lunes, enero 05, 2009

El tiempo, de Manuel Vicent


No se ocurre mejor manera de comenzar el año que poner aquí esta columna de Manuel Vicent que publicaba ayer El País. Una lección, un recordatorio, un camino.

El tiempo

El tiempo no existe. El tiempo sólo son las cosas que te pasan, por eso pasa tan deprisa cuando a uno ya no le pasa nada. Después de Reyes, un día notarás que la luz dorada de la tarde se demora en la pared de enfrente y apenas te des cuenta será primavera. Ajenos a ti en algunos valles florecerán los cerezos y en la ciudad habrá otros maniquíes en los escaparates. Una mañana radiante, camino del trabajo, puede que sientas una pulsión en la sangre cuando te cruces en la acera con un cuerpo juvenil que estalla por las costuras, y un atardecer con olor a paja quemada oirás que canta el cuclillo y a las fruterías habrán llegado las cerezas, las fresas y los melocotones y sin saber por qué ya será verano. De pronto te sorprenderás a ti mismo rodeado de niños cargando la sombrilla, el flotador y las sillas plegables en el coche para cumplir con el rito de olvidarte del jefe y de los compañeros de la oficina, pero el gran atasco de regreso a la ciudad será la señal de que las vacaciones han terminado y de la playa te llevarás el recuerdo de un sol que no podrás distinguir del sol del año pasado. El bronceado permanecerá un mes en tu piel y una tarde descubrirás que la pared de enfrente oscurece antes de hora. Enseguida volverán los anuncios de turrones, sonará el primer villancico y será otra vez Navidad. La monotonía hace que los días resbalen sobre la vida a una velocidad increíble sin dejar una huella. Los inviernos de la niñez, los veranos de la adolescencia eran largos e intensos porque cada día había sensaciones nuevas y con ellas te abrías camino en la vida cuesta arriba contra el tiempo. En forma de miedo o de aventura estrenabas el mundo cada mañana al levantarte de la cama. No existe otro remedio conocido para que el tiempo discurra muy despacio sin resbalar sobre la memoria que vivir a cualquier edad pasiones nuevas, experiencias excitantes, cambios imprevistos en la rutina diaria. Lo mejor que uno puede desear para el año nuevo son felices sobresaltos, maravillosas alarmas, sueños imposibles, deseos inconfesables, venenos no del todo mortales y cualquier embrollo imaginario en noches suaves, de forma que la costumbre no te someta a una vida anodina. Que te pasen cosas distintas, como cuando uno era niño.

Hace un año y tres días: La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares (II)

Hace un año y dos días: El juego de las versiones: This magic moment (I) por The Drifters y Lou Reed

Hace un año y un día: Un juego: Traveller IQ Challenge + Uno de los discos de 2007: Strawberry jam, de Animal Collective

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bién expresado el paso del tiempo, es exactamente lo que hubiera querido decir yo, si supiera hacerlo. Un beso.Mam.

surfista dijo...

Yo lo vi desde este punto de vista
http://extatico.es/blog_ext/?p=239
Un saludo

Anónimo dijo...

Que pase el tiempo no es malo, lo malo, es lo que dejamos atrás cuando pasa, por eso, a mi, también me gustaría ver pasar el tiempo como lo ven mis hijos, ellos tienen otra forma de entender todo lo que nos pasa, y hoy en especial, víspera de Reyes, con los nervios que tienen, lo pasan de una forma que me trae recuerdos fantásticos de mi infancia, que jamás olvidaré. Que los Reyes os llenen de regalos FANTÁSTICOS esta noche, esperando que algún año podamos pasar este día con vosotros, antes de que se les borre la cara de ilusión a los niños, besos a los tres, Ros.

Anónimo dijo...

Amen.

Anónimo dijo...

Pedazo de foto :-), preciosa!

Besos y feliz 2009

Raquel

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