martes, octubre 16, 2007

Dos poemas de Francisco Díaz de Castro

Nocturno

Estos recuerdos
no pueden ser los míos.
Son recuerdos de otro, de cualquiera.
Habrán llegado
mezclados con la brisa del otoño.
Esto que pienso ahora
habrá turbado sueños en otros dormitorios.
Yo no fui tan mezquino
ni traicioné por cosas tan triviales.
No es mío este rencor
que me roba los sueños verdaderos.
No puede ser verdad tanto fracaso.
Yo sé que este pasado no es el mío.


Seis de la tarde


La tarde que termina me sitúa de nuevo
y cruzo entre coches, después de este desorden,
sin hacer mucho caso de ningún pensamiento.

Presentaré a un poeta que viene a una lectura.
Terminaré la noche, seguramente tarde,
hablando de las cosas que a los dos nos importan
en algún bar tranquilo del Paseo Marítimo.
Iremos, vacilantes, andando hasta su hotel.
Después, y solamente por culpa del alcohol,
regresará esta angustia que te dejaba fuera.

Conduciré despacio, sin ganas de volver.
Me meteré en la cama sin ningún pensamiento.
Esta isla es mentira, y tus tacones, tiros.


Francisco Díaz de Castro (Valencia. 1947). Ha publicado, entre otros, El retorno (1993), El mapa de los años (1995), La canción del presente (1999) y Hasta mañana, mar (2005). Extraigo el poema del libro Utilidad del humo (Antología 1987-1997) (Maillot amarillo. 1997). En este enlace se pueden leer otros poemas.

Hace un año: Entradas ejemplares: Kit básico para superar el amor perdido y Sexo en Nueva York.

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me han encantado. Voy a copiarme el primero, esa especie de confesión/negación; genial.
Muchas gracias.

Enrique Ortiz dijo...

Gracias, Marsu; a mí me parecen dos poemas muy representativos de su autor y de un cierto realismo, hoy muy denostado, que me encanta y con el que comulgo. Un beso y gracias a ti :=))

Anónimo dijo...

Denostado? No me diga que la poesia de la experiencia esta mal vista, que me da un patatus!

Enrique Ortiz dijo...

Sí, Doctor, ese realismo, tan necesario en los poemas, es ahora cosa del pasado: lo superan, por lo visto, la escuela de Gamoneda, de un lado, y, de otro, un realismo más radical, más social, más descarnado. Para mí, sin embargo, la poesía de la experiencia, como se llamó, sigue siendo hoy, si cabe, más necesaria. Un saludo, Doctor.

Anónimo dijo...

Duros los dos, muy duros para mi. Un beso. Cuti

Anónimo dijo...

Duros los dos, muy duros para mi. Un beso. Cuti

Manuel Márquez dijo...

Pues te he de agradecer poemas de este corte, compa Enrique, porque para gente que, como yo -como bien sabes-, anda cortita en la materia, cosas más abstrusas nos vienen muy, muy grandes. Muy hermosos, los dos...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Preciosos, los dos poemas de Díaz de castro. Un gusto recorrer tus selecciones.


Saludos...

Francisco Díaz de Castro dijo...

Me llevo una gran sorpresa al tropezarme con estos poemas míos de hace tiempo. Muchas gracias, amigo Enrique, y un abrazo.

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