jueves, septiembre 27, 2007

A propósito de la foto de la chica que se pone o se quita las bragas, un poema de Carlos Barral: La dame à la licorne


(Por cierto, Martínez -un buen tipo- debuta hoy en la cuarentena. ¡¡¡Muchas felicidades!!!)

He comentado por aquí alguna vez que una de las cosas que me gusta de la poesía es la capacidad que tiene para hablar de cualquier cosa. Vuelvo sobre el tema y me explico.

El otro día, contestando a un comentario de Miriam sobre la chica de la fotografía del post del lunes que daba bienvenida al otoño con un poema de José María Alvarez (y que reproduzco de nuevo arriba), me acordé del poema de Carlos Barral, tan querido por mí, La dame à la licorne .

La historia que cuenta es sencilla: Carlos Barral escribe sobre una chica que se quita los pantalones junto a una bicicleta creyendo no ser observada. Lo dice la anotación al comienzo del poema, junto a ese estudio de ademanes, que es una verdadera declaración de intenciones. Como anota Carmen Riera en la introducción a la Poesía completa de Carlos Barral (Lumen. 1998) nos encontramos ante un poema donde prevalece una "sensualidad mediterránea y luminosa".

El tema no era nuevo para Barral: ya en su libro Diecinueve figuras de mi historia civil había escrito un poema, Baño de doméstica, en el que contaba su primera visión de un desnudo femenino, de niño: justo esa doméstica de la que habla el título (palabra, doméstica, que claramente no pervive)

Pongo aquí La dame à la licorne (dejo para otro día Baño de doméstica) Penetrar en la hondura del poema, salvando el barroquismo hacia el que tiende (al que no estamos hoy acostumbrados), es una delicia, además, marca de la casa Barral. No hay que perdérselo.

Sirva este post como prueba de que antes de la foto de arriba, estuvo el poema de Barral -además en nuestro idioma, lujazo- y, mucho antes, el baño de Diana, que fue un cuadro de Rembrant (enlace), otro de Corot (enlace) e incluso un grupo escultórico en una fuente de La Granja, en Segovia (enlace) Mucho antes, fue la diosa de la caza, a la que Acteón vio bañándose desnuda junto a sus ninfas, por lo que fue convertido en venado y derovado por sus propios perros. Sepan, queridos niños y niñas, que no sé todo esto por tó el morro, sino porque lo he ido buscando (tecleando aquí y allá) y que el escribe esto sabe más bien poquito (bueno, casi nada) y que lo único que quería decir es que el motivo de la foto es tan antiguo como la vida, o más viejo que la pasión, que dicen en La Rioja.


LA DAME À LA LICORNE

Estudio
de ademanes

A una muchacha desnuda de medio cuerpo,
que, creyéndose sola, se quita los blue-jeans
junto a una bicicleta.


Oriente ensortijado,
rojo vellón flamante, con qué pausa
de sol en hebras nace entre dos ramas
aún nocturnas de azules indecisos

y crespa luz guardada
-venus naciendo nueva de la sarga-
a las puntas saladas y a los labios
incrustados de arena cristalina
promete otra figura
sobre la piel erguida y sobre el mismo
tostado de las dunas
-las sedas suntuosas de la piedra molida-
y el lienzo inquieto de la mar,
espejo
que te revela como tú te admiras.

El duro lomo y las costillas finas
del animal mecánico se aquietan,
se pliegan a la tierra que te empuña,
un instante increíble, cuando avanzas
los hombros
y doblas la rodilla levemente
y el cabello te ciega como una luz espesa
y vagan las dos manos
abriéndose...
... Desnudas
espléndida la gloria de este sitio,
los sueños solitarios -cada hombre,
repetido por siglos, que arribaba
a este arenal desierto- las miradas
turbias de sol, con sed, desde los párpados
de cada olivo centenario...

Oh pura, instantánea,
tanto
y tan llena de ti
que el silencio te observa y aún no suenan
por qué milagro alrededor los golpes
a intervalos detrás del tamarindo
ni el gemido del tren y nada sabes
de la mano crispada o del hierro invisible
ni escuchas el reseco zumbido de los cables
ni el rumor trepan ante de la excavadora.
El ruido de un motor
inútilmente acelerado
golpea como un látigo tu espalda,
oh sorda como el árbol, y ahora crece
como una zarza junto a ti y te acusa
y se encoge en tu cuerpo la hermosura
y un gran manto de ojos
transparente te cubre mientras dudas.

(Pero yo creo en ti, oh cuerpo
joven, fortaleza del alma,
y negaré en tu nombre, quiero
verte prevalecer.)

Oh rompe
con gesto descuidado las redes que te tienden
sacude el aire impuro,
oh rosa en lo secreto y ahora obscena
que los ojos golpean o las pausas del ruido,
oh poder, camina indiferente,
amante desarmada, porque es tu desafío
a las sucias aceras de tu ciudad horrible,
y a lo largo del aire sorprendido,
de espacio violado, te reflejas
en las anchas vitrinas de instrumentos calmantes.

(Desnuda frente a un muro de ataúdes eléctrico
recoges una concha seguramente rota.)

O renuncia y corrómpenos. Recoge
precipitada el pantalón crujiente
y póntelo y la blusa de colores
y toma por los cuernos al animal sumiso
y pisa el polvo de tu gloria.
Entonces
oscuros y dañinos, detrás de cada duna,
saldremos a mirarte
y el pico que no viste se detendrá un instante
y esa máquina negra que de nuevo
ronca.

Y alguno desde lejos, indeciso,
te saldrá al paso, amenazándote
como si nunca hubieras sido
nadie.


Hace un año: Oreja auscultando mamas, de Isla Correyero

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9 comentarios:

Pussy Galore dijo...

Pero en qué quedamos, se pone las bragas o se las quita?

Aura dijo...

Puntualización:
Una chica no se quita los pantalones junto a una bicicleta creyendo no ser observada... Es parte del truco de magia. A mí me encanta hacer esas cosas :)

Enrique Ortiz dijo...

Es que por mucho que piense, querida Pussy, no logro a acertar si el gesto es de ponerse o de quitarse: no lo se. A ver que opinion tiene la gente. Un beso, Pussy.

Pues creo que tiene razon, Aura, y me quedo como atonito :) Pobre Barral, que lo fijo en el poema creyendo que la chica creia que nadie la miraba. Aysss :)) Un beso, Aura.

Miriam G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miriam G. dijo...

Me encanta cuando me sacas en tus entradas, no me importa siquiera que sea por mi parecido con pepito grillo... ¡Soy tan vanidosa! ja, ja, ja...

Y ahora que ya te he agradecido que me hayas alegrado el día, gracias por el poema, me ha gustado mucho.

Y quizá entre los bichos pudorosos, que jamás se quitarían los pantalones al lado de una bicicleta, y las chicas capaces de hacerlo como truco de magía, ¡qué envidia por Dios! yo soy incapaz, quizá exista esa chica que sí se los quita pensando que nadie la observa. (Hoy me he levantado sentimental: ¡un asco!)

Un beso, Miriam G.

Anónimo dijo...

Esa chica se va a enfriar, que han bajado mucho las temperaturas...

Preciosos versos; a mí, como ya soy mayor, me sigue atrayendo el barroquismo en los poemas (a veces hasta releo a Rubén Darío...).

¡Gracias!

Anónimo dijo...

Que me cuesta a esta hora y con este hambre, leer algo que tenga mas de dos palabras...lo vuelvo a intentar. Pero al menos un beso. Cuti

Anónimo dijo...

Uy! se me olvidaba!! hoy voy a ver a Lapido, yupi!!! y no es por dar envidia a nadie (un beso, Miriam)

Anónimo dijo...

Lo más normal es que la chica se esté poniendo los pantalones. La poesía me ha gustado mucho, la he tenido que leer dos veces. En cuanto a tus conocimientos, aunque hayas tenido que buscar por ahí y por allí hay que saber lo que quiere buscar uno. Siempre me seguirás sorprendiendo. Un beso. Mam

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