jueves, mayo 25, 2006
Faulkner responde
—Entonces, ¿cuál sería el mejor ambiente para un escritor?
—El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada que hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada que hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky.
—¿Puede usted decir cómo empezó su carrera de escritor?
—Yo vivía en Nueva Orleans, trabajando en lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero de vez en cuando. Conocí a Sherwood Anderson. Por las tardes solíamos caminar por la ciudad y hablar con la gente. Por las noches volvíamos a reunirnos y nos tomábamos una o dos botellas mientras él hablaba y yo escuchaba. Antes del mediodía nunca lo veía. Él estaba encerrado, escribiendo. Al día siguiente volvíamos a hacer lo mismo. Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta —era la primera vez que venía a verme— y me preguntó: "¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?". Le dije que estaba escribiendo un libro. El dijo: "Dios mío", y se fue. Cuando terminé el libro, La paga de los soldados, me encontré con la señora Anderson en la calle. Me preguntó cómo iba el libro y le dije que ya lo había terminado. Ella me dijo: "Sherwood dice que está dispuesto a hacer un trato con usted. Si usted no le pide que lea los originales. él le dirá a su editor que acepte el libro". Yo le dije "trato hecho", y así fue como me hice escritor.
(Es un extracto de una entrevista a Faulkner, que guardo desde hace tiempo pero que no sé de dónde la saqué. Disculpen)
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6 comentarios:
Su trabajo en la oficina de correos tampoco se le dio mal. Las cartas que llegaban, y que él debía distribuir en los casilleros para el reparto, le quitaban tiempo para escribir (cosa que hacía en horario de oficina, por supuesto), así que optó por tirarlas sin clasificar. ¿Por qué estas anécdotas nos provocan, lejos del desprecio, una sonrisa de admiración? Pues porque es un grande entre los grandes, simplemente.
Recomiendo "Luz de agosto" para este verano. M.
Faulkner es el Everest. A mí me gusta mucho recordar que Juan Benet -exagerando- comentaba lo que Faulkner decía (no lo decía así exactamente; otro día lo pondré): que si el escritor, para ser escritor, tiene que robar a su madre y matar a su hermana, lo hace, tiene que hacerlo
Muy buenas las respuestas esas que nos regalas. Yo pienso lo mismo (con lo de escritor), pero burdeles de esos, aquí no hay. Y no es lo mismo en un club de carretera.
Sólo una objeción, Faulkner diría "whiskey" (como buen sureño) y no whisky.
Gracias por la aclaración, primo;la entrevista entera es una delicia, la iré poniendo poco a poco, para disfrutarla mejor.
Aquí, el único que habla de puticlubs, es el pérez reverte. Aquí tienes el enlace:
http://www.capitanalatriste.com/escritor.html?s=patentescorso/pc_23abr06
¿Conoces a Montero Glez -el lo escribe así?. También tiene un par de novelas con escenas en puticlubs.
La vida de lupanar es muy recurrente. La puta es un personaje habitual en los textos que leo desde la epopeya de Gilgamesh hasta las putas tristes de García Márquez.
No conozco al tal Glez, pero, si me lo recomiendas, lo buscaré con ansiedad. Siempre me he fiado del ascua que arrimas a tu sardina.
Ni a las putas se las puede tratar ya como señoras, ni a las señoras como putas. Ya nada es como antes, ni nada será como ahora.
Lo dicho: "niet de niet"
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