lunes, abril 09, 2007

Dos poemas de Extraño abordaje ( X )

Photo by Michael Wolf


A la hora de detenerse a expresar el suburbio (como lo entendemos en castellano), sobre todo en poesía, quería tan sólo una serie de impresiones, huir a toda costa de conclusiones y dogmatismos fáciles. La segunda persona que se debía de mantener en todo el libro me vino de una época en la que trabajé en la zona norte de Granada, de los largos paseos en autobús para llegar allí.

Tus ojos afilados y sin bosques
saben lo que nunca vendrá
pasaje sin teléfonos
la tierra que verán tus hijos
tan sólo puñado de tierra
sin oxígeno el crespón
olvidado de aliento
que la contiene.

Siempre tan tarde
para volver atrás
se cae y contra esto no sirve nada
ni el cuerpo malherido del crepúsculo
ni mostrar ese descampado
crecido de la piedra
sin lechos
y siempre la distancia sin aroma
suburbio al norte bajo siempre.

El siglo que te mira te lo dice:
la ciudad que acotaron está fuera.


Mezclar los recuerdos del niño con los del adulto que recuerda al niño que está recordando. No es un juego de palabras, sino un montaje de planos muy habitual en poesía. El resultado es una sucesión de estampas, a las que une la fragilidad y ese toque de débil ternura que impone el tiempo a lo que ya está lejos.

Como entonces a veces
la madrugada trae charcos
helados musgo diminuto
gacelas
un amigo que llega y te abraza
mientras tú señalas la nube
y anuncias una nieve
con radiadores y manoplas
mojadas
mas allá de la tapia y de las ruinas
de la casa del loco
que persigue a los niños
a veces
como esta madrugada
con ojos de ardilla nerviosa
que trae
aquel amigo
donde te sigues acodando.


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12 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenido guapo.

Comprobado, los poemas de extraño abordaje son siempre bellísimos y me ponen triste.

Un beso, Miriam G.

Cayetana Altovoltaje dijo...

Se agradece mucho que comentes e introduzcas los poemas, aunque verdaderamente no les haga falta glosa. Es muy interesante saber cuál era la intención y la inspiración a la hora de escribir.

Olvido dijo...

Un lujo esto de leer poesía de la mano del autor.
Buen día Quique

Anónimo dijo...

Creo que me pasa lo mismo que a Miriam, hermosos y agradables poemas que me ponen tristes siempre que los leo. Por cierto ¿tienes tu es libro mio?, no lo encuentro, tengo solo los otros dos. Os echo de menos, un beso a los tres, Ros.

Enrique Ortiz dijo...

Gracias, Miriam, què pronto se pasan las vacaciones, sniff. En fin, volvamos a lo de siempre, que tampoco está nada mal, no?. Como siempre, me alegra mucho que te gusten y no sé si me alegra que te entristezcan. Un beso muy fuerte, ya te he visto en las fotos junto a Candela (pero qué niña tan preciosa; no digo nada de la madre, eh, vaya que se me venga encima el padre).

Cayetana, como se puede ver, la intención y el resultado no siempre son lo mismo; por eso creo que puede ser interesante, para comprobar a qué distancia están. Un beso fuerte y gracias por el comentario.

Olvido, muchas gracias, ya estoy casi a punto de terminar con estos poemas, que son pura antigualla, y voy a ir poniendo un libro inédito, también antiguo: Páginas amarillas, a ver si te gusta.

Ros, jeje, qué forma de pedir tu libro. No, no lo tengo yo; tengo tan sólo un ejemplar, echo polvo y con señales por todas partes al haberlo utilizado en alguna lectura. Un beso; también se te echa de menos, claro.

Anónimo dijo...

Espero que no te hayas mojado mucho...

Yo esta vez no me puse triste. El primer poema y la magnífica (pero agobiante) fotografía me pusieron nerviosa y hasta un poco enfadada (a lo que ha llevado el famoso libre albedrío a la humanidad...). Y los versos recordando la infancia me hicieron sonreir, con cierta añoranza, por supuesto; desde luego apareció ese "toque de débil ternura".

Como siempre, muchas gracias.

Enrique Ortiz dijo...

Muchísimas gracias, Marsu, aunque te hayas enfadado :)). Creo que es interesante lo del recuerdo a través de alguien que recuerda, eso de los planos, que nadie ha conseguido como Cernuda, en su poema sobre un cuadro, creo que un papa Bonifacio (lo pondré por aquí). Gracias a ti y un abrazo fuerte.

Enrique Ortiz dijo...

Qué papa ni nada (qué frágil la memoria). El poema, Marsu, se llama Retrato de poeta (Fray H.F.Paravicino, por El Greco), del libro Con las horas contadas.

Anónimo dijo...

Juro que yo hice un comentario que no está.

Básicamente me metía con los abogados, el padre lo es. Y anunciaba a bombo y platillo que había dejado de fumar, que quería consecuentemente morirme o hacer galletas.

Un beso, Miriam G.

Asha dijo...

Discrepo. Nunca es tan tarde para volver atrás..

Me encantó lo de "ojos de ardilla nerviosa". Han retratado a mi alicate Eduardo. Menuda ardilla!!!

Trajo buñuelos?? ;-)
Abrazo goloso.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Me encantaron, en especial el segundo... Me puso melancólica y tierna...
Besos

Francisco Ortiz dijo...

Prefiero el segundo, acaso por las palabras elegidas, por el tono, por lo que flota sin decirlo. Un abrazo.

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