lunes, febrero 23, 2009

Los poemas que me hicieron ( I ): un poema de José María Parreño

Con esta serie pretendo traer aquí unos cuantos poemas que me formaron, que arrojaron algo de luz sobre lo que para mí es la poesía o, al menos, los poemas que prefiero.

José María Parreño (Madrid. 1956) es un poeta que ya he traído por aquí en muchas ocasiones (enlace + enlace )

El poema pertenece a su libro Las reglas del fuego, que se publicó en 1987 y que yo tengo en una edición de 1990, que se llama Fe de erratas, de la editorial Puerta del mar, de Málaga, incluyendo sus dos primeros libros: Instrucciones para blindar un corazón y Libro de las sombras.

Este poema es prodigioso, consigue arrastrarte, casi sin aliento, por un trozo de biografía del poeta: lo que fueron sus años jóvenes, que se cuentan con una transparencia casi atroz, con la distancia debida, con un ligero toque de humor y sarcasmo, y mucho de realidad y, además, empalman, en ese fluir contínuo, de forma mágica, con el presente desde el que se escribe.

A mí me gusta la construcción, ese torrente que parece no tener fin y la forma en la que el poema va avanzando y enlaza sucesos, el sitio donde se coloca el poeta para contar -en un lugar indeterminado- y muchas formas de decir absolutamente coloquiales, que dan al poema un brillo muy especial. Aquí lo dejo.

íbamos pink floyd ciento cuarenta
camino del verano,

dentro del cuerpo todo

lo que uno piensa,
si es que sigue pensando,

que puede resistir

sin que estalle la nuca

y pierda el mundo

su escasa consistencia.

personalmente iba también ciento y bastantes
latidos por minuto,

cada vez más lejos del edén,
en digna caída libre
hacia mi queli,

como nos dijo él

y hacia el futuro,
lugar que a estas alturas

uno conoce más o menos por postales

y más valdría quedarnos donde estamos.
tenía los labios
secos de fumar

y en la cabeza como la explosión
de los archivos de una filmoteca,

es decir, nada de ver la calle arturo soria,

sino viejas
ciudades de europa en parterres
de hierro, automóviles
de motor venenoso, chóferes giacometti.

y en una de esas supe que después
de todo
y de tanto,
y de pasar muchas noches en vela
buscando una palabra,
y de padecer de arritmia, de almorranas y de psicoanalista,

y de haber visto la muerte, tronco,
como a ti, paseando por un bosque
en el verano del setenta y seis,
y después de la cábala, el zen y stanislavski
y de haber gritado

con todos en las plazas,

y de haber sentido cómo te sube,
cómo te enciende,

cómo te aprieta,
cómo te asombra, cómo te arquea

y cómo te borra
todo eso que uno toma,

o mejor, que se mete,
y después de haber hecho el amor
sobre tres continentes, dos islas y una estatua,
en fin, no ha habido cuelgue
éxtasis o amor que ablandara ese largo
hueso transparente
y raro de roer

que es esta vida.
es decir,
he dado muchas vueltas
y las cosas siguen como estaban.

y lo de ahora mismo, por ejemplo,

no es siquiera
que haya conseguido que la tristeza se haga el harakiri:

es un dolor de vientre más personal
a la altura o abismo de las circunstancias.
así que,
entre tú y yo,
tengo que decirte
que a veces me asusta este camino
cada semana menos transitado
y transitable
de buscarlo todo en todas las direcciones

para encontrarme a mí.

y me asusta
todavía más pensar que a lo mejor
ni siquiera es camino,

sino una vida entera

de martillarse el dedo
en vez del clavo,
con la cabeza alta y el gesto
del que sabe.
pero si resultara

que este siroco lleva a alguna parte

créeme que las dudas
y lo arriba descrito puntualmente

y la felicidad sin padre conocido que a veces me protege
no son más que el principio.


Hace un año y dos días: Una canción: Envejece, de Refree

Hace un año y un día: Un anuncio, un tema y un discazo: Greenpeace, Kanye West & Daft Punk, The felice brothers


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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo lo que conozco de Parreño, a través de ti, me ha gustado muchísimo. Un beso, M.

Enrique Ortiz dijo...

Gracias, M. Es uno de mis poetas de cabecera, lo llevo leyendo hace casi 20 años, ufff, quién lo diría. Un beso :)

Anónimo dijo...

Una pasada de poema, no me sale otra cosa.Me acuerdo ver el libro Fe de erratas en tu casa, en alguna de esas estanterías llenas de libros que tienes, me gusta leer los títulos sin más y darme cuenta de lo poco que leo. Un beso. Cuti

Enrique Ortiz dijo...

Gracias, Cuti. Fe de erratas todavía se vende en algunas librerías de Madrid; al menos, lo recuerdo hace no demasiado en Hiperión. Iré a por él un día, porque el que tengo está absolutamante destrozadito y la edición es una maravilla. Un beso :)

Pussy Galore dijo...

qué bien, aqui como en casa, como siempre :)

Anónimo dijo...

Vaya Parreño. NO lo conocía pero puedo decir que al leerlo me dieron esas ganas de gritar por la ventana otra vez. Y pa fuera. Hace 10 años que no escribo poesía, pero aqui voy, quizas por culpa de poema de Parreño que acabo de comer.
Gracias

Enrique Ortiz dijo...

Bienvenida de nuevo, querida Pussy. A ver si esta segunda temporada nos los pasamos bien :))

Gracias, Blanch. Parreño es uno de los poetas que prefiero, no te lo puedes perder y verás tú cómo nos entra hambre. Ando como tú, que no hago nada, pero a ver... Muchas gracias por tu comenario y, desde luego, gracias a ti :)

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