lunes, febrero 05, 2007

Dos poemas de Extraño abordaje ( VII )

Fotografía de Valery Bareta


Ese trozo del año en el que las tardes comienzan a ser eternas, en el que la luz se apodera de parte de la noche. Sus colores y, sobre todo, su olor.

Y los veranos, ciertos veranos, aquellos veranos de incendios, incertidumbres y eternidades. Lo mágico, quizá, fueron los cambios, los trazos de las biografías en forma, claro, de cuerpos-en-marcha.


Muchacha:
conoces ese aroma a día que se alarga enloquecido
retrasando la noche
calles que crecen
indicio vehemente de un verano
que llegará con sus sandalias
y pies dorados
y con él la terraza luminosa
del mar
duna rizada
la noche transparente
su levante cálido y leve
de música y azotea sorprendida
de tanta luna donde aquel muchacho
del pasado año
mirará atónito tu cuerpo
tesoro ya perenne del verano.



Hay poemas que son un relato, el indicio de una historia que el que lee debe recomponer. Hay poemas que no tienen un correlato biográfico. No sé exactamente de dónde viene éste. Sé que quería un artefacto que hablara de cómo caen los sueños, de cómo la vida, muchas veces, no está a la altura de lo que uno dispuso.


Ahora que se quema el celuloide
aquel pasaje
cuando el actor inclina
y doblega al otoño
tus labios la sala vacía
recuerdas
largo jueves de esquina y viento roto
la enorme sombra
del tiempo
todo lo que quedó atrás
mujer tú que quisiste carretera
y caminos pintados
que también se quemaron
porque el taxi nunca llegó
provincia torpe donde te hundes
frente al escaparate que detuvo
siempre tus ojos
de película triste muda
antigua.



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8 comentarios:

Anónimo dijo...

Historias que quedan fragmentadas como los versos
Como esos largos jueves de esquinas rotas con los que uno se cruza en la vida.
Un abrazo y buen día

Anónimo dijo...

Ese aroma a día que se alarga agradecido. O quizás la agradecida soy yo, por estos hermosos poemas.

Un beso, Miriam G.

Enrique Ortiz dijo...

Gracias, Olvido; sí, necesariamente fragamentadas; tengo ganas de una historia completa, pero, no sé, me gustan tantos los poemas. Buen día también para ti y un abrazo.

Miriam, no sabes lo que me alegra que te gusten y ahora que lo veo, fíjate, creo que hay un error. Lo miro y te lo digo; se ve que ya no sé ni copiar. Ayyy, qué viejecito estoy. Un beso.

Anónimo dijo...

Sí, me gustan, y mucho. ¿El error no estará en la palabra que cambié para que mi agradecimiento fuese un poco más a juego con la belleza de tus poemas?

No te quejes tanto que yo no te veo nada viejo. Yo he rejuvenecido, el día 24 toca Lapido en Granada y tengo a D. prácticamente convencido: iremos.

Un beso, Miriam G.

Enrique Ortiz dijo...

Jeje, no qué va, tan sólo era en un cambio en los versos. Tengo muchas ganas de volver a ver a Lapido; tengo muchos recuerdos, todos magníficos, de muchos conciertos, de 091 y dos de él. Un beso, Miriam.

Anónimo dijo...

Es que me llamo Casualidad, ya sabes, y casi me he asustado. Me alegro que el error estuviese en otros versos.

Nota para nostálgicos: El día 23 tocan Guerrero y García, y el pitos hace una nueva versión de la canción del espantapájaros, pero yo esperaré a que vengan a Málaga, dos días sin Candela son demasiados.

Prometo solemnemente no volver a emborronarte tus preciosas entradas con mis comentarios "offtopic".

Un beso, Miriam G.

Pam dijo...

Ojalá esas tardes largas de sol durasen siempre...

Enrique Ortiz dijo...

No conozco, Miriam, las canciones de Guerrero y García; tengo que oirlas. La canción del espantapájaros me parece la cumbre de 091. Me parecerá bien cualquier versión. Un beso.

Pam, lo mejor de un poema es que ahí, en el poema, duran siempre. Un beso.

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