente quise traerles mi recuerdo de un recuerdo, al compás de Yo la tengo (sobre los que volveré). Sí, mujer de Soler, a lo mejor (y me lo has hecho saber tú), Mus es una especie, con pelo, de alter-ego. Eso sí, el sombrero no es mío. Como decía mi madre, cabeza loca no quiere toca, y pese a que cada año paso más frío en lo que no tengo bien (la cabeza, claro) y me quemo más en verano, no me pongo yo nada: cabeza loca no quiere toca. Por mi parte, no mucho más. Conste y vaya por delante que sigue habiendo terrazas y que sigue habiendo chicas en minifalda por la calle y, me digo, benditan sean, que no le hacen mal a nadie. Así que a dar una vuelta, a ver si nos aireamos un poco más. Les mando un abrazo fuerte y muchos besos. Gracias de nuevo. Avanti.


Hace un año: De Francia (I)

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miércoles, septiembre 02, 2009

Preguntando al respetable: Carrefour y las bolsas de plástico


A lo mejor no me van a creer, pero hubo un tiempo en que yo iba a comprar el pan con una bolsa de tela, con cuerda corrediza, que luego se colgaba en la puerta de la despensa de mis padres (no había panes tan alargados como los de hoy, tipo baguette, sólo barras, roscas y hogazas, y, por tanto, se quedaba el pan bien recogido)

(Esa bolsa, una mañana de sábado, me salvó del ataque de un gato que me vio con pinta de ser una presa para darle un buen susto a alguien. Les aseguro que no hubo la menor provocación por mi parte y que no le hice daño alguno: era en el trayecto de ida, con la bolsa vacía)

A lo mejor tampoco me creen, pero cuando iba a comprar leche, o una botella de litro de coca-cola (en mi casa sólo estaba permitido beber coca-cola los sábados, con la paella), había que llevar los cascos, es decir, las botellas vacías, para que te las dieran llenas. Si no, te cobraban los cascos. Cuando, nadie sabe por qué, se acumulaban en los bajos de la despensa, tu madre te dejaba llevarlos (en varios viajes) a la lechería (genial Loli, la lechera, digna del mejor Fellini) para que te sacaras un dinerito.

Dicho lo dicho, el verano pasado, cuando llegué por primera vez a tierras francesas y, tan pancho, hice una compra deliciosa en un supermercado cercano (las compras de vacaciones no tienen nada –pero que nada- que ver con las compras normales del año), me sorprendí con la ausencia de bolsas donde transportar esos vinos, esos quesos, esos tomates, ayyyyy. Así que me agencié con unas bolsas ecológicas geniales (son ecológicas porque no las tiras; no es que sean fumables, ni cocinables, ni nada sano), como la de arriba, donde transportar las compras (tan geniales, que tienen hasta una especie de argollas de cinta por dentro para que el vino vaya como Dios manda). Una se la di a Nicolinni (del que volveré a hablar a propósito de chicas y mantequilla) y otra la he estado utilizando para las compras del año pasado, justo en Carrefour, donde desde ayer ya no dan bolsas de plástico, que es a lo que iba.

A mí me ha parecido bien la medida de comenzar a concienciar a la peña para que contamine menos (no me negarán que uno, opinando, no es nada complicado), y me ha parecido valiente la actitud de Carrefour. Pero también hay que decir que el año pasado, por querer entrar con mi bolsa ecológica en dicho establecimiento, casi me apalea el vigilante jurado, un tío con una pinta de contaminar que ni les cuento.

Pero, válgame Dios, me pongo a cotillear un poquito en el internéssss y me encuentro con que la medida, más que para no contaminar, es para ahorrar unos cuantos millones de euros a base de no tener que pagar bolsas de plástico, o, al menos, esa es la opinión más autorizada que me he encontrado. Además, he podido leer que la queja más recurrente viene de familias que utilizaban las bolsas del súper como bolsas de basura, quejándose de que ahora van a tener que comprar normales (ésas que venden en rollos fascinantes que contienen 50 bolsas), y, por tanto, pagar más y contaminar exactamente lo mismo.

La verdad es que uno ya no sabe si la medida está bien o mal, pero, cuando menos, es divertida, y me explico:

El sábado pasado una señora de unos 70 añitos, al ver cómo introducía el vino en mis argollas y la amplitud y generosidad de mi bolsa, se empeñó en que se la vendiera; como le dije que no, quiso que se la regalara. Me volvió loco con el tema, contándome que las ecológicas que venden en Carrefour son una porquería, muy pequeñas, y que se rompen (la verdad es que la mía es indestructible), y que dan, además, en las cajas, una especie de AZ, sí, como lo oyen, una especie de carpetas de cartón, que es donde yo guardo los expedientes terminados, que a ver quién guarda ahí una sandía… Qué cosas.

Pero lo mejor de todo son unas chicas con unas camisetitas muy ajustadas (viva el planeta, creo que ponen, con los acentos en el á de viva y en la é de planeta, con esos acentos que ponen las camisetitas ajustadas), que te explican las ventajas de no utilizar bolsas de plástico. La que se dirigió a mí (de unos 18 recién cumplidos) no quería hablarme de ecologismo al ver que yo ya portaba mis bolsas reutilizables, pero yo le dije que no, que yo no era nada ecológico, que contaminaba un montón, que fumaba en todas partes, que iba al trabajo en coche y que me volvía loco el plástico, que me explicara bien, lo mejor que pudiera, eso del ecologismo y lo del planeta.

Pero lo dejo, que me voy del tema. Así que nada, que quería comentar la noticia de las bolsas y el Carrefour y a ver qué les parecía, si les parece algo, vamos.

A mí me ha parecido muy útil, inteligente y gráfica la opinión opinión, que firma RARG, en el foro de El mundo (enlace), salvo una equivocación: que la medida no es política, como afirma, sino comercial, cosa a la que volveré por aquí en un tiempo.

Una medida incompleta y de escasa trascendencia para reducir el volumen de los residuos. Una bolsa de plástico pesa 4-5g, pero el plástico usado como envase de todos los objetos que ponen en su interior pesa como mínimo diez veces más.
A modo de ejemplo, en los supermercados nos suelen poner dos botellas de Coca-Cola de 2L dentro de cada bolsa de plástico. Pero cada botella vacía de 2L pesa 100g. Por tanto, nos preocupamos de 6g de residuos cuando en realidad generamos 206g.
Igual de falaz es el razonamiento sobre el ahorro de CO2 al eliminar la bolsa. Cada bolsa produce unos 10 g de CO2, es cierto, pero cuando vamos al Hiper en coche, generamos varios kilos de CO2.
A mi entender, una nueva medida demagógica de nuestros politicos.


Hace un año y un día: Mag, in memoriam


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