viernes, enero 29, 2010

Publicidad: ¿Mujer perfecta? + Lolas + Los Hermanos Dalton

Y vía el maravilloso Barón Rojo (cómo no) me encuentro, en forma de anuncio, una maravillosa reflexión sobre si existe o no la mujer perfecta. Parece ser, visto lo visto, que sí, que es posible que exista o que, como las meigas gallegas, haberlas, haylas. No sé qué opinarán ustedes. Para mí, ésta se acerca, pero que mucho, al ideal de perfección que se trazó uno desde, su ya lejana, tierna infancia.



Lo que más me ha gustado de este segundo spot (que me parece genial) es la palabra Lolas. Estoy encantado diciéndola todo el tiempo, aunque esté solo. Tetas me parece demasiado universal y no deja de parecerme porno; pechos es incomprensible, una palabra muy como de la transición, de mis padres, de canción de plaza de pueblo, de verbena picante, desastrosa y decadente (las adoro); senos es casi matemática, de poeta malo; perolas suena a recreo, a esa época en que las lolas (qué bien suena) eran patrimonio de Interviú, de los kioscos más osados. Yo siempre he sido un hombre de traseros. Cuando se me ha pedido (ya saben, en las entrevistas de trabajo, cuando acabas de conocer a una chica...) eso de defínete a ti mismo en pocas palabras, siempre he contestado lo mismo: yo soy un hombre más de culos que de tetas. A pesar de una época que tuve de muslos, siempre he sido de traseros. Sin embargo ahora, con la entrada en ese mundo de las lolas, ya no estoy seguro ni de quién soy, me va a costar definirme en pocas palabras. A ver qué les parece el anuncio.




Y vamos con los Hermanos Dalton, uno de esos grupos que me han hecho disfrutar de lo lindo. Acaban de publicar un disco, Esperando una señal, un nuevo-viejo disco, que recomiendo. Por uno de esos misterios de la industria, Los Hermanos Dalton (uno de los mejores grupos aparecidos por aquí en muchos años) no tuvieron ni la difusión ni el reconocimiento que merecían. Da igual. Somos muchos los que hemos disfrutado (y seguimos haciéndolo) con su power-rock-pop genialísimo, potente, desenfadado, sin complejos. Tocan de cojones y a mí me hacen siempre saltar, crecerme, querer más, disfrutar. Les dejo Los latidos de siempre, su prodigiosa versión del tema de Pink Panter, y esa canción que contiene uno de los mejores solos de guitarra que uno ha tenido ocasión de oír, Una noche más, de su disco Vitamina D. A mí, qué quieren que les diga, se me siguen poniendo los pelos como escarpias (la piel de gallina) cada vez que comienza esa guitarra a rasgar la noche, la única noche, quizás, que hemos vivido. He subido un vídeo improvisado. Espero que no esté demasiado mal. Eso sí, a pesar de todo, disfruten del temazo.







Y no mucho más. Les agradezco de todo corazón sus maravillosas felicitaciones por mi 43 aniversario, edad que estoy empezando a sobrellevar como puedo. No han estado mal estos primeros días con esta pesada carga (a pesar de que nos vamos a jubilar a los 67, nos van a quitar una hora para que sea de noche a las tres de la tarde y ha muerto Salinger). Viene sol, y algo de frío. Será bueno no tener que encender la lámpara por la mañana en el salón, y no tener todo el día esa sensación de charco metida en el cuerpo. Disfruten, pues, den un paseito y repitan en voz baja: lolas, lolas, lolas. Un millón de gracias por su tiempo, su generosidad y su infinita paciencia para con esta torpeza. Besos y abrazos. Lolas.

Hace un año y tres días: Un día perfecto, de Melania G.Mazzuco

Hace un año y un día: Lo que uno esconde (con Wong Kar Wai de fondo)

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lunes, enero 25, 2010

43

Fotograma final de París-Tombuctú (1999) Vía Kinodelirio


Pues eso: 43. Si lo mira uno bien, son muchos años; bien mirado, tampoco son demasiados. Lo más extraño de la edad es donde te pone: en un lugar que parece distinto y que, sin embargo, es el mismo.

¿Qué me diferencia de aquél que cumplió 19, 27, 34? Creo que nada, a pesar del tiempo y su carga de vivencias, experiencia, descreimientos, alegrías y pesares. Uno sigue siendo el mismo, para bien y para mal. Como decía le Carré, el secreto es hacerse viejo sin hacerse mejor. Yo he aplicado su máxima y aquí me tienen, alegre (como unas castañuelas) y aterrado, absolutamente acojonado.

He estado estos últimos días pensando en el último fotograma de la que será (a lo peor) la última película de mi queridísimo Berlanga, ese tengo miedo rotulado debajo del toro y la gitana y un simple L. (Luis), que culminaba su película París-Tombuctú, de 1999. (Les dejo abajo el vídeo con el final de la película para que vean la inserción del miedo de Berlanga; no me gusta la canción de Aute, pero el final es genial, pues Berlanga se apunta a la tesis -en mi opinión acertada- de alguien que no recuerdo, que sostenía que llegará un día en que las pateras vayan en sentido contrario).

Lo malo de la edad, lo malo del tiempo, es el miedo, la cara de susto que se te pone, la broma -quizás- en que consiste todo, el acojone torero siempre a flor de piel.

Y sin embargo, como escribía Javier Egea, y a pesar de tanta ruina rondándonos, hay que seguir en pie. Sí, en pie, acojonados y reconfortados, acordes, felices, asombrados...

Les invito a un ronda. Salud.




Hace un año y cuatro días: Cumpleaños, de Felipe Benítez Reyes

Hace un año y dos días: Un poema y un disco (Idea Valariño y Sin fang bous)

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miércoles, enero 20, 2010

Una entrada ejemplar de Lector mal-herido

Llevo mucho tiempo resistiéndome, pero esta vez no he podido. Les copia íntegra la última entrada de Lector mal-herido, un blog ejemplar.

" Comentario detesto: Vida y destino, de Vasili Grossman

La niebla cubría la tierra. La luz de los faros de los automóviles reverberaba sobre la línea de alta tensión que bordeaba la carretera.

No había llovido, pero al amanecer la humedad había calado en la tierra y, cuando el semáforo indicó prohibido, una vaga mancha rojiza apareció sobre el asfalto mojado. El aliento del campo de concentración se percibía a muchos kilómetros de distancia: los cables del tendido eléctrico, las carreteras, las vías férreas, todo confluía en dirección a él, cada vez con mayor densidad. Era un espacio repleto de líneas rectas; un espacio de rectángulos y paralelogramos que resquebrajaba el cielo otoñal, la tierra, la niebla.

Unas sirenas lejanas lanzaron una aullido suave y prolongado.

Vida y destino, Vasili Grossman. Página 1.

COMENTARIO DETESTO

Estoy hasta los huevos de que cualquier novela de más de 1000 páginas que hable de un tema grave e histórico sea considerada ipso facto una obra maestra. Ojo, question: ¿hay alguna puta novela sobre la guerra civil española o sobre Ausbich que haya recibido malas críticas? Sí: la única buena, Mi lucha de Adolfo Hitler. Pero, ¿alguna más?

Nones, nunca, never, nideputacoña. Una buena persona, en estos días en los que ser buena persona es decir Haití 4 veces en una misma frase, es inmediatamente un buen escritor. Eso (me lío) no pasa con el fontanero: por muy buena persona que sea, si no nos arregla la llave de paso bien arreglada es un mal fontanero y, además, un hijo de puta. La ciudad está llena de malas personas que son muy buenos fontaneros: sabedlo. La ciudad funciona gracias a las malas personas y a la coca.

Vida y destino arranca con lo visto ut supra. Nadie en su sano juicio puede decir que ese texto supera en calidad a la mierda más grande que escriba un niño retardado de 12 años. ¿Habéis perdido todos el puto juicio, todos los que encumbráis a Grossman (buenísima persona)? ¿Cómo un lector con algo mejor que hacer, como mirar el agujerito que deja en la pared una chincheta, puede pasar de esa primera página? Es como pasar del primer beso con un cabo furriel, porfavorcita.

TOMA 1. ANOTACIONES.

La niebla cubría la tierra (LA NIEBLA SIEMPRE CUBRE LA TIERRA). La luz de los faros de los automóviles (ATROZ, MUSICALMENTE; REDUNDANTE: LOS AUTOMÓVILES SIEMPRE TIENEN FAROS, LOS FAROS SIEMPRE EMITEN LUZ) reverberaba (COMO COÑO REVERBERA ALGO SOBRE UNA SUPERFICIE-FILO, POR FAVOR) sobre la línea de alta tensión que bordeaba la carretera (TODAS LAS CARRETERAS, TAMBIÉN EN HUNGRÍA, VAN PARALELAS A "CABLES", QUE SON SIEMPRE "ELECTRICOS", O SEA, "DE ALTA TENSIÓN", NO SON CABLES DE TENDER LA ROPA, POR EJEMPLO).

No había llovido (SI NO HA LLOVIDO, POR QUE COÑO LO DICES), pero al amanecer la humedad había calado en la tierra (LA TIERRA SIEMPRE ES HÚMEDA, SALVO EN EL PUTO DESIERTO) y, cuando el semáforo indicó prohibido (O SEA QUE SE PUSO EN ROJO; Y PARA VERDE, QUÉ PONEMOS: ¿INDICÓ NO PROHIBIDO?; Y PARA NARANJA: ¿INDICÓ PASA RAPIDITO?), una vaga mancha rojiza apareció sobre el asfalto mojado (AY, LOS SEMÁFOROS DE TODA LA VIDA DE DIOS EMITEN UNA LUZ QUE, SI EL ASFALTO ESTÁ MOJADO (NO DIJIMOS QUE NO HABIA LLOVIDO, QUE LA HUMEDAD ERA EN LA TIERRA Y NO EN EL ASFALTO... )DIGO: NORMAL QUE SE REFLEJE, ES LO SUYO DE SIEMPRE). El aliento del campo de concentración se percibía a muchos kilómetros de distancia (HOSTIA, UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN!!! UN ÁRBOL AQUÍ, UN PERRO ALLÍ, UN ENVUELTA DE KIT KAT Y, AL FONDO, UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN: LO NORMAL): los cables del tendido eléctrico (REPETIDO), las carreteras, las vías férreas, todo (¿TODO?)confluía en dirección a él, cada vez con mayor densidad (COMO SE CONFLUYE CON MAYOR DENSIDAD). Era un espacio repleto de líneas rectas (COMO SE REPLETA UN ESPACIO DE LÍNEAS RECTAS); un espacio de rectángulos y paralelogramos que resquebrajaba el cielo otoñal (¿QUÉ COJONES DICES?), la tierra, la niebla.

Unas sirenas lejanas lanzaron una aullido suave y prolongado. (¿SUAVE? ¿QUIERE DECIR QUE LAS SIRENAS DE UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN SON SUAVES? ¿DEJO DE LEER O DOY GRACIAS A ALGUNA ESCUELA DE ESCRITURA POR CORRESPONDENCIA?)

TOMA 2. REESCRITURA ABSURDA.

El sol daba luz. La goma de los neumáticos de los automóviles rodaba sobre la línea blanca discontinua que corría por el centro de la carretera, dividiéndola en dos carriles.

No había llegado ningún huracán, pero al amanecer las hojas de las ramas de los árboles de los bosques se movían un poco. El semáforo indicó que podía continuarse la marcha hacia adelante, una vaga mancha verde apareció sobre la retina del conductor. El sudor de la conferencia episcopal se percibía a muchos kilómetros de distancia: los cables del tendido eléctrico, las carreteras, las vías férreas, todo confluía en dirección a ella, cada vez con mayor magnificencia. Era un espacio repleto de líneas curvas; un espacio de círculos y óvalos que despiezaba el cielo meridional, la tierra, la niebla.

Unas voces lejanas lanzaron unos cánticos bajos en gluten...

TOMA 3. CORRECCIÓN

La niebla cubría la tierra. La luz de los faros de los automóviles reverberaba sobre la línea de alta tensión que bordeaba la carretera.

No había llovido, pero al amanecer la humedad había calado en la tierra y, cuando el semáforo indicó prohibido, una vaga mancha rojiza apareció sobre el asfalto mojado. El aliento del campo de concentración se percibía a muchos kilómetros de distancia: los cables del tendido eléctrico, las carreteras, las vías férreas, todo confluía en dirección a él, cada vez con mayor densidad. Era un espacio repleto de líneas rectas; un espacio de rectánglos y paralelogramos que resquebrajaba el cielo otoñal, la tierra, la niebla.

Unas sirenas lejanas lanzaron una aullido suave y prolongado.

TOMA 4. REESCRITURA ACEPTABLE (NO LA HAGO GENIAL PORQUE ME LLEVARÍA 2 MINUTOS)

Había niebla en la carretera que les llevaba al campo de concentración. Cuando el semáforo se puso en rojo, todos miraron a lo lejos. No se veía aún el recinto, pero notaban intensamente su presencia. De pronto oyeron las sirenas.

TOMA 5. COMENTARIO FINAL

¿Era tan difícil? "


Hace un año y un día: Buenas noticias: primer disco de Esfumato

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lunes, enero 18, 2010

Hola, Daniela

Va la familia para arriba, aumentando, y eso es siempre un motivo de alegría.

El pasado jueves, 14 de enero, a las ocho de la mañana, aparecía Daniela, hija de Águeda y Javier, y mi sexta sobrina.

Hola, Daniela.

Pensando en qué decirte, me he acordado de algo que leí en Los colores de los pensamientos. Eran unas palabras de Enrique Morente, un cantaor de Granada, donde nací yo, hará pronto unos pocos años más que tú. Es importante lo que dice. Nunca sabe uno de dónde vienen las cosas, pero muchas, casi todas, vienen de ese lugar desde el que tú duermes ahora, desde el que ocuparás enseguida.

"El cante me viene de mi madre. Ella no era cantaora, pero de su voz viene todo. De ahí procede. También de los sonidos que escuchas de chico, los acentos, los ecos, las formas. De la voz que sale de un balcón, la discusión de dos vecinas, de una madre llamando a su hijo desde una ventana. De ahí viene todo".

También me ha gustado dejarte un regalo, una nana repleta de magia y ternura, de dolor y asombro pequeño. Se llama Nana de Oriente y la canta Enrique Morente. Te va a gustar.




Hace un año y seis días: Dos poemas de Enrique García-Máiquez

Hace un año y cuatro días: Publicidad: Mi mamá me deja y Heineken

Hace un año y dos días: Preguntando al respetable: Gustos inconfesables (culinarios) + Jeremy Jay: Heavenly creatures

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lunes, enero 11, 2010

Un poema de James Salter traducido por Eduardo Jordá


Sobrevivo el fin de semana gracias a un generoso enlace que me envió Eduardo Jordá (mil gracias) a una traducción suya del poema Todavía así, de James Salter. Sin saber muy bien por qué, iba buscando este poema, o uno que se le parecía mucho. A Eduardo Jordá ya lo traje por aquí (enlace).

Una delicia, no se lo pierdan. Aquí lo pueden leer en la revista -soberbia- FronteraD (enlace)

Todavía así

Por la Quinta Avenida, las luces traseras, todo oscuro,
la calle mojada resplandece,

la ciudad en la que siempre viví, el colegio

y todo lo demás: el amigo de pelo rizado

que me contó lo que había hecho con Faith

en el apartamento de los padres de la chica, en la calle 83,
era tan inocente, igual que tantas otras.

Pienso en las primeras veces, algunas tan cerca de aquí,

el primer pato asado en casa de Ethel Reiner,

en su comedor del tercer piso,

mi primera pelea frente al Ala Egipcia

con dos hermanos flacuchos,

mi primer curso fallido de francés, mi primera
aventura sexual en el Picadilly
ella fue lista y se casó con otro,

la chica del New Yorker que vino a tomar una copa
en Longchamps, el aire terso resbalaba por sus ventanas

como en el camarote de un barco, hacía frío,
el amanecer se acercaba,

toda la ciudad existía para tu felicidad, fajos de periódicos

cada mañana, almuerzos apresurados, salidas nocturnas,

gente nueva, películas, nos abrazábamos como borrachos

en el Metropolitan, torsos sonrosados, todo iba ajustándose

poco a poco a una estructura, el amor hermoso y sosegado,

el vestido ceñido que ella llevaba en la fiesta,

y luego más primeras veces: el apartamento cerca de Gracie Square,

un perro listo, el primer dinero de verdad

un cheque de quince mil dólares,

el primer hijo, una niña, los domingos por la mañana,

la ciudad en invierno, gris y plateada, las ventanas en silencio
a lo largo de Madison Avenue,

colores de Sonia Delaunay, los amigos ricos de los años sesenta

vistiéndose para la cena, gemelos de oro macizo,

las mujeres tendidas en el sofá, las risas, almuerzos en Brittany,

las comidas en el calor del verano, las imágenes brillantes de la tarde,
una mujer desnuda en las alturas del St. Regis, el otoño,

el mordisco helado de la ginebra,

salir con el cuello del abrigo subido, la bufanda,

“Así es como se lleva, querido, con la marca

por fuera, mira, así”,
la primera casa en el campo, la primera chica europea,
la primera gonorrea, los edificios

que iban convirtiéndose en escombros, los ladrones, el divorcio,

en los años sombríos que siguieron llegó el cuadragésimo año,

las primeras arrugas en la frente, los primeros errores,

en el bar una rubia pajiza, la voz perfecta,

tardes de Cole Porter, el crepúsculo que cae,

ropa limpia, recién bañados,

pruébalo todo una vez más, en Gallagher´s está
el fornido campeón sin heridas,

“Acércate y dile algo”,

susurraba ella, “¿Y qué le digo?”,
el rostro hermoso, con gafas,

“Dile que te suena de algo, cualquier cosa”,

mirándole la espalda cuando ella pasaba.

Oleadas de lo que entonces era nuevo,

la arrogante elegancia femenina,

boinas de cuero, chaquetas de color coñac,

al lado de aquel tipo la chica asombrosa,
el elegante jersey rojo, la gorra de paracaidista y
el pendiente en una aleta de la nariz,

bello como un hilo de oro.

Las puertas que se han cerrado, los amigos que han fallado,
La ciudad populosa y humeante
,

el primer hastío, el primer desprecio por las alabanzas,

las calles con otro nombre, las promesas no cumplidas,
donde apenas reina la justicia y mucho menos la piedad…


Los coches pasan por la avenida, es tarde,

los rostros jóvenes entrevistos en una esquina,
las otras noches, los otros años bajo la lluvia,

viendo cómo desaparecen,

está oscuro en la proa, ya he cruzado

el meridiano. Ahora todo se ha acabado, todo empieza.


Hace un año y dos días: Una canción: Flightless bird, de Iron and wine.

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viernes, enero 08, 2010

Neil Young: Hey, hey, my, my + Iron and Wine: Flightless bird

Con poco tiempo y no muchas ganas de escribir, les dejo un par de canciones, rabiosa una, dulce la otra. Quizá son la misma canción, y la rabia y la dulzura son idénticas, me digo hoy.

Pocas veces puede uno oír un tema en directo que tenga un final de más de dos minutos. Neil Young (hacía mucho tiempo que no lo traía por aquí) lo hace. Cada vez que lo veo, me gusta más y, no sé, hay algo en mí que pide parecerme a él.

El segundo tema, la deliciosa toma de Flightless bird, de Iron and Wine, la puse hace un año, pero me apetece volver a traerla, volver a acercarme a esta canción que, hoy, necesito escuchar. Espero comprendan la repetición y la disfruten.





Poco más, como les decía. No me dirán que no les apetece este fresquito que todo lo cubre. Viene algo más de frío, pero al cuerpo -creo- le sienta bien. Disfruten del fin de semana. Gracias por su tiempo y generosidad. Besos y abrazos.

Hace un año y un día: Pido que sea hoy el viernes prometido, de Alberto Santamaría

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miércoles, enero 06, 2010

Un llavero digital o vida y porno o lo locos que estamos

Anteayer me regalaron un artefacto marrdito y extrañísimo: un llavero cuadrado en el que, debidamente conectado al ordenador (a través de eso, ya indispensable, que se llama USB (llegará un día -que no veremos- en el que los tiempos se dividan en A.USB y D.USB en vez de A.C y D.C)), puedes poner unas foticos que van pasando. El llavero viene a ser, en miniatura, como otro artefacto marrdito que sólo he visto de lejos -da pánico- (y que me llamó la atención no por el artefacto en sí, sino por el precio ignominosiamente caro): los marcos digitales, donde, debidamente apoyados en los aparadores, van pasando las fotos.

Estamos locos, sí señor.

Vaya por delante que a mí los llaveros, qué quieren que les diga, no sólo no me hacen gracia, sino que son uno de esos objetos que uno detesta porque sí, sin muchos motivos ni demasiada profundidad en su rechazo. Y es que no hay imagen peor que ésa del andobas que, en la barra de bar, junto al sempiterno móvil, deja un montón de llaves coronadas por un llavero en el que figura, a tuttiplen, el logo de lujo de una marca de automóviles de lujo. Bueno, si uno lo piensa, sí hay algo peor: el andoba que lleva todas esas llaves en el bolsillo del pantalón (normalmente ceñidito), por dentro (clavándoselas, es así, las llaves se clavan), y deja por fuera del bolsillo, atadito en corto, el mismo llavero con el mismo logo lujosísimo de la marca de coche de lujo.

Pues eso, si ya de por sí un llavero ya es detestable (sí, llevo las llaves a pelo, en su anillita), un llavero donde puedas poner fotos que vayan pasando, eso ya es el acabóse.

Imaginen por un momento que están en un barecito y por una de esas cosas que pasan en las pelis porno, una señorita -un pimpollo reventón- se te acerca con intenciones aviesas. Además de santiguarte, de dar gracias a todos los dioses, lo primero que tienes que hacer es esconder el llavero. Iré más lejos para que se me entienda: es agosto, estás de rodríguez, y el pimpollo reventón te propone ir a tu casa (a las casas se va a lo que se va, si no se queda uno en el bar): ¿cómo haces para arrancar el coche? Y si has sido tan precavido de no llevar en el llavero foto-usb la llave del coche (si eres como yo y esperas que la vida, algún día, se asemeje al porno o que se nos recompense en la otra vida, en la de después de ésta, y resucitemos en una eterna peli porno), ¿cómo narices haces para abrir la puerta de tu casa y esconder esas fotos tan simpáticas que hiciste en aquella barbacoa, sí la de tu mujer con el chándal rosa de pryca rajado -explotado-, tus cuñados -ya borrachos y con las cabezas coronadas con unos cuernos de reno de tres navidades anteriores- bajándole el pantalón a tu suegra y tus tres hijos con la cara repleta de tarta de merengue?.

Un artefacto tan marrrdito y diabólico no puede traer nada bueno, no señor. Eso sí, uno tiene que reconocer que a lo mejor le pilla mayor este llavero usb fotos; quizá, en otros tiempos, uno lo hubiera llenada con las heroínas de su primera juventud: Deborah Wells, Moana Pozzi, Draghixa y la mejor: Simona Valli, ayyyy aquellas heroínas que nos inyectaron unos valores que, aún hoy, perduran.

Pero hay más, mis queridos niños y niñas. Si una de las virtudes de una fotografía era esa especie de detención del tiempo, una radiografía del corazón, una especie de red sobre la que se atrapaba algo de lo que había sido, estos tiempos vuelven a estar equivocados (o a lo mejor no, no lo sé) insuflando velocidad incluso a los marcos estáticos de los aparadores. Si a través del tiempo pasamos al lado de una fotografía que nos muestra lo que fue nuestra vida, la mayor virtud de esa foto detenida y eterna es que se mueve con nosotros. Miro una foto mía, de hace 10 años, y lo que veo hoy no es lo que vi hace un par de años. La foto no ha cambiado, es un instante eterno, pero se ha transformado. Se ha volcado sobre ella todo el peso estéril o no de lo que he sido desde el tiempo de la fotografía. Me miro y no sólo soy yo hace 10 años. Soy yo hace 10 años y cada uno de los años e instantes que han pasado hasta el momento en que la miro, que es hoy.

Una de las magias mayores es la fotografía. Titulé a mi primer libro Tormenta alrededor de una fotografía. A lo mejor, pienso, si hubieran existido entonces los llaveros-fotos-usb o los marcos digitales, no habría podido acertar en decir cómo sentí, por primera vez, el paso de tiempo, y el miedo que me rondó entonces y siento ahora.

Como les decía: estamos locos.

Hace un año y un día: El tiempo, de Manuel Vicent

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lunes, enero 04, 2010

Casa de citas: Jenofonte vía Juan Benet


En una entrevista en el diario Pueblo, el 12 de marzo de 1969, con Miguel Fernández Braso, Juan Benet se acordaba de las palabras de Jenofonte que traigo hoy aquí, para comenzar el año.

Vienen recogidas, junto con otras entrevistas, artículos, etc, en el libro Cartografía personal, editado por Cuatro en 1997.

"Sólo la ruina nos salva de una ruina mayor"


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