lunes, febrero 11, 2008

Páginas amarillas (IV): Enferma, Enfermera y Envejecido

Sigo con este libro inédito. Como ha pasado mucho tiempo, dejo este enlace para el que quiera saber a qué se deben estas Páginas amarillas.

Enferma

Me fui, no dije nada, lo miré
desde la rabia de la injuria
arrojada como el balón
que deja marcas rojas en las manos
frías de los recreos -tan lejanos-
con chicos demasiado fuertes, brutos
que se colaban en las fuentes
y que siempre te hacían daño.

Pero esta marca dura todavía
y ha enrojecido esta semana
de máquinas, oxígenos y sueros.

A veces una no debe estar sola
y llega la enfermera y me abraza
y tiene miedo, pero ensaya
una sonrisa inédita
a la de aquella señorita
que me daba besitos
en las manos hinchadas
cuando volvía del recreo
y ponía a los niños de rodillas
y yo pensaba ya -temblando-
en la hora de la salida.

Enfermera

En semanas alternas tengo miedo
y en semanas alternas soy feliz.

Sé que no debería pensar mal,
y menos después de diez años
casados,
pero cada maldito turno
de noche lo paso mirando
el teléfono y dudo,
pero nunca lo llamo.

Tengo miedo de que no esté
y miedo de que me conteste
y sepa de este miedo quincenal,
nocturno, alterno.

Y así sigo, segura unas semanas,
desdichada otras,
y tengo miedo, tengo mucho miedo
de que algún día pueda verme
en algún hospital como éste
y sola,
sin nadie al lado de la cama,
como aquella señora todavía
joven de la trescientos cuatro,
que era telefonista por la noche
y por la noche y por teléfono
lo supo todo.


Envejecido


El jovencito que aparece
del fondo de la octava copa.
"¿Nos conocemos?", le pregunto.
"Sí -me contesta-, ahí al lado,
cuando eras yo,
hace doce años,
en el Callejón de los Litros,
como decías,
cuando vivir era tan fácil
y el mundo,
su curso milenario,
te obedecía."
Y me mira, valiente,
y me rodea con sus brazos,
casi me abraza,
y me dice al oído:
"Para lo que has quedado, tío.
No me extraña que no te acuerdes.
Venga, te acompaño a la casa."


Hace un año y dos días: Tres fotografías + Publicidad: los riesgos de convertirse en millonario + Joan as police woman

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6 comentarios:

Miriam G. dijo...

¡Que buenos Enrique! Me han encantado. Y quizá me equivoque, parecen que surgieron de repente, como todas historias que necesitan contarse. Sin embargo, son de factura impecable. Las palabras precisas, escogidas con precisión con esmero.

¡Gracias!

Un beso, Miriam G.

Enrique Ortiz dijo...

Gracias a ti, Miriam. Con un rato de calma te contesto a cómo surgieron estos poemas y cómo están llevados al papel. Un beso, Miriam :))

Anónimo dijo...

Hola, buenos días. Ahora no me queda mucho tiempo y me apetece leerlo más despacio, Estaré al tanto de tus explicaciones. Pero en principio me parecen muy bien trabajados y como ajenos a ti. Me gusta como lo has conseguido. Ya hablamos.
Buen día

Anónimo dijo...

Muy bonitos, ahora los saboreo más que antes, hace tanto ya!! pero espero tus explicaciones, vale? un beso

Anónimo dijo...

Soberbios. Sobre todo Enfermera. Los pelos de punta.

Anónimo dijo...

Aunque hace mucho tiempo que los leí me acordaba de ellos.Me alegro mucho de verlos publicados en aunque sea aquí. Un beso.Mam.

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