Este caballero tenía un finísimo sentido del humor, leyendo citas suyas me he encontrado con ésto: "El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo."
Mi profesor de Filosofía de 3º decía que cualquier filosofía no era otra cosa que la búsqueda de la felicidad, y que, en su caso personal, la felicidad consistía en una vida sin trabajo, a ser posible sobre una tumbona, frente al mar y con una copa en la mano. Aunque el componente de desidia de esta imagen no convenza, supongo, a algunos, suscribe la idea de Montaigne del mismo modo en que lo haría cualquier acepción de placer. El único problema que le encuentro a esta teoría son los límites: siempre habrá límites para el placer, desde el punto de vista ético, moral (religioso, por supuesto, aunque éste es otro cantar), con lo que podríamos llegar a la conclusión de que el placer de algunos significaría la infelicidad de otros. Resumiendo: si felicidad = placer, la felicidad absoluta es imposible. Enrique, cuanto más cortas tus entradas, más largos mis comentarios, no sé qué pensar de esto :) Besos. M.
Gracias, M. No creo que el estar tumbadito, mirando el mar, con o sin copa haga mal a daño. Tampoco creo en que mi placer o mi felicidad pueda dañar a los otros; es más, creo que en la idea de placer hay implícito un mensaje de buen rollo universal que impide ese daño. Otro cosa es el sadismo, aysss, que hay por ahí gente muy cabrona. Un beso, M.
No quería hablar más, pero ya puestos, hay personas que experimentan placer viendo como 3 o 4000 ejemplares ciudadanos a caballo corren detrás de un animal (uno), lo acorralan y lo acuchillan como si fuera un queso gruyère. Sadismo para unos y placer dentro de la ley para otros. A eso me refería. ¿Quién pone límites al placer? No se puede. Y ese placer dentro de la ley dentro de un país y, por ende, aceptado ética y moralmente por la mayoría, causa daño; daño a la víctima y daño a los que desagrada esa forma de placer. ¿A que el tema del placer es complicado? Un beso. M.
Siempre me cayó bien Montéiñññ. A estas alturas del partido, una por fin ha aprendido que hay que alejarse de la gente que, no es que no sepa, es que no quiere ser feliz. Mucho pensar mucho pensar, para qué, ¿para vivir amargados? Posclaroquenó. Montéiñññ, hay que leerlo más. Y los micrófonos.
¡Viva Montaigne! EN la autonómica catalana hicieron el programa del neointelectual repulsivo que habla de superintelectuales a la gente. Montaigne era delicioso pese a ELLO. Es la prueba de su genio.
11 comentarios:
Este caballero tenía un finísimo sentido del humor, leyendo citas suyas me he encontrado con ésto:
"El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo."
Jejeje, gracias, Aura. Merece la pena leer a Montaigne, que, además, está baratito baratito en cátedra, letras universales. Un beso.
Mi profesor de Filosofía de 3º decía que cualquier filosofía no era otra cosa que la búsqueda de la felicidad, y que, en su caso personal, la felicidad consistía en una vida sin trabajo, a ser posible sobre una tumbona, frente al mar y con una copa en la mano. Aunque el componente de desidia de esta imagen no convenza, supongo, a algunos, suscribe la idea de Montaigne del mismo modo en que lo haría cualquier acepción de placer. El único problema que le encuentro a esta teoría son los límites: siempre habrá límites para el placer, desde el punto de vista ético, moral (religioso, por supuesto, aunque éste es otro cantar), con lo que podríamos llegar a la conclusión de que el placer de algunos significaría la infelicidad de otros. Resumiendo: si felicidad = placer, la felicidad absoluta es imposible.
Enrique, cuanto más cortas tus entradas, más largos mis comentarios, no sé qué pensar de esto :)
Besos. M.
Gracias, M. No creo que el estar tumbadito, mirando el mar, con o sin copa haga mal a daño. Tampoco creo en que mi placer o mi felicidad pueda dañar a los otros; es más, creo que en la idea de placer hay implícito un mensaje de buen rollo universal que impide ese daño. Otro cosa es el sadismo, aysss, que hay por ahí gente muy cabrona. Un beso, M.
BIBA el hedonismo!
¿Dónde hay que firmar para apuntarse a eso?
Jejeje, Biba, cómo me gusta esta palabra. Un beso, Pussy.
Je, no lo sé, Marsu, pero en cuanto me entere lo pongo aquí. Un beso, Marsu.
No quería hablar más, pero ya puestos, hay personas que experimentan placer viendo como 3 o 4000 ejemplares ciudadanos a caballo corren detrás de un animal (uno), lo acorralan y lo acuchillan como si fuera un queso gruyère. Sadismo para unos y placer dentro de la ley para otros. A eso me refería. ¿Quién pone límites al placer? No se puede. Y ese placer dentro de la ley dentro de un país y, por ende, aceptado ética y moralmente por la mayoría, causa daño; daño a la víctima y daño a los que desagrada esa forma de placer. ¿A que el tema del placer es complicado? Un beso. M.
El placer de saber que los demás pueden disfrutar del mismo placer ( y no me refiero al que ya se sabe que uno se imagina de inmediato).
Siempre me cayó bien Montéiñññ.
A estas alturas del partido, una por fin ha aprendido que hay que alejarse de la gente que, no es que no sepa, es que no quiere ser feliz. Mucho pensar mucho pensar, para qué, ¿para vivir amargados? Posclaroquenó. Montéiñññ, hay que leerlo más.
Y los micrófonos.
¡Viva Montaigne! EN la autonómica catalana hicieron el programa del neointelectual repulsivo que habla de superintelectuales a la gente. Montaigne era delicioso pese a ELLO. Es la prueba de su genio.
Publicar un comentario